Juguetes electrónicos: una elección que no fue parte de la infancia de los grandes


Juguetes electrónicos: una elección que no fue parte de la infancia de los grandes

La elección de los juguetes para los hijos antes de que la tecnología irrumpiera con sus tablets, drones y aplicaciones asociadas a todo tipo de juegos se alimentaba de la propia experiencia infantil de los padres, lo que hoy obliga a muchos de ellos a tener más información cuando “de optar por electrónicos” se trata, coincidieron jugueteros, y especialistas.

Todos coinciden en que está claro que a lo largo de la historia los juguetes fueron incorporando nuevos atributos pero nunca como ahora, en que el salto tecnológico provocó una brecha generacional.
“No es cuestión de estigmatizar a los juguetes electrónicos. No hace falta, sería no entender lo que en verdad hay que pretender de un juguete. Tradicional, didáctico, de construcción o tecnológico, será saludable si permite al niño descargar sus fantasías”, dijo a Télam Nora Vinacur, integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina, quien citó a Winnicott.
D.W. Winnicott, el célebre pediatra y psiquiatra inglés trazó una relación entre ‘juego’ y ‘juguete’ que permite distanciar el concepto que para el mercado tiene éste último: si en el juego anida la creatividad, en el juguete deberá quedar anidada la misma lógica, señala una investigación de Acta Académica de la UBA.
“Por tanto, en realidad, el juguete no será un objeto del mercado sino la creación de un niño que será capaz de usar y extraer el valor del juguete que anida en cualquier cosa”, concluye el trabajo publicado por los investigadores.
Para Vinacur, “sea de manera precaria o sofisticada, lo importante es que el niño pueda no sólo entrenerse o aprender (en el caso de los didácticos) sino simbolizar”, es decir, “procesar las situaciones de la vida (traumáticas en distinto grado), lo que sí será saludable para él”.
“Los electrónicos no quedan fuera de esa posibilidad. Pero para saberlo, habrá que diferenciar hasta qué punto el juguete será medio de expresión y simbolización o le provocará sólo ensimismamiento al niño”, advirtió Vinacur, autora de “Parentalidades”, quien explicó que ese proceso se ve más fácil en los pequeños cuando manipulan juguetes concretos y no virtuales.
Según Vinacur que prefiere “no caer en estigmatizar a los nuevos juguetes, las pantallas no siempre provocan ensimismamiento; muchas son muy interactivas y pocas provocan el efecto pasivo que a nosotros nos dejaba boquiabiertos largas horas frente a la TV”, estimó.
Roxana Morduchowski, doctora en Comunicación y autora de “Los Chicos y las Pantallas” dijo a Télam que “las táctiles han llevado a que los más chicos se relacionen con ellas, lo que no es recomendable antes de los tres años”.
“Es mucho más facil deslizar el dedo que presionar botones por eso lo táctil ha achicado el tiempo en que un niño empieza a relacionarse con las pantallas”, sostuvo la especialista de cultura juvenil.
Ahora, “padres y docentes de jardines maternales nos cuentan asombrados que niños de apenas dos años deslizan con toda espontaneidad su dedito por la pantalla de un televisor”, contó Morduchowicz.
“Sabemos por qué lo hacen. Lo táctil ha determinado que el vínculo de los chicos con las pantallas se produzca a los dos años; y ellos -los de cero a tres años- que nacieron en un mundo de pantallas táctiles, creen que todas los son”, explicó la experta en cultura juvenil.
No obstante, “hay tres recomendaciones para que las tabletas y computadoras no sean manipuladas antes de los tres años, lo que está corroborado por estudios internacionales” dijo la especialista y mencionó tres motivos para cumplir con esas sugerencias.
“Favorecer la motricidad, opuesta al sedentarismo que propone la pantalla; que la etapa temprana de la primera infancia que es ‘concreta’, el niño se conecte con la vida real; posponer para más tarde el ingreso al mundo virtual ya que “después tendrá suficientes pantallas en su vida”, enumeró Morduchowicz.
“Las casas argentinas tienen más pantallas que libros, diarios y revistas. Cuando los padres eligen pantallas están eligiendo un tiempo libre virtual para los chicos”, señaló la investigadora.
El consejo es: “no elegirlas para antes de los tres años; después de esa edad, siempre acompañados por un adulto; y a partir de los seis o siete, como instrumento de recreación, medio de información y complemento de la calidad escolar”, detalló la experta.
El mercado del juguete ofrece gran diversidad en tabletas y computadoras para niños de 3 a 9 años llamadas de “aprendizaje”; con pantallas táctiles y Wi-Fi, además de cámaras, y reproductores de MP3, con sus aplicaciones.
Además, la oferta de los electrónicos alcanza a automóviles a control remoto; programas para diseñar moda para muñecas; autitos inteligentes de carrera (para chicos desde los seis); cámaras de alta definición con brújula 3D y conexión wireless-N; y drones (para los de más de 12).
Darío Mermeistein, presidente de la Asociación Argentina del Empresa del Juguete y Afines (AADEJA) sostuvo que “el consumidor va buscar lo que el mercado le ofrece: clásicos, didácticos, de construcción o electrónicos”.
“Antes, la tecnología era sólo luces y sonido; ahora, los electrónicos son más interactivos, con propuestas que incluyen aplicaciones en Internet. Las películas y el merchandising son la novedad”, sostuvo el titular de AADEJA.
Para Carlos Restaino, también de AADEJA, “el comercio multiproducto no ayuda a optar mejor. En 2014, de los 10 importadores más grandes de juguetes, cinco fueron supermercados, uno fue un local de comida rápida; una fue una empresa de golosinas; y sólo dos fueron jugueterías”, aportó el empresario.
“En cuestión de electrónicos, muchos padres se sienten atraídos pero no saben qué comprar. Saber es prioritario, la elección de un juguete con tecnología sofisticada no puede hacerse en una góndola”, completó el juguetero.

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