Luego de la demostración de fuerza del Vernismo
PJ pampeano: el juego de lo relativo y de lo nuevo-viejo.
El acto del vernismo y su multitudinaria puesta en escena. La disputa de lo nuevo y lo viejo, según quien la interprete, y el juego de lo relativo: las coaliciones heterogéneas, las leyes electorales, los pases y las presiones.
Norberto G. Asquini
El viernes el vernismo hizo una demostración de fuerza en Santa Rosa. Luego del lanzamiento del jorgismo en el Club Estudiantes, quería manifestar su poderío dentro de las filas del justicialismo pampeano en el mismo escenario. Fue un acto multitudinario y parte de la interna se juega milímetro a milímetro y cada movimiento parece restar o sumarle a cada sector. Algunos ya tienen su pálpito sobre lo que ocurrirá el 5 de julio, hacen sus pronósticos o sus convicciones le señalan que el precandidato que ellos han elegido es el ganador. Pero al analizar el escenario en todo su conjunto, la incertidumbre es lo que despunta en el fondo de la olla de la especulación.
El despliegue de recursos fue importante detrás de la postulación de Carlos Verna. En política, todo es cuestión de perspectiva y eso va también para el acto del viernes. Fue masivo y con todo el folclore peronista, pero fue armado durante veinte días. Hubo dirigentes que pagaron sus apoyos para mostrar cuerpo propio y quienes fueron convencidos de la posible vuelta de Verna al gobierno. Hubo caras que recordaron los años noventa y todo lo que eso implica, pero también un fervor peronista que no siempre se observa.
Lo nuevo y lo viejo.
Todo está dispuesto para una interna que parece definir un nuevo ciclo. Porque lo que se define, en última instancia, es quién se queda con el poder en el justicialismo y quién quedará afuera. La disputa es cuál coalición quedará en pie. Para el ganador es todo, para el perdedor intentar mantener un espacio y una identidad en los tiempos que vienen. El resto es solo relativo.
El paradigma que se pretende instalar desde lo discursivo entre ambos sectores es el de lo nuevo-lo viejo. Cada precandidato intenta mostrar qué representa su permanencia dentro del peronismo pampeano. El senador Carlos Verna va con ventaja: es el candidato preeminente porque su postulación está lanzada desde hace tiempo y su figura es más conocida. El secretario de Asuntos Municipales, Fabián Bruna, es el postulante en ascenso con el respaldo de quienes hoy detentan el poder: la presidenta y el gobernador.
Verna disparó que el modelo está agotado y que hay que superarlo: es el del PJ de Jorge después de ocho años de gobierno -y por añadidura la gestión de Cristina Fernández- y la representación de una provincia estancada. Lo nuevo es su regreso a la gobernación para cambiar ese estado de cosas.
Bruna afirma que el justicialismo, y la provincia -para el peronismo son sinónimos-, han superado los viejos personalismos de los años 90 y se debe dar una renovación que esté acorde a los nuevos tiempos luego de doce años de gobierno de los Kirchner y la transformación generada en el país. Otra vez, lo viejo y lo nuevo frente a frente.
Pero todo es relativo y aparente: Verna fue parte del modelo que considera agotado y Bruna responde a un personalismo como el que discute, por dar solo dos ejemplos de lo que se quiere graficar.
Coaliciones multicolor.
Todo será usado para esta interna, a favor y en contra. Lo que hay de novedoso es que ambos sectores en disputa, el jorgismo y el vernismo, ya no son representaciones homogéneas. Son coaliciones electorales. Los intendentes no definen todo hoy, divididos en sus apoyos. En ambos espacios hay un núcleo de la línea que detenta el poder, pero que adosan otros sectores y agrupaciones para fortalecerse. Lo heterogéneo marca la realidad del PJ. La disputa y la fragmentación no solo han llevado a este presente marcado por la interna, sino que la definen. El jorgismo suma a gremios y al kirchnerismo y quiere hacerlo con Comunidad Organizada y el lezcanismo. El vernismo lo hizo con el marinismo, el robledismo y con el intendente de Santa Rosa.
Esto le sirve a Jorge-Bruna y a Verna para ir armando un rompecabezas de apoyos y posibles votos, porque ninguno se sabe triunfador de hecho. Verna tiene atado General Pico, pero en Santa Rosa tuvo que aliarse con la gestión larrañaguista porque no hace pie. Jorge y Bruna buscan un candidato propio en General Pico fuera del PJ con peso para enfrentar al vernismo. Las circunstancias están llevando a que Jorge, aunque no quiera, deba ser el precandidato a intendente en Santa Rosa para apuntalar las posibilidades de su línea. Es un clamor extendido de los propios. En el interior, algunos confían estar mitad y mitad en los pueblos.
Pases e intereses.
Los “pases” también intentan definir la interna. El vernismo quiere demostrar que se está desgajando el gobierno de Jorge con la suma de algunos funcionarios a sus filas. Algunos ya se fueron, hay unos más que esperarían el momento oportuno, afirman desde la Plural. Del otro lado, señalan a los marinistas que decidieron apoyarlos, como el diputado provincial de ese sector que podría llegar a ser vicegobernador.
Si el PJ es una fuerza heterogénea que busca rumbo, esto hace aflorar las contradicciones hacia el interior de cada sector. Hay intereses cruzados en juego. Un sector del kirchnerismo permanece en la gestión con Luis Larrañaga, aunque éstos no apoyen a Verna. El marinismo, después de defenestrar al jefe comunal lo apoya por descarte.
Colectoras y disputa.
Lo legal también se fuerza. Jorge convocó a elecciones provinciales y decidió que no haya listas de adhesión o “colectoras”. Para el mandatario, es para ordenar la oferta electoral ante un vacío en la ley y está dentro de sus atribuciones. Para el vernismo, se extralimitó al legislar en materia electoral. Va de nuevo lo relativo: Jorge no quiere colectoras en Santa Rosa, u otros lugares, que acumulen votos para Verna; Verna necesita colectoras en la capital ante la posibilidad de perder apoyos en un espacio que le ha sido esquivo.
Y la permanente dialéctica entre lo nuevo y lo viejo: las leyes electorales han sido usadas, y forzadas, por los oficialismos para mantener el poder en sus manos. Lo hizo Marín con su re-reelección en 1999, ayudó para que Jorge volviera a ser candidato a gobernador ante el renunciamiento de Verna en 2011. Kirchner ha utilizado adelantamientos de fecha, listas colectoras y candidaturas testimoniales, y hasta realizó una reforma política.
Aducen, unos y otros, que el dilema de colectoras sí o colectoras no es una cuestión de dar mayor participación y promover la democracia. Es solo un argumento retórico: para lo único que valen o dejan de valer es para retener el poder.
Presionados.
No hemos hablado de las presiones hasta el momento en esta columna. La interna del PJ lo define todo, y en ese marco muchos llegan a los límites de lo permitido. De lo nuevo a lo viejo, no son una novedad porque estas metodologías siempre fueron utilizadas, ahora se acrecientan frente a la votación decisiva. Hagamos una lista que no agota la cuestión: un diputado provincial del vernismo que aprieta a un intendente jorgista -un hecho relativizado por la relación previa entre ellos pero que los antecedentes de exabruptos del legislador lo condenan-; los empleados echados por Larrañaga; las denuncias de fondos que no llegan a las comunas opositoras al gobierno provincial; los integrantes del gobierno que debieron dejar sus puestos por definirse a favor de Verna, según afirma ese sector; los funcionarios que no pueden ir a actos a 25 de Mayo porque el intendente les envía sus patotas; el precandidato a intendente jorgista en Catriló que es amenazado en un encuentro por varios vernistas para que “se baje”; o la sorda disputa en la Anses entre La Cámpora y el marinismo. Todo define campos enfrentados, separa a unos de otros.
La única certeza.
Lo nuevo y lo viejo son, en sí mismos, apariencias. Son términos relativos porque dependen de la visión de quien los interprete. La única certeza en este entramado es que la organización vence al tiempo, como indicaba Juan Domingo Perón en “Conducción Política”, su manual para dirigentes. La estructura, el aparato, son las que definen elecciones, y sobre todo las internas. Eso es, finalmente, lo que pesará el 5 de julio.