Se trata del gaucho Juan Bautista Bairoletto, un bandido que vivió en las cercanías de Eduardo Castex a principios del siglo XX y robaba a los ricos para ayudar a los pobres.
Hijo de inmigrantes italianos, nació en Santa Fe el 11 de noviembre de 1894. Años más tarde se radicó junto a su familia en una zona rural y triguera de La Pampa.
Desde muy joven tuvo problemas con la ley. Un día, en medio de una disputa amorosa, el “gaucho Bairoletto” mató al policía Elías Farache y fue encarcelado en Santa Rosa.
Al recuperar la libertad y no poder conseguir trabajo por haber estado en la cárcel, se convirtió en un asaltante de caminos y sus enfrentamientos a los tiros con las fuerzas policiales de la zona se hicieron moneda corriente.
Bairoletto solía refugiarse en las casas de juego y los prostíbulos, lugares donde se lo respetaba y consideraba “el vengador de los pobres”, a los que siempre ayudaba con dinero después de cada atraco. Con el tiempo su figura de justiciero fue creciendo hasta convertirse en un verdadero mito popular. La prensa de entonces lo llamaba el “Robin Hood de las pampas”.
El “gaucho Bairoletto” llegó a convertirse en una obsesión para la policía pampeana, a punto tal que se lo hacía responsable de cada hecho delictivo que ocurría en las cercanías de Castex y se enviaba a los efectivos de la fuerza a detenerlo.
La gente lo ayudaba en sus huidas y le daba refugio cuando la policía estaba demasiado cerca. Cada vez que a Bairoletto se le daba refugio, tanto en un pequeño poblado como en un rancherío, era imposible que las autoridades dieran con él. Se armaban verdaderas cadenas humanas para protegerlo: le hacían llegar mensajes, alimentos, ropas y todo tipo de cuidados.
Sin embargo, no todos estaban con el Robin Hood pampeano. Para algunos fue el hombre que robaba a los ricos para ayudar a los pobres. Para otros, un delincuente al que se le adjudican varios homicidios y decenas de robos.
Cansado de la persecución policial y de una vida llena de sobresaltos, hacia fines de la década del ’30 Bairoletto se radicó en la localidad mendocina de Carmesa, donde se dedicó a trabajar una pequeña finca rural. Ya por entonces se había unido a Telma Ceballos, una puntana que lo acompañó hasta sus últimos momentos y con quien tuvo dos hijas.
Pese a su nueva vida, la policía pampeana estaba dispuesta a hacer justicia con él. Luego de años de intensa búsqueda, la traición de Vicente “Ñato” Gascón, un gallego que lo había acompañado en sus correrías, permitió a las autoridades ubicar la finca en la que vivía.
En la brumosa mañana del 14 de septiembre de 1941, los policías tirotearon la humilde vivienda de Bairoletto, quien al verse perdido decidió quitarse la vida pegándose un tiro.
A partir de entonces la leyenda cobró ribetes épicos, con la construcción de un verdadero santuario en el cementerio de General Alvear, donde se lo nomina “San Juan Bautista Bairoletto”. El mausoleo es visitado casa año por hombres y mujeres de todo el país que le ofrendan flores y otros objetos, pidiéndole protección, trabajo, salud y amor.
Quien lo delató, el “Ñato” Gascón, no corrió con mejor suerte. Apareció muerto en General Pico en 1949, según dicen, vengado por los amigos del gaucho.
Juan Bautista Bairoletto fue un bandido que se convirtió en leyenda y hasta el día de hoy sigue siendo recordado como el “Robin Hood de las pampas”.
Fuente Casa de La Pampa
robaba a los ricos
Desde muy joven tuvo problemas con la ley. Un día, en medio de una disputa amorosa, el “gaucho Bairoletto” mató al policía Elías Farach
se convirtió en un asaltante de caminos
Bairoletto solía refugiarse en las casas de juego y los prostíbulos, lugares donde se lo respetaba
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