¿Podrá la provincia tener en algún momento una gobernadora?

Por Norberto G. Asquini-La Arena

La mujer ha avanzado en el escenario político de los últimos años. Pero todavía queda mucho para que se dé una plena igualdad de género frente a un poder enhebrado por hombres, subordinándolas a sus decisiones. Los cargos legislativos dan mayores posibilidades que los ejecutivos.
La pregunta del título es retórica. Seguramente en algún momento de la historia local llegará a haber una mujer que sea mandataria provincial en La Pampa. Pero actualmente, con la hegemonía masculina en la política y el poder, no parece posible. Sin embargo, hay que reconocer que en la última década la presencia femenina en los cargos y espacios públicos ha tenido importantes avances y el electorado las observa de otra manera.
De hecho, y en esto tuvo mucho que ver con lo anterior, hasta 2007 no hubo una presidenta electa, y muchos recordaron al momento de ser designada como candidata Cristina Fernández la fallida, y fatídica, primera presidencia de una mujer, la de Isabel Martínez de Perón en los setenta. Pero esta vez los hechos mostraron otra cosa.
Es además un hecho inédito que vaya a haber este año en Sudamérica tres mandatarias de forma simultánea, con CFK, la brasileña Dilma Rouseff y la electa chilena Michelle Bachelet. Y en el país también tres gobernadoras: Lucía Corpacci en Catamarca, Claudia Abdala en Santiago del Estero y Fabiana Ríos en Tierra del Fuego. Si bien que lleguen las mujeres a esos cargos es difícil, no significa que sea imposible.

Panorama pampeano.
En La Pampa la política todavía se mueve bajo los parámetros tradicionales, donde los hombres ocupan los lugares de decisión y preeminencia. Y las mujeres parecen tener un lugar de subordinación. Los cargos ejecutivos, o los principales legislativos, son cooptados por los hombres y las mujeres son relegadas a espacios secundarios o de acompañamiento.
Pero, planteamos otra vez, ha habido avances en la cuestión de la igualdad de género. De hecho, por dos veces hubo una vicegobernadora, Norma Durango, que ocupa ese cargo en la actualidad. Ser vice parece un espacio que parece un apéndice del Ejecutivo, pero tiene a su cargo la gestión de uno de los poderes del Estado, la Legislatura. Ha sido el lugar más destacado que ocupó una mujer en la política pampeana fronteras adentro. De hecho, legalmente estuvo a punto de ser la primera candidata a gobernadora por el PJ cuando el senador Carlos Verna abandonó su postulación en 2011, y una maniobra jurídica -y política- colocó en el primer lugar de la lista a Oscar Jorge. La presencia de Durango ha llevado a que institucionalmente la Cámara de Diputados tenga una impronta más activa ante la sociedad con sus actividades de extensión. También sus posturas públicas la han instalado como una voz autorizada en los debates, sobre todo en cuestiones sensibles al género, entre tantos hombres de primera línea. De hecho, en momentos en que se mencionan posibles precandidatos para la intendencia de Santa Rosa, la única mujer es Durango. La única con posibilidades ciertas en años. Puede debatirse en lo político determinadas posiciones por su pertenencia al marinismo y hasta alguna declaración desafortunada, pero no se le pueden discutir ni su trayectoria ni sus posturas que promueven el pluralismo.

Ejecutivo.
Otras dirigentes han llegado al Congreso nacional, tanto senadoras como diputadas, aunque sus espacios se deben más al cumplimiento de la ley de cupo que a su protagonismo político. De hecho, María Luz Alonso encabezó la lista de diputados nacionales del PJ en 2011 por una imposición nacional de la presidenta Cristina Fernández, no por trayectoria propia, y en las últimas legislativas los tres legisladores electos fueron varones.
¿Y el resto del escenario? Vamos a hacer una consideración cuantitativa sobre la cuestión. Esta tendencia esquiva a las mujeres en los cargos ejecutivos se trasluce en el gabinete provincial, ya que de siete ministros y cinco secretarios que lo integran, apenas uno está ocupado por una mujer, la ministra de Educación, Jaqueline Evangelista.
Si vamos hacia abajo en el organigrama provincial que podemos encontrar en la página web oficial del gobierno, de 190 cargos, solo 66 son ocupados por mujeres. Si bien están en todos los ministerios y áreas, parecen tener reservados lugares tradicionales o donde son mayoría: los de las áreas educativas, las sociales y las de género. Y también como una carga, la gran mayoría son secretarias privadas de los funcionarios. Los técnicos están reservados casi en su totalidad a hombres.

El plano local.
Las intendencias reproducen esta lógica general en la gestión local. Apenas hay siete jefas comunales sobre 79 municipios y comisiones de fomento. Son Nidia Ancín de Alpachiri, Mónica Stadler de Colonia Barón, Natalia Hollman de Dorila, María Julia Arrarás de General Acha, Mónica Valor de Luan Toro, Rosa Eleno de Miguel Cané y Marta Berg de Winifreda.
Ninguna mujer ha sido electa en una de las principales localidades de la provincia. De hecho, Arrarás era viceintendenta y asumió el cargo tras el fallecimiento de Roberto Zamora. Pero Santa Rosa, General Pico o Toay no han tenido una jefa comunal en su historia. ¿Podrá ser en la próxima elección?

Legislativo.
En los cargos legislativos las mujeres han tenido otra presencia gracias a la ley de cupos. Esto no significa necesariamente un avance en las cuestiones de género, ya que muchas representantes reproducen las relaciones de poder tradicionales.
Pero los adelantos son importantes. De los 363 concejales de toda la provincia, 155 son mujeres, el 42,7 por ciento. Se da una mayor participación en el PJ, donde representan el 44,3 por ciento de todos los ediles de ese color partidario. De estas concejalas, el 57,6 por ciento son del PJ; el 30 por ciento del Frepam; y el 12,4 por ciento de otros partidos o juntas vecinales.
Un dato curioso: en el 25 por ciento de las localidades, los CD local tienen mayoría de mujeres o ambos sexos están empatados. Por ejemplo, hay dos localidades en las que el cuerpo deliberativo estará compuesto íntegramente por mujeres, Sarah y Villa Mirasol con tres cada uno. Donde hay “mitad y mitad” de representantes, es en las principales localidades pampeanas: Santa Rosa (6 mujeres y 6 hombres); General Pico (6 y 6); Victorica (4 y 4); Eduardo Castex (4 y 4); y Catriló (3 y 3), por ejemplo.

Otras instituciones.
Hay espacios en la provincia donde las mujeres han fortalecido su ciudadanía a través de organizaciones propias y no gubernamentales, poniéndose al frente de demandas hacia el Estado. En la última década, ha habido un crecimiento de la militancia en cuestiones de género que han llevado a fortalecer los espacios institucionales y estatales en la temática, que a su vez han sido apuntalados por las políticas públicas de inclusión que se han implementado desde la esfera nacional. Pero en la política tradicional es otra cosa, y en las instituciones de la sociedad civil se repite el mismo panorama que encontramos en los lugares de conducción en lo partidario y gubernamental.
Por ejemplo, en la UNLPam no hubo nunca una mujer en el rectorado, de seis decanatos, uno solo es ocupado por una mujer. En el movimiento cooperativo ocurre algo similar. De las dedicadas al servicio eléctrico, el más importante en la provincia, de las 28 entidades de ese sector, los datos del año pasado indicaban que apenas una tiene una mujer como presidenta: Villa Mirasol, donde está Marcela Zetner, por renuncia del titular anterior. Además, en la mayoría de los casos, el género femenino apenas logra ocupar el 25 por ciento de los puestos que hay en los consejos de administración y casi siempre como vocales suplentes. Si bien muchas llegan a cargos gerenciales o a puestos de responsabilidad en distintas áreas.

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