En las próximas elecciones habrá un cambio seguro para la política pampeana. Pero todo indica que se dará en la renovación del PJ y no en la alternancia. Jorge entre el “pato rengo” y “el gran elector”, el jorgismo versus el “proyecto” de Verna y las debilidades de la oposición.
Norberto G. Asquini
Un dirigente radical de primera línea en 2008, cuando se estaba por votar para intendente luego de la intervención al municipio santarroseño, afirmó en una rueda política que lo mejor que podía ocurrirle al Frepam era que volviera a ganar el PJ con el entonces destituido Juan Carlos Tierno para tener mejores chances en las generales siguientes y destronar al peronismo. La teoría, de cuño trotskista, era que “cuanto peor, mejor”. O sea, la única posibilidad de ganarle al PJ en la provincia no es por el armado propio sino a través de la debilidad oficialista producto de una crisis económica o institucional de proporciones. Más allá de las consideraciones éticas, la frase anclada en la real politik, tiene sentido y fundamentos. El sistema político pampeano es estable. Un bipartidismo moderado, con un actor predominante y “terceras fuerzas” que aparecen y desaparecen. El PJ pampeano con su esquema Estado-gobierno, que se ha mantenido a pesar de las crisis y los gobiernos nacionales, ha fortalecido la hipótesis de que el peronismo es el único partido político que puede asegurar la gobernabilidad. Por apoyo popular en base al bienestarismo (o asistencialismo) y a los recursos estatales. Y porque no parece haber alternativas de poder.
Frepam y el extremo.
En las últimas elecciones, en las encuestas previas uno de los valores que medía alto entre los votantes era la necesidad de un “cambio”. Eran votaciones legislativas, por lo que estaba muy asociado al plano nacional. Ante esto se puede pensar: ¿está abierta la posibilidad de cambio en La Pampa? Y si es así, ¿qué tipo de cambio?
Vamos al más extremo: la alternancia. Un camino cuesta arriba para la oposición. Desde 1983, la provincia es gobernada por el peronismo, por lo que los ejemplos para medir este escenario hay que buscarlos en las tres principales ciudades. En General Pico ocurre lo mismo. En Santa Rosa solo pudo llegar el Frepam al poder en 2008 tras la crisis institucional que generó el intendente Tierno, y la perdió en la siguiente votación. En General Acha ganó en 2011 una junta vecinal y en las últimas elecciones legislativas se impuso el PRO, luego del descalabro en la gestión justicialista, la condena contra el ex intendente Osmar Avila y la interna furiosa del PJ.
Los números, no dan.
¿Cuáles son, entonces, las condiciones para la alternancia tomando estos ejemplos? Volvemos al principio: solo a través de un PJ fragmentado y con una interna terminal, o un mal gobierno en lo institucional o económico que lleve a la depuración de la dirigencia local o forme un bloque opositor fuerte.
Pero no es tan fácil. En las mejores elecciones de la oposición encabezada por la UCR en La Pampa, el votante “independiente” volcó la balanza para el PJ (en 1999 con la Alianza se impuso el peronismo 56,6% a 39,8% y en 2007 53,4% a 36,5%). El respaldo de una lista nacional ganadora como en el ’99 ayuda, pero no es suficiente para quebrar la barrera del 40%.
Y la otra cuestión es por qué, si hay alternancia y una gestión en la que se gobernó satisfactoriamente, y hasta mejor que la anterior del PJ, como la de Francisco Torroba en 2008-2011, esta no puede consolidarse y vuelve el peronismo al poder. Las posibilidades podrían estar en ampliar las alianzas, un candidato nacional fuerte o una interna feroz en el peronismo.
PJ: Cambio en la continuidad.
Ahora, abordamos las condiciones para el cambio dentro la continuidad. Las próximas elecciones serán atípicas -otra vez- para el justicialismo ya que el precandidato mejor posicionado, el senador Carlos Verna, jugará por fuera del aparato estatal, según parece. Y de no haber un acuerdo electoral como se estima por ahora, el jorgismo con Compromiso Peronista tendrá su postulante también. Aquí parece repetirse el escenario de 2007 con una interna.
Ambos representan dos tipos de cambios ante el final de la era de Oscar Mario Jorge: la renovación dentro del jorgismo o el regreso del proyecto Verna truncado en 2011 -cuando renunció al cargo enojado con Cristina Fernández- y “desviado” por Jorge. No es fácil la interna: tendrá como marco una presidencial en la que el peronismo compite dividido entre la línea del gobierno nacional con Scioli y los postulantes kirchneristas y el massismo. Y la competencia que habrá entre los diferentes precandidatos K, seis al menos hasta el momento, que buscarán apoyos en cada provincia.
Fin de ciclo.
Como en 1991 y 2003 -vamos a obviar 1987- está en el escenario político el “fin de ciclo” en el que el gobernador debe dejar el cargo y se acentúa este panorama con la sucesión de la presidenta Cristina Fernández. Jorge lidia entre no caer en la situación de “pato rengo” a meses de dejar la Casa de Gobierno y en ser el “gran elector” de su línea. La iniciativa en la gestión y la apuesta a estructurar y fortalecer su línea Compromiso Peronista harán la diferencia entre un panorama y el otro. Le juega en contra un perfil esquivo a la construcción política y a favor que todavía tiene intendentes que esperan la continuidad de esta gestión y cuentan con apoyo nacional.
En ese sentido, Jorge tuvo que salir a contener, hace algunas semanas, nuevamente a los intendentes de su espacio. Es que ante la falta de directivas políticas concretas y claras, un panorama nacional difuso y la presión del vernismo, había críticas e incertidumbres. Hay, por supuesto, actitudes especulativas como las del diputado nacional Fernández Mendía o los intendentes de Eduardo Castex y Macachín, jugando a dos puntas. Pero están quienes observan que la única posibilidad de renovación partidaria o de sostenerse en el poder es con el jorgismo, porque además el vernismo no los tiene en sus planes.
Por ahora, cada sector incurre en el “territorio del otro”. El jorgismo quiere hacer una punta en General Pico, su gran debilidad, y organizarse en General Acha, y Verna, fiel a su estilo, deja libres a sus hombres para intentar hacer pie en Santa Rosa. El intendente píquense Juan José Rainone ya hizo su incursión. Pero aún no tienen un candidato a intendente con posibilidades.
Bloque en conformación.
Si el vernismo está aglutinado en torno a un candidato, de allí su fortaleza, el jorgismo es un bloque en conformación. Su dirigencia la conforman funcionarios con incidencia en los intendentes, otros con visibilidad pública y los jefes comunales que se aglutinan. Jorge volvió a sumar al intendente Luis Larrañaga luego de las discusiones y diferencias por el armado de listas, se reunió con él y volvieron los fondos a su comuna. También juntó a los jefes comunales ya que ante la falta de definiciones había voces críticas y hasta quienes pensaban en buscar nuevos caminos. Además de buscar su apoyo frente al conflicto con los sindicatos de empleados estatales.
Pero están las divisiones internas. Y la gran pregunta: ¿quién será el candidato del sector para pelear por la sucesión? Puede ser un funcionario del entorno de Jorge bendecido por él o por el candidato del PJ nacional, un jefe comunal con la venia del conjunto o, como deslizó el gobernador en algunas reuniones con los intendentes, el que mejor esté en las encuestas el próximo año.
A este espacio le juegan en contra los voluntarismos y arrestos autónomos de algunos de sus dirigentes, como el caso del intendente santarroseño, y las disputas por espacios de poder y celos entre algunos funcionarios y jefes comunales. Quieren organizarse, aunque por ahora les juega en contra los tiempos políticos y económicos, y los de Jorge.
Unos y otros.
No se pueden hacer juicios conclusivos, y menos en política. Hay tendencias históricas y contingencias coyunturales. El peronismo se mantiene por ahora, y de cara a 2015, como el garante de la gobernabilidad y de sostener un conjunto de derechos sociales en la provincia, reforzado por el aparato del Estado y sus recursos puestos en función de mantenerse en el poder. Por ahora, no se observa un escenario en el que el cambio se vaya a dar a través de la alternancia sino a través de la sucesión natural en el PJ, y en su capacidad de reinventarse. La cuestión es la vuelta de Verna o la renovación a través del jorgismo.