Gracias Facundo por dejar compartir con los lectores de DSD, esta reflexión realizada luego de finalizado el encuentro de Argentina-Suiza, seguro mas de unos se va a sentir identificado.
Por Facundo Ledesma Higonet
Finalizado el primer tiempo del alargue, mis nervios empezaban ya a hacerse notar demasiado. Me voy hacia el balcón, es el momento en el que un fumador se prende uno, o dos por que no. Pero lo mío fue para aspirar un poco de aire menos tensionado, que pueda aliviarme un poquito aunque sea el alma. Ahí observo el gran silencio que corre por las calles bahienses, algo inimaginable, no pasaba ni un sólo auto, ni las palomas hacían notar su presencia, algo que verdaderamente llamaba la atención. Luego vuelvo para sentarme, porque el juez ricachón daba la orden para jugar los últimos 15. Corrían y corrían los minutos, el equipo agotaba las pocas energías que les quedaban, la voz de los penales poco a poco se iba haciendo oír más y más, hasta que llegó nuestro ángel, es incalculable la cantidad de halagos que recibió en menos de tres segundos el “Fideo”, y pudo embocar una al arco sin que algún amigo de “Voldemort”, “El Guasón” y “Mojo Jojo” juntos se interponga en el camino. En la primera rueda nos salvó el Mesías, ahora llegó el angelito, y para el próximo ya no sé quién se va a acercar a darnos la bendición, y no me importa tampoco, pero que venga para seguir haciéndonos vivir esto que nos pasa, y que no todo el mundo entiende. Finalizado el partido, y después de lograr bajar los genitales que por culpa de un suizo que quiso copiar a Marquitos y definirlo de rodilla, casi se me escapan por la garganta, me voy a trabajar. El silencio se fue tan lejos, la armonía pocas veces vista en la ciudad nos abandonó repentinamente, la gente regresó a sus rutinas, trabajos, estudios y otros a presenciar esto que daba vueltas por todos los rincones de Bahía Blanca.
“Es sólo fútbol” “No es más que un deporte” sentí mencionar en varias ocasiones a lo largo de mis años. Y mientras caminaba hacia la parada del colectivo, esos dichos daban vueltas por mi cabeza, y tenía que reírme de que aquellos que no lo pueden ver, o no lo entienden todavía. Miraba a todas las personas, y con las que me cruzaba era inevitable no intercambiar sonrisas, cómplices de lo que había sucedido unos minutos antes, sonrisas inevitables que delataban a todos de haber estado encerrados y atentos en el lugar que cada uno pudo, viviendo eso que algunos lo explican con sólo 6 letras y un acento. Las bocinas sonaban por todos lados, las banderas flameando en todos los negocios, los trapos que la gente reboleaba y relucía, los gritos de “Vamos Argentina” y el “Vamos Carajo” de los pibes, aprovechándose de poder decir lo que para ellos es una mala palabra, sin que nadie se lo prohibiera. También escucho a un joven de piel negra, vendiendo en su puestito en la vereda, con la camiseta de la selección, decir “Bien Argentina!” mientras colgaba una bufanda celeste y blanca, como usando eso de estrategia para vender algún gorro, o una remera de nuestra patria. Y esos colores, que empapan la ciudad y la alegran por donde la mires, creo que Manuel no podía haber tenido mejor ocurrencia. El celeste, blanco y celeste por cada metro que recorro y la vista me permite apreciar, que me llena de tanto orgullo y sentimiento patrio. Cuando me siento en el colectivo, los recuerdos del partido no dejaban de invadirme, la emoción en mi cuerpo desbordaba, y la ilusión que va creciendo lentamente, fue algo imposible de controlar. Y es ahí cuando la reflexión sobre esto que intento transmitir me ataca como tan pocas veces me ha pasado. Y vuelvo a decirme por dentro “Es sólo fútbol”… La felicidad plena que aterrizó en un momento tan pero tan repentino, y que verdaderamente es algo que todos conjuntamente la disfrutamos mientras salíamos de casa, caminábamos o conducíamos, la que más tarde compartíamos en el trabajo, en el aula o en una esquina simplemente, esa felicidad que al menos por un momento muy breve, nos hizo olvidar a todos de la pobreza con la que vivimos, de los ladrones que hay en el poder, de los chorros, las mecheras, violadores, y de tantos otros malvivientes que están sueltos por las calles, sumado a muchas otras injusticias con las que tenemos que vivir día a día. Esa felicidad, nos la acaba de regalar ese “Sólo un deporte” También está la otra cara de la moneda, la que hoy le tocó vivir a todos los suizos, como así también unos días antes a chilenos, uruguayos y demás, esa cara triste, a veces acompañada de llanto, esa bajonera para salir de casa, que lamentablemente me tocó vivir, y no quisiera revivirlo, al menos no antes del 14 de Julio, es algo que tristemente te lo da también el “fútbol”.
Entonces llegando ya a destino, intentando cerrar con mi momento de reflexión, y buscando la mejor manera de definir lo que esto significa verdaderamente para tantos y tantas, creo que la palabra más justa para definir todo esto que me sucedió a mí y a cada una de las personas que pude cruzar y ver en menos de 1 hora, es realmente FÚTBOL. Porque no existe otra cosa que pueda generar en tantas personas, tan repentinamente un sentimiento tan compartido y tan expresivo como lo hace el fútbol, y porque si no fuera por él, estaríamos buscando la manera de cómo crear y generar todo esto que nos transmite y nos hace transmitir por donde vayamos. El fútbol es un sentimiento, que va contagiando a todas las personas de generación en generación, y que busca intoxicar a aquellas que aún no lo padecen, ojalá nunca perdamos la magia con la que nos llena día a día, y no vivamos más esos feos actos de violencia que lamentablemente intentan cerrarle el telón.
Ojalá nunca pero nunca, dejemos de sentirnos, porque es así como elijo vivir mi día a día, sintiéndome fútbol.
Facu: Espectacular tu comentario.- Es así.- No hay nada más que agregar, lo has dicho todo.-