Emotivo retorno a los ancestros familiares
Nietos, bisnietos, tataranietos y choznos de un matrimonio judío que llegó a Villa Alba, escapando de la persecución de los pogromos, compartieron una jornada inolvidable.
Huyendo de la persecución, como otros tantos judíos, Moisés Itzcovich y Filomena Waiss debieron abandonar Yekaterinoslav, su tierra natal de la vieja Rusia –hoy Ucrania– a fines del siglo XIX.
Era inminente la oleada de ataques de los pogromos que, a la postre, destruyeron miles de hogares judíos, muchas familias se vieron condenadas a la pobreza extrema y un número incierto de mujeres fueron víctimas de violaciones, más allá de las 166 ciudades rusas que padecieron numerosísimos asesinatos de hombres, mujeres y niños.
Así las cosas, la tierra prometida estaba en la Argentina; en este caso, más precisamente en Villa Clara, provincia de Entre Ríos. Junto al joven matrimonio, otras familias también buscaban sobrevivir lejos de aquel infierno.
En realidad, cualquier lugar en el mundo era más seguro que la inevitable condena a la propia muerte.
Con su pequeño hijo Julián y una niña en camino –Adela, que finalmente nació en altamar– Moisés y Filomena subieron al barco repletos de esperanzas. América los esperaba y, finalmente, Villa Clara los abrazó.
Allí Filomena dio a luz a otros dos hijos: Virginia y Rosa.
Pero en 1901 los Itzcovich recibieron una oferta de la empresa de Hugo Stroeder para colonizar otras tierras en La Pampa.
Así fue que un total de 40 familias judías decidió probar suerte y abandonar Entre Ríos para radicarse en Villa Alba, localidad hoy conocida como General San Martín.
Fue allí, precisamente, donde nacieron los restantes cuatro hijos del matrimonio: Juana, Benjamín, Carlos y Raquel.
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Pasaron 117 años de aquella decisión que marcaría la vida de los Itzcovich.
Hoy no queda con vida ninguno de sus ocho hijos, pero el resto de sus descendientes –nietos, bisnietos, tataranietos y choznos– desperdigados por todo el país pudieron contactarse gracias a la red social Facebook.
El domingo pasado, en el pueblo que cobijó a sus ancestros, les pudieron rendir un emotivo homenaje.
“Fue una jornada espectacular y muy emotiva. Incluso, pude conocer a gran parte de mi familia”, relató Dino Berdini, abogado, bahiense, bisnieto de Moisés y Filomena por la rama materna.
En octubre de 2011, siempre gracias a la red social, desde distintas ciudades comenzaron a organizar el encuentro: no había dudas de que debería concretarse en Villa Alba, donde todavía se emplaza la vivienda primitiva de la familia, así como la sinagoga y otros lugares que solían frecuentar desde que se instalaron, en 1901.
Previo a un asado, que se realizó en el Hotel Calas de General San Martín, la comitiva familiar recorrió el pueblo, la antigua vivienda, la estación ferroviaria y el monumento del centenario, entre otros sitios de interés. También pudieron observar, con orgullo, el apellido Itzcovich en la placa que recuerda a los pioneros.
Más tarde, del almuerzo también tomó parte el historiador local Roberto Omar Bertín Scherer, autor de varios libros referidos a los inicios del pueblo, quien relató algunas anécdotas familiares de gran trascendencia.
Luego se dirigieron al cementerio, donde colocaron una ofrenda floral en las tumbas del matrimonio de Moisés y Filomena.
Hasta sus últimos días permanecieron fiel al pueblo, trabajando como agricultores en el campo asignado: Moisés murió en 1955, a los 91 años. Su esposa en 1957, a los 82.
“En el cementerio pude observar que casi no quedan judíos en Villa Alba. Una de las últimas personas judías falleció en 1999”, señaló Berdini, quien explicó que, de hecho, la sinagoga y la vivienda de los rabinos se encuentran abandonadas.
La jornada, inolvidable para los 21 descendientes que se sumaron a la movida, concluyó después de una tarde compartida donde no faltaron fotos, recuerdos y anécdotas.
Como antesala del asado ofrecido en el Hotel Calas, los descendientes de Itzcovich prepararon una recepción con botellas de anís “8 Hermanos”, en alusión a los hijos del matrimonio –tal como era tradición familiar–, junto a dos viejas fotos familiares.
“El encuentro sirvió para juntar a una gran familia que se ha desperdigado por varias ciudades, como Bahía Blanca, La Plata, Paraná, Santa Fe y Buenos Aires y que su núcleo fue un pequeño pueblo de La Pampa”, reflexionó Berdini.
La gran familia se despidió con la promesa de juntarse próximamente, tal vez en Buenos Aires, donde residen los descendientes de mayor edad que no pudieron movilizarse a Bahía Blanca, para luego partir, como lo hicieron, en caravana hacia General San Martín…
Arbol.
De los ocho hijos de Moisés y Filomena nacieron 16 nietos, 39 bisnietos, 64 tataranietos y 6 choznos. Actualmente, hay tres choznos en camino. De los 133 descendientes del matrimonio, 115 viven. Murieron ocho hijos, ocho nietos y dos bisnietos.
Allá lejos y hace tiempo…
La localidad lleva casi media trayectoria como Villa Alba –Alba fue una de las hijas de Hugo Stroeder, titular de la compañía colonizadora que llevó su apellido– y la restante con su nombre actual, General San Martín.
En 1891 pasó el primer tren y 1901 fue el año de fundación. Los 40 colonos procedentes de Entre Ríos –entre ellos, Moisés y Filomena Itzcovich– llegaron para trabajar cuatro mil hectáreas.
Su situación era de extrema carencia de elementos, al punto que para proveerse de agua los judíos trajinaban hasta nueve kilómetros. En 1905 los colonizadores israelitas fundaron una biblioteca, pero en su idioma y en 1926 crearon la Sociedad Israelita.
La sinagoga israelita fue el primer templo que existió en el pueblo. Le siguieron, por orden cronológico, los templos evangélico luterano, católico y finalmente, el valdense.
( Cecilia Corradetti – La Nueva)