Controles de alcoholemia: las trampas que utilizan los bahienses

Por Mario Minervino

   La cantidad de multas labradas indica que cada vez son más los bahienses que conducen sin carné.

La realidad dice lo contrario. Es que cada vez son más los que prefieren ocultarlo cuando se lo piden en un operativo.

¿Por qué lo harían? Hecha la ley hecha la trampa. Sin carné, no son sometidos al control de alcoholemia.

La práctica parece haberse extendido ampliamente en la ciudad, al punto que el operativo de tránsito de la Guardia Urbana de la semana última incluyó 195 actas de infracción por carecer de licencia, sumando 780 en el año. Por su parte, en ese tiempo se realizaron cerca de unos 600 controles de alcoholemia, con apenas 86 resultados positivos.

No tener el registro, exime a lo conductores de soplar la pipeta delatora. “Nosotros iniciamos ese control pidiendo el carné. Si nos manifiestan que no lo poseen no podemos identificar al conductor y, en consecuencia, tampoco hacerle el test de alcoholemia”, reconoció el titular de la Guardia Urbana Municipal, Federico Montero.

El resultado es el secuestro del vehículo por esa falta, que supone la aplicación de una multa de 1.335 pesos, factible de reducirse en un 50%. Por otra parte, puede concurrir al corralón municipal y, carné en mano, retirar su unidad sin mayores trabas.

Por el contrario, si el conductor se identifica, sopla la pipeta y se verifica que tiene más alcohol que el permitido, le corresponderá una multa de $ 2.670 más el retiro del carné hasta tanto tenga una sentencia que puede determinar la retención del mismo por hasta nueve meses.

Para el titular del Juzgado de Faltas Nº 1, Ricardo Germani, evitar el test aduciendo no tener el carné “es una pavada”. “Nosotros asentamos esa postura y al infractor le queda un antecedente que le puede complicar su renovación de la licencia. Es una picardía criolla de poca utilidad”, señaló.

Soplar o no soplar

“Si te paran para un test de alcoholemia no tenés que soplar”, se sugería, en otra versión de cómo evitar la peor de las consecuencias legales.

Negarse aduciendo algún motivo particular expone al conductor a una multa más elevada que la de verificar valores positivos (4.450 pesos contra 2.670). Pero pagar 1.780 pesos de más compensa para muchos las consecuencias de perder su carné.

“Se retiene la licencia cuando se verifica alcoholemia positiva. El documento se cose a la causa y ahí queda hasta la audiencia. El tiempo que quedará retenido depende de la condena, la cual puede variar entre uno y nueve meses”, explicó Germani.

Negarse al test permite a la ley penar por presunción, al darse por descontado que el infraccionado oculta un alto grado de alcohol. Sin embargo, a la hora del descargo ante el juez, el infractor suele presentar testigos alegando que su estado no era tal e, incluso, mencionar que había utilizado desodorante bucal, que genera altas mediciones en los equipos.

“En el caso de presunción, la inhabilitación suele resultar mucho menor porque el juez no puede acreditar la falta. En ese sentido no se puede comparar la contundencia de la pena cuando se tiene el resultado del test”, reconoció Germani.

Infractores

¿Se podrán desvirtuar ciertas conductas?

Estrategias. Frente al test de alcoholemia los infractores han desarrollado estas dos estrategias. Se verá ahora si los agentes pueden contrarrestar las mismas o, por el contrario, los conductores siguen evolucionando en su capacidad por desvirtuar sus conductas.

Riesgos. La realidad es que conducir alcoholizado supone un riesgo y que esos gestos propios de la “viveza criolla” no debieran prosperar. Jorge Luis Borges supo señalar que al argentino “pasar por inmoral le importa menos que pasar por zonzo” . Mientras que el escritor Marco Aguinis aseguró que este tipo de conducta tiene “consecuencias trágicas a largo plazo”.

Valores. En nuestro país está prohibido conducir por calles y rutas con más de 0,5 gramos de alcohol en el organismo. Para alcanzar ese valor en una persona de sexo masculino de 70 kilos de peso le alcanza con tomar 3 vasos de vino o cerveza, en un lapso de dos horas.

Sin capacidad. En ese estado pierde capacidad de razonamiento y visión periférica, incrementando sus posibilidades de generar un accidente.

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Fuente La Nueva Provincia

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