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Historias: El día que Guatraché fue testigo de un “Duelo Criollo”.

En aquel Guatraché  de principios de la década del ‘60, del siglo pasado, había dejado de ser común escuchar lo que nuestros abuelos contaban ocurría a principios del siglo XX en los cuales las discusiones originadas en pulperías, bares o mesas de juegos terminaban en peleas donde los contrincantes se trababan en riña defendiéndose  y atacando con sus cuchillos.

Nuestro entrevistado, Don Abelardo Alvez, amigo y colaborador de la 90, resultó unos cuarenta y cinco años atrás, testigo involuntario de un suceso de este tipo que conmocionó a los pocos presentes en el lugar de los hechos.

“La historia sucedió en el campo de mi padre Miguel Alvez  entre “el Toto” Ramos, un señor que vive en General Acha y Alejandro Kronemberger”, se entusiasma en el relato Abelardo y detalla “Yo me encontraba en el patio de la casa de campo junto a Kronemberger porque su hermana trabajaba ahí y el Toto Ramos venia por la ruta que está a unos 180 “Trancos” de la calle junto a otra persona, entonces lo ve a Kronemberger y  le dice a esta persona que estaba con él, que iba a ir a verlo. Cuando entró vi que estaba sobresaltado. Yo le pregunté: ¿qué vas a hacer? y él me contestó…nada ,nada,…dejame… entonces se bajó y lo llamó a Kronemberger y ahí nomás empezó el duelo criollo”, rememora.

Más allá de las circunstancias en las que los protagonistas de un duelo se ven implicados en estos casos de violencia, sin lugar a dudas que existen determinados “climas” que favorecen más que otros esas conductas. “Hasta el día de hoy que no supe que fue lo que realmente desencadenó el duelo, pero tampoco me interesa saberlo,….es algo que quedó entre ellos”, jura Don Alvez quién recuerda aquel momento como si hubiese pasado ayer, “yo le dije a mi hermano que lo lleve a mi hijo Miguel a la casa porque estos iban a pelear, menos mal que estaba el amigo Jorge Roth que lo vió a Ramos cuando se bajó del caballo y se vino para ayudar a frenar el duelo, si no hubiera estado él hubiera pisado tierra roja como dice el tango “tinta Roja”. Desde que se bajó Ramos del caballo y hasta que terminó habrán transcurrido entre 10 y 15 minutos donde los cuchillos volaban en el aire y se llegaron a cortar las camperas que tenían, es más yo tuve que curar a uno de ellos”, confiesa aquel involuntario protagonista dueño de casa quién vió como los brazos de los paisanos se prolongaban en el brillo del filo de cada cuchillo, buscando el cuerpo del que por una “diferencia ocasional” se había convertido en enemigo.

“Esto trancurrió a unos 50 trancos de la casa cerca de los corrales”, relata, “afortunadamente mi señora no lo llegó a presenciar y que estaba Jorge Roth y me ayudó a pararlos, él estaba encima de su caballo y lo metía entre ellos pero seguían peleando y yo les gritaba…¡respeten que están en mi casa!…, hasta que Ramos se subió al caballo y se fué”. “Yo no sabía que tenían problemas entre ellos pero cuando vi como venia Ramos y como se puso Kronemberger cuando lo vió que venía, me di cuenta, y yo le preguntaba..¿vos vas a pelear? y él me respondió: …..dejame, dejame”, revive aquellos momentos.(Don Abelardo Alvez señala el sitio donde tuvo lugar el duelo criollo 45 años atrás)

“Realmente nunca me imagine vivir un momento así. En el campo recibía a mucha gente y andaba recorriendo el campo por la noche pero algo como esto nunca. No era muy común que sucedieran hechos como este”, concluye.

Terminada la disputa y el triste espectáculo que hizo vivir a Guatraché las épocas del Circo Romano, el poco público presente que sirvió de espectador, como Don Abelardo y Don Jorge Roth mostraron su coraje para detener la contienda, el mismo que tuvieron los dos guapos para batirse a duelo.

¿Los motivos del enfrentamiento entre estos dos “criollos” guatrachenses?. Solo ellos lo saben, por lo que seguramente estarán destinados a perderse en los caminos de la historia.  

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Historias: El día que Carlos “Pinino” Blanco estuvo a punto de debutar en la 1º de Argentinos Juniors.

En la foto de Arriba, Carlos María Blanco jugando para Atlético Macachín de La Pampa

Por Javier ROIMISER (blog teacordasbicho)

Muchas veces es muy difícil conseguir información acerca de la carrera de algunos jugadores, sobre todo aquellos que no tuvieron un destacado paso por la Primera División del fútbol de AFA y pudieron demostrar su potencial en ligas regionales.
El caso de Carlos María “Pinino” BLANCO podría incluirse en este grupo. Sin embargo, gracias a gente que tiene relación estrecha con algunos jugadores con paso efímero por Argentinos Juniors, tenemos la suerte de poder recordarlo y reconocerlo.
Joel Marcos, amigo de toda la vida del ‘Pampa’ Blanco, nos consultó acerca de aquel juvenil que estuvo muy cerca de la Primera División de Argentinos Juniors. Nuestra respuesta fue acercarle el único partido en el que integró el banco de suplentes. Fue el 17 de septiembre de 1989, cuando Argentinos enfrentó a Independiente en Avellaneda. Ganó el local 4 a 3, en un partido lleno de variantes en el marcador e incidencias. El Bicho estuvo dos veces en ventaja y se fue al vestuario con un jugador más por expulsión de Lozano, pero el juez Juan Carlos Crespi le mostró la tarjeta roja a Mayor, Cáceres y Leo Rodríguez y Argentinos terminó el juego con ocho hombres.
Recién 10 contra 9 pudo Independiente desnivelar y ponerse dos goles arriba en el marcador con dos jugadores de más. Con semejante desventaja, Argentinos logró descontar y estuvo cerca de la hazaña. Blanco no tuvo la fortuna de ingresar en el juego, pero seguramente jamás olvidará lo que vivió aquella tarde.
Luego de este partido, Blanco no volvió a ser tenido en cuenta en Primera División y al finalizar la temporada retornó a su provincia natal, La Pampa. Allí se dio el gusto de salir campeón con Atlético Macachín en 1991. Además jugó en Pampero de Guatrache donde también obtuvo el campeonato, y tuvo pasos por la localidad de Catriel y por Unión de General Campos.
Seguramente el hincha de Argentinos Juniors no recordará el paso de Blanco por el club. Por fortuna, un amigo sí se acordó de él y nosotros, como no podía ser de otra manera, le contamos a la gente sobre un jugador que también es parte de la historia grande del bicho de la Paternal, allí donde el mejor jugador del mundo, Diego Maradona nació futbolísticamente.

PD: Leo Rodríguez, compañero ocasional de “Pinino” solamente jugó en Argentinos en la temporada 89/90. En la siguiente pasó a San Lorenzo y en 1991 fue parte de la Selección Argentina que ganó la Copa América en Chile.

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La Historia de la Masacre de Arauz: Una Construcción Colectiva.

El 9 de diciembre se cumple otro aniversario de los hechos ocurridos en Jacinto Arauz en 1921. En este trabajo se intenta un relevamiento de todos aquellos que, de un modo u otro, aportaron a la construcción definitiva de la historia.

El “hecho social”, trasciende también -y a veces principalmente- mediante los diversos lenguajes artísticos. La Literatura, entre ellos, debería ser arma poderosa del testimonio. Garantía de un relato construido a partir de una mirada de resguardo a la voluntad y la diversidad de los pueblos.
Existen innumerables ejemplos a lo largo de la Historia Universal. Si miramos a nuestros días, vale citar los empobrecidos festejos del “Quinto centenario”, a partir del reconocido contra-festejo, construido desde diversos formatos, entre los que abundaron los de la Literatura en sí misma o aquellos en los que ésta fue llevada al cine, el teatro, la música, etc.
¿Por quién supimos de Manuel Namuncurá?. ¿Por la escuela o por Julio Domínguez? ¿Cuándo nos enteramos de ese tremendo episodio, conocido como “Crezca Grande”? ¿En algún momento de nuestra educación o por la producción literaria de Edgar Morisoli?
Pero, la instalación de los hechos en la memoria colectiva supone, en todos los casos, un largo proceso y el aporte de múltiples actores. Así ocurrió también con los hechos que conocemos como “La masacre de Jacinto Arauz”.

Los diarios.

De los hechos ocurridos en diciembre de 1921, cuando el gremio de los estibadores reclamó ciertos ajustes a las precarias condiciones de trabajo en las estibas, encontramos información en los diarios de la época, tendenciosa y no casualmente oficializada. Alguna, como es el caso de “La Nueva Provincia”, un poco (muy poco) más objetiva en las páginas de “El Atlántico” o “El Censor” (todos de Bahía Blanca). Otro es el tratamiento de la noticia en los periódicos sindicales o partidarios, como “La Vanguardia”.De todos modos, en ellos fueron referenciados aquellos días de lucha y el investigador pudo y puede buscar entre líneas, comparar, cotejar datos, etc.

Los historiadores.
La notable aproximación a los hechos realizada por Osvaldo Bayer, promovió una primera entrega de los sucesos al conocimiento popular, mediante fascículos en la revista “Todo es Historia”, en 1971.
Luego nos llegó en su libro “Los Anarquistas Expropiadores”, ya bajo el título de “La masacre de Jacinto Arauz” y junto a otros hechos que sucedían en aquellos días, cuando la lucha obrera procuraba frenar, en el país, el intento de perpetuación de una relación feudal en el mundo del trabajo.
Jorge Etchenique retoma la lucha de los obreros en La Pampa de aquellos días y nos muestra claramente que, la durísima realidad, no era diferente para los bolseros -referenciados en este trabajo- que para los hachadores, los peones rurales, los obreros industriales, etc., y lo hace con profundidad, a partir de una trabajosa tarea previa de investigación. Lo acontecido en aquellas luchas, mayoritariamente desparejas y con ciertos ribetes heroicos en muchos casos, está presente en sus libros, tanto en “Conflictos sociales en La Pampa”, como en “Pampa Libre” (“El protagonismo de los bolseros”).

El arte.
En el año 2001, el plenario del Encuentro de Escritores pampeanos, realizado en Realicó, propuso un homenaje a los estibadores, cuando se cumplieran ochenta años de aquellos sucesos.
En el teatro, para esa actividad, llevada a cabo en la Biblioteca Popular de Jacinto Arauz, Mirtha Marascchio compuso sobre “Rojo Mujer”, cuento de Jorge Etchenique. Era un monólogo. Verla protagonizar a la esposa de Carmen Quinteros, doblando la ropa de su marido muerto por la policía, en la comisaría de Arauz, y reflexionando dolorosamente desde su condición de mujer y de obrera, fue quizá el camino más directo hacia el respaldo a la lucha que llevaron adelante aquellos trabajadores.

Música y poesía.
En el año 2002, se presentó en el Aula Magna de la UNLPam “Trigo y Discordia”, un trabajo que rescata los hechos ocurridos en Jacinto Arauz, musicalizado por Mario Figueroa e interpretado por La Mestura y Coral Guatraché.
Comencé a trabajar esos textos quince años antes. Hablamos, entonces, de 1987. En aquellos tiempos era muy difícil abordar el tema en esa comunidad. Pero, a pesar de eso, fue entre pobladores de Arauz, donde aparecieron algunos datos puntuales que enriquecieron la historia. Rolando Bonjour, entonces un adolescente, hijo de Jacinto Arauz, pero alumno de la Escuela Agrotécnica de Guatraché, volvía a su casa los fines de semana. Entonces le entregaba cuestionarios para que averiguara en su comunidad, aspectos que me interesaban para el relato del trabajo que intentaba. Había un abuelo, al que debo buena parte de la información, pero cada vez que Rolando me devolvía los cuestionarios repetía: “Es difícil, nadie quiere hablar del tema”

Dos testigos.
Es evidente el cambio de mirada sobre la Historia y no es presuntuoso adjudicarle a la Literatura cierto grado de contribución a ese resultado, tanto sea en lo referente al conocimiento del conflicto, como así también, al análisis que lo sucede.
En este caso puntual, ha sido fundamental el aporte realizado por Osvaldo Bayer, como así también el de artistas, investigadores y periodistas que sintieron la necesidad de difundir la experiencia, quizá con la esperanza de instalarla como referencia para días y generaciones por venir.
En la construcción del relato intervinieron, como vimos y seguiremos viendo, diversos actores.
A principios del año 1971, cuando Bayer inició la publicación en la revista “Todo es Historia”, llegaron a Jacinto Arauz dos fotógrafos, para registrar sitios vinculados a los acontecimientos.
Lorenzo Guerra hizo llegar con ellos una carta al periodista e historiador, para que éste se la entregara a Teodoro Suárez, dirigente de los reclamos obreros en aquel diciembre de 1921, quien entonces estaba proporcionándole a Bayer valiosa información.
Suárez había sido compañero de habitación de Lorenzo Guerra, en el Jacinto Arauz de aquellos tiempos y ambos guardaban un sentido y entrañable recuerdo de esa etapa de sus vidas.
Después de purgar la pena en un “hotel, frente a la plaza de General Acha”, como él mismo jocosamente comentaba; Teodoro Suárez se dedicó a organizar a los obreros portuarios de Villa Constitución. Sabía muy bien que es el conocimiento el que lleva a la altura del hombre, la herramienta para acceder al territorio de la Justicia, al derecho popular, a la hermosura de la hermandad.
Trabajó duro en las estibas del puerto y busco, de noche, el fuego de la palabra.

Las cartas.
Guildo Corres era entonces, apenas un estudiante del magisterio. Por las noches los obreros portuarios iban a clase. Guildo les ayudaba a construir la vida, desde el aprendizaje y la práctica. Fue en 1991, cuando tomé contacto con este maestro ya jubilado, notable dirigente gremial anarquista.
Con Guildo mantuvimos alguna correspondencia. Sus cartas son himnos a la libertad y a la dignidad del hombre. Conservo su libro “La brocha y la tea, Historia de la FORA en Villa Constitución”. Editó otros tres: “Mi pueblo y su gente”, “Poemas de la ciudad” y “Los que se fueron”. Hablé con su hija y su esposa. Quería invitarlo a la presentación del CD “Trigo y Discordia”. Había fallecido. Él fue valioso eslabón en el conocimiento del Teodoro Suárez posterior a las estibas de Jacinto Arauz.

Los vecinos.
Pasaron veinticuatro años y el sábado 3, con el apoyo de las autoridades municipales, es decir los representantes elegidos por el pueblo, celebramos el XXVI Encuentro de las Letras Pampeanas en Jacinto Arauz, bajo la consigna “La Literatura y la conflictividad social”.
El área de Cultura de esta Municipalidad organizó un circuito vinculado al mundo de los estibadores, para recorrerlo con aquellos que se interesen, y hay en proyecto un monumento para recordar a los hombres que protagonizaron aquellas luchas obreras del año 21.
Fue Lorenzo Guerra, cuando comenzaba a iluminarse la historia de los estibadores. Ahora, otros vecinos de Arauz, aportan su conocimiento y voluntad para consolidarla.
Así como quedan los periódicos de aquella época, de diversos orígenes y tendencias, quedan también los libros, las canciones, las palabras que andarán junto a las palabras de otras generaciones.

Autores anónimos.
En uno de los galpones de acopio de cereales, en la estación ferroviaria de Guatraché, existe infinidad de testimonios escritos en los tiempos en que estallaba la lucha de Jacinto Arauz. Están escritos del lado externo de sus paredes de chapa, con lápiz de tinta, resistente al paso del tiempo y la mayoría da testimonio de las luchas que, por aquellos tiempos, intentaban mejorar las condiciones del trabajo.
Conservo además grabaciones en casetes que, desde los diarios “La Nueva Provincia”, “El Atlántico” y “El Censor”, realizara Norma Cattoira, entonces empleada de la Biblioteca Rivadavia, de Bahía Blanca. Existen infinidad de notas vinculadas a lo acontecido en aquel diciembre de 1921, tanto en periódicos y revistas regionales, como así también en algunos medios nacionales. Sé de algunos egresados universitarios que han elaborado sus tesis a partir de esta historia. He participado de programas radiales que abordaron el tema con exclusividad y existen testimonios grabados de vecinos de Arauz que, desde sus miradas, han contado lo que vivieron en aquellos días.

Más testigos.
También en Santa Rosa existen testigos de aquellos acontecimientos. Un conocido neumonólogo de esa ciudad me contó que atendía a un hijo del sargento Zárate, conocedor de la historia y, puntualmente, de la responsabilidad de su padre en el transporte de los detenidos.
Después de los hechos, los estibadores fueron trasladados a la ciudad de Santa Rosa. Como responsable de los detenidos, viajó el sargento Zárate, un funcionario que les dio protección, aun a riesgo de su propia vida.
A la llegada del tren a la capital del territorio de La Pampa, debió enfrentar una manifestación preparada por la Liga Patriótica.

En la Justicia.
Están también las sentencias de la Justicia. Más detalles pueden lograrse de los expedientes judiciales, fuentes de la Historia por excelencia. En este trabajo nos vamos a conformar con algunas de las sentencias. Por sí mismas y por comparación delito-pena, alcanzan para intuir donde estuvo la responsabilidad de los hechos.
Al delegado Machado y al secretario Jacinto Vinelli, jamás pudo capturarlos la policía, al español Teodoro Suárez, al cubano Manuel Oyarzún, a Gabriel Puigserver, a José María Martínez y a Abelardo Otero, todos ellos de Villa Alba, y a Alfonso de las Heras, de Bernasconi, los condenaron a tres años de prisión.
Once meses fueron cumplidos en la cárcel de Santa Rosa y el resto de sus condenas, en la prisión de General Acha. El resto de los compañeros, salió entre los tres y los once meses posteriores a sus condenas. Los policías fueron todos absueltos.

Palabras finales.
La intención de este trabajo, más allá de un mínimo relato de la construcción de la propia historia, ha sido mostrar los diversos cronistas que, a veces sin saber que actuaban como tales, participaron de la misma.
En muchos casos, el hecho literario ha sido disparador de otros lenguajes como la música, el teatro, el cine, multiplicando las voces y la capacidad de instalar los hechos en la memoria colectiva.
Por todos ellos hoy es posible esta evocación, esta reivindicación de las nobles luchas del hombre, este homenaje a los estibadores aquellos que, en 1921 intentaron, con coraje, ganar respeto y consideración. Los sufridos obreros que con absoluta Justicia reclamaron el lugar que hoy, la Historia, inexorable, les otorga.

Guillermo Herzel
ESCRITOR

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Historias: Hace 10 años, el represor Astiz estuvo en una fiesta en Pigüé que terminó en escándalo.

Alfredo Astiz. era conocido como el “Ángel Rubio” o el “Ángel de la Muerte”. Se sabe que se infiltró en la organización Madres de Plaza de Mayo para lograr la detención, desaparición y asesinato de tres de sus fundadoras de ese movimiento. Fue responsable de la muerte del periodista Rodolfo Walsh y de las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet.

Un tribunal de Buenos Aires condenó al ex marino Alfredo Astiz a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos en la antigua Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el mayor centro clandestino de detención del último régimen militar argentino (1976-1983).

Hasta aquí la historia más conocida de unos de los emblemas del terror en la Argentina. Pero lo que poca gente sabe, o recuerda, es que Astiz estuvo en Pigüé hace 10 años y protagonizó una gresca generalizada durante una frustrada fiesta de casamiento en la Sociedad Italiana.
El hecho, fue primicia del semanario piguense REFLEJOS el 9 de Octubre de 2001, dando cuenta de un acontecimiento que tuvo lugar 2 días antes.

La pelea
«Vino porque era el padrino de la novia: EL REPRESOR ALFREDO ASTIZ ESTUVO EN UN CASAMIENTO EN PIGÜÉ QUE TERMINÓ EN UNA VIOLENTA PELEA»
tituló este medio hace una década.
Agregando que «los novios no eran de Pigüé; pero aparentemente decidieron casarse aquí para que pudiera venir el represor. Muchos de los asistentes no sabían que Astiz estuviera invitado y su presencia en la fiesta derivó en una gresca con piñas y botellazos. El marino alcanzó a irse antes de que se concretara un «escrache» que un grupo de jóvenes estaba organizando para repudiar su presencia en nuestra ciudad».
La fiesta, fue un sábado al mediodía, algo que no se acostumbraba en esa época. Astiz, era el padrino de la novia. «Astiz se hospedó en un hotel de esta ciudad con otra identidad. Llegó para participar de una fiesta de casamiento que se llevó a cabo en horas del mediodía en la Sociedad Italiana local. La novia, nació en nuestra ciudad pero no residió luego aquí. Sólo viven en Pigüé un abuelo y un tío de ella. Aparentemente se habría elegido realizar el casamiento en este lugar para posibilitar la presencia de Astiz, quien como es sabido, no puede transitar tranquilo por las calles sin ser insultado o hasta agredido físicamente. Otras versiones indicaban que la novia había pedido casarse en Pigüé» dice la crónica que se publicó en la pág 10 de la edición 196 del mencionado semanario.

«La presencia del represor en la fiesta, generó malestar en varios invitados. Muchos de los cuales (la mayoría de los asistentes provenían de Capital Federal), se retiraron al encontrarlo en la celebración. Otros permanecieron en el lugar como «petrificados» ante Astiz, quien hasta bailó el vals con la novia. Hasta que una batalla campal con trompis y botellazos, hizo que el marino decidiera partir», dice la noticia.

Un periodista de ese periódico, dialogó en aquella oportunidad con uno de los invitados, quien era amigo del novio. «Cuando llegamos, vimos que estaba Astiz en el salón. Fue un momento horrible. Una de las personas se sintió mal y se fue para no compartir la comida con el represor», dijo en aquella oportunidad el entrevistado.

Más entrada la fiesta, uno de los invitados propuso un brindis «para todos menos para uno» en clara alusión a Astiz y todo derivó en una verdadera batalla campal. Hubo trompadas, patadas, botellazos dentro y fuera del salón. Astiz no participó de la pelea, «porque si él hubiera entrado al tumulto, le hubiéramos pegado todos» reconoció el entrevistado por ese medio.

Una de las invitadas se retiró de la fiesta inmediatamente. Puesto que había estado exiliada durante la dictadura y secuestraron a su marido.
Los testimonios recogidos en aquel momento por Reflejos, dan cuenta que el represor durante la fiesta intentó mantener el bajo perfil, sentándose cerca de una cortina para ser poco visto. Luego de la gresca, Astiz se retiró raudamente de esta ciudad en un Mercedes Benz sin dejar rastro.
Cuando el hecho trascendió y un cronista de ese periódico fue al salón, Astiz se había retirado. Aunque, el periodista debió soportar los reproches verbales de parte de los invitados -familiares o amigos del represor, seguramente- por haberse hecho presente en la Sociedad Italiana.

Astiz, era llamado el “Ángel de la Muerte” por su rostro bondadoso que contrastaba con los crímenes que se le señalaban. Su labor era infiltrarse en reuniones de familiares que se organizaban para reclamar respuestas de las autoridades militares sobre sus hijos detenidos.
Dicho trabajo, por ejemplo, llevó a que entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977 efectivos de la marina procedieron al arresto de nueve personas, incluyendo a las fundadoras de la organización Madres de Plaza de Mayo y a dos monjas de nacionalidad francesa.

Se presume que todos los detenidos fueron torturados y muertos en cautiverio. Incluso las monjas francesas -Alice Domon y Leonie Duquet- fueron fotografiadas en la ESMA con una bandera de la organización guerrillera Montoneros de fondo para tratar de adjudicarle a ellos la captura de las religiosas.

Hace 10 años, los invitados a un casamiento, inesperadamente se sentaron junto a tamaño asesino en una mesa en Pigüé. Muchos invitados se comportaron pasivamente y no reaccionaron ante su presencia. Pero finalmente, el represor terminó siendo el pato de la boda. Porque la condena social suele ser más rápida y contundente que la lentitud de los tribunales.

Artículo Periodístico Semanario Reflejos – 09/10/2001

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Historias: El rastro perdido de Néstor Grill.

En noviembre de 1976 el araucense fue secuestrado por un grupo de tareas de la Marina en Bahía Blanca. Ahora se conocen detalles de sus últimas horas y también documentación secreta de los servicios de Inteligencia de la Bonaerense que hablan de las causas de su detención. El testimonio desde España del sacerdote José Torras, que lo conoció en los años 70.

Norberto G. Asquini  * Periodista

El 4 de noviembre se cumplieron 35 años de la desaparición de Néstor Grill en Bahía Blanca, un joven de 23 años nacido en Jacinto Arauz. Era un militante católico de base en el enclave más importante de la Marina y fue secuestrado de su casa familiar por un grupo de tareas de esa fuerza.
Actualmente hay una causa abierta por su desaparición, y de otras personas, esperando por el juicio oral y público. Hay procesado un grupo de marinos por delitos en las bases de Puerto Belgrano y Baterías. El listado incluye entre la veintena de nombres a los contraalmirantes Carlos Alberto Büsser, que encabezó el desembarco en Malvinas, y Manuel Jacinto García Tallada, ex jefe del Estado Mayor del Comando de Operaciones Navales, condenado en el primer juicio de la ESMA.

El secuestro.
Ahora, a más de 30 años de que fuera detenido ilegalmente a la 1.30 del 4 de noviembre de 1976 frente a su familia por varias personas encapuchadas y armadas, se conocen más detalles de su destino posterior a su secuestro. El joven fue trasladado de su domicilio de la calle Darregueira 441 al centro clandestino de detención “Baterías” ubicado en dependencias de la Base Naval de Puerto Belgrano, donde fue sometido a tormentos. Habría sido retirado de dicho campo de concentración en la noche del 22 de noviembre, según pudo investigar la Justicia Federal.
Por entonces, Grill era coordinador de la Comunidad de la Pequeña Obra en el barrio Pedro Pico, de Cáritas, un grupo que había cobrado relevancia hacia fines de los 60 y la primera mitad de los 70 por su fuerte compromiso político y social, formando jóvenes comprometidos con la realidad. Además, en 1976, Néstor estaba inscripto en la cursada de la carrera Ingeniería Mecánica en la Universidad Tecnológica Nacional de Bahía Blanca.
El director de Cáritas Arquidiocesana de Bahía Blanca, Eduardo José Olmedo, indicó ante la Justicia: “Para el año 1972/73 y en vistas a la obtención de recursos genuinos, en un momento en que no se podían conseguir subsidios oficiales (y tampoco privados) Cáritas Arquidiocesana implementó un Departamento de confección de apuntes. Puntualmente, como se acababa de crear la Carrera de Psicología en el instituto Juan XXIII y su Biblioteca no tenía material bibliográfico actualizado, los profesores dictaban apuntes. En Cáritas un equipo de jóvenes estudiantes de secundario y primeros años universitarios escribía los esténciles y los imprimía en un mimeógrafo. La venta de los apuntes era un recurso genuino con el que se pagaba la cuenta de la farmacia, ya que los remedios que teníamos no alcanzaban a cubrir la demanda y había que comprar lo que no se podía conseguir con los laboratorios o con los visitadores médicos. En ese equipo, entre los que manejaban el mimeógrafo estaba Néstor Grill quien trabajó como voluntario desde 1972 hasta noviembre de 1976 cuando ‘al parecer’, el entonces vicario general, Monseñor Ogñenovich, decidió que Cáritas debía cerrarse”.

Dos testigos.
En una de las requisitorias para la elevación a juicio contra los oficiales de la Marina por delitos de lesa humanidad, la Justicia indicó sobre Grill: “Aún permanece desaparecido, sin que se haya acreditado su liberación, lo que sumado a las numerosas evidencias, tratamientos similares que recibieron otras víctimas, lo probado en el resto de las causas que tramitan en el país y en el extranjero, nos lleva a la conclusión que estando privado ilegalmente de su libertad, fue ejecutado por sus captores utilizando algunos de los medios y métodos de los que habitualmente se valían, ocultando luego su cadáver en procura de la impunidad de sus autores”.
De acuerdo a la prueba recolectada, fue visto en cautiverio en el CCD Baterías por dos testigos junto a otros integrantes del grupo de jóvenes de Cáritas. Uno fue Eduardo Eraldo y otra Diana Silvia Diez, otra secuestrada e integrante del grupo, que falleció en los años 80. En su declaración, ella supo mientras estaba secuestrada en “Baterías” que Néstor estaba en esa sede y una mañana “escuché comentarios de la gente que estaba detenida, pudiendo identificar a Marta Mantovani entre ellos, que faltaban tres personas, es decir Néstor Grill, Gerardo Carcedo y Horacio Russin (…) Me expresaron que los habían sacado el martes por la noche y que temían por la vida de ellos por cuanto se los habían llevado a los tres juntos”.
Por la vida de Grill se pidió en contadas veces. Entre otras causas agregadas al expediente contra los marinos figuran, luego de la denuncia de sus padres ante el Juzgado en lo Penal 1 de Bahía Blanca. Luego hay presentados entre 1977 y 1984 ocho habeas corpus, uno de ellos en La Pampa.

Documentos secretos.
La Justicia Federal también agregó al expediente algunos documentos secretos que estaban en su legajo en los Archivos de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA), la “Sección Política” de la Bonaerense. Allí en la Mesa “DS” (“Delincuentes subversivos”), en el legajo 6.843 caratulado: “Secuestro a Néstor Rubén Grill (Bahía Blanca)” se adjuntan sus “antecedentes” en la ciudad portuaria.
Indica el expediente: “Habría integrado el grupo Cáritas Argentinas que dirigía el Padre Néstor Navarro, sito en calle Rodríguez Nº 78 de Bahía Blanca, dependiente de la Curia Eclesiástica, teniendo a su cargo el mimeógrafo con el que habría realizado trabajos para el Instituto Juan XXIII y encargos de estudiantes secundarios. Podría haber pertenecido a la JUP. Recientes interrogatorios lo dan como actuando con la imprenta de la OPM Montoneros o por lo menos ‘conocería actividades'”.
La Justicia indica sobre esos datos que “resulta interesante esta última observación, pues se indica, en la planilla ‘antecedentes’, que los interrogatorios ocurrieron el 5 de noviembre de 1976, el día posterior a su detención. Es de hacer notar, a partir de los datos encontrados en el Legajo, que la DIPBA poseía informaciones sobre Néstor Grill el día después de su detención y, asimismo, que existieron interrogatorios, mediante los cuales se extrajo información sobre su militancia”.

“Su único delito fue reclamar”
El sacerdote catalán Josep Torras, que tuvo a cargo la parroquia de Jacinto Arauz hasta 1971, y militó en el tercermundismo, compartió tareas pastorales con Néstor Grill. Desde España, en una entrevista sobre su paso por La Pampa, Torras recordó que “a Néstor lo consideré siempre como un hijo espiritual, junto a la parroquia corrieron sus mejores años de adolescencia”.
El cura recordó: “Al ver que el muchacho despuntaba por su inteligencia creí que podía mandarle al seminario de Bahía Blanca. Posteriormente, el tipo de formación que allí daban no cuadraba con sus ideales, e ingresó en la Universidad”.
Torras indicó: “En mi despacho parroquial tengo la imagen de Néstor. Su único delito fue denunciar una injusticia de su barrio de Bahía Blanca, lo pongo siempre como ejemplo a jóvenes de mi parroquia ya que supo ser cristiano de verdad y también como acusación a quienes creían matar en nombre de Dios”.

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