El poeta pampeano Edgar Morisoli sigue escribiendo en su vieja máquina Remington. Incansable, ahora pretende alejarnos del velador y de los almohadones para llevarnos a las mullidas butacas del Teatro Español, donde desplegará junto a Nadia Grandón un proyecto artístico incaraturable. Durante la segunda quincena de septiembre, el escritor ya pampeano presentará junto a otros artistas un capítulo de la lucha independentista seguramente desconocido por los docentes secundarios argentinos.
En entrevista con LA ARENA, Grandón y Morisoli explicaron que la presentación consistirá en la lectura escénica del último libro del escritor -todavía no editado-, “El mito en armas o Anunciación de Castelli Inca”, donde también habrá música, presentaciones audiovisuales y danza.
Un contraste dramático.
“Es un libro-poema de sentido épico, basado en la revolución de Huánuco, Perú, en 1812, y lo hacemos ahora por cumplirse el bicentenario”, explicó el autor. “Quizá fue uno de los movimientos emancipatorios más singulares, primero porque fue protagonizado en medida casi total por indígenas, y después porque esa enorme cantidad de hombres movilizados tras la idea de la liberación, estaban convocados por una consigna insólita y casi inexplicable: vuelve Castelli inca”, prosiguió.
“Tal movimiento se desató cuando Juan José Castelli estaba preso en Buenos Aires, sometido a un juicio de residencia realmente inicuo, y además ya enfermo del cáncer de lengua que ese mismo año lo llevaría a la muerte. El hombre real estaba preso y enfermo, pero su mito, generado por el imaginario popular, al mismo tiempo animaba una revolución indígena en Huánuco”.
Morisoli inició el trabajo hace más de cuatro años, “me pregunté cómo se había gestado el mito que alcanzó semejante fuerza como para movilizar 15.000 hombres. Una hipótesis mía fue que se sumaron varios factores. Primero una tradición rebelde de las masas indígenas, porque las rebeliones populares contra el poder español comienzan, justamente, con la llegada del español. Por otra parte, se sumaron acciones directas de Castelli. Cuando tras la batalla de Suipacha el ejército patriota domina el actual territorio de Bolivia, que entonces se llamaba el Alto Perú, Castelli y su secretario Monteagudo montan una red de espías, de agentes confidenciales. La acción de esos individuos y también de la prensa, que se redactaba también en lengua indígena, ayudaron en la propagación de los conceptos revolucionarios”, explicó.
Aniversario y carnaval.
“A todo eso se suma una celebración muy especial que protagonizan Castelli y Monteagudo, que fue el primer aniversario de la Revolución, o sea, la conmemoración del 25 de Mayo de 1811. Ellos afrontan eso en condiciones muy especiales y desfavorables. En Buenos Aires ya había ocurrido el golpe Saavedrista del 5 y 6 de abril de 1811, y todo el sector morenista estaba o preso o desterrado. Ellos dos habían quedado allá arriba, a orillas del Titi-kaka, pero sin nadie atrás, y entonces deciden jugar la carta más fuerte. Eligen para celebrar el 25 de Mayo el punto de mayor carga simbólica y espiritual de todo el macizo andino: Tiahuanaco, las ruinas de la mayor ciudad preincaica de América”.
“Esa celebración dura como dos o tres días, y allí se otorgan y ponen en práctica todas las libertades que recién dos años después iba a aprobar la asamblea del año 13. De esa junta participaron todas las civilizaciones indígenas. Yo calculo que las redes de los agentes, la prensa y ese acto tuvieron una tremenda repercusión, y luego de que los hechos de tal acontecimiento pasaran de boca en boca -seguramente deformándose un poco-, en Huánuco se gestó esa creación del imaginario popular, que fue el mito de Castelli inca. Es mas, se preparaban ya para recibirlo, sin saber que estaba preso y a punto de morir”.
Infinita espera.
“La revolución estalló con una violencia inusitada por parte de los indígenas. Hay que tener en cuenta los tres siglos de opresión y, además, porque ocurrió en una época muy particular del mundo andino: el carnaval -que tiene una dimensión muy distinta a lo que entendemos acá-. Justamente para esa fecha, 23 de febrero de 1812, empiezan a bajar de los cerros a Huánuco los contingentes indígenas en un número inusitado, muy superior al que bajaban para el carnaval todos los años. Por supuesto la revolución fue bárbaramente sofocada y la represión española fue feroz”, concluyó el escritor.
Artistas.
El espectáculo se realizará el próximo sábado 22 de septiembre a las 21. En el mismo participarán los músicos Carlos Schulz -vientos-, José Gabriel Santamarina -percusión-, José Gerardo “Lalo” Molina -guitarra- y Jorge “Mono” Fraile, la bailarina Cintia Pérez y el artista visual Alejandro Urioste. La dirección y la puesta en escena estará a cargo de Nadia Grandón, aunque para el último rubro colaboraron los artistas plásticos Juan Jorge Harb, Dini Calderón y Martha Arangoa. En tanto, los textos serán leídos por Hilda Albarado, Armando Lagarejo , Guillermo Herzel y el propio Morisoli.
Los agentes secretos.
“Aquellos espías de 1811 eran personajes únicos, primeramente porque hablaban las dos lenguas indígenas dominantes (aimará y quechua) además del castellano. No usaban los caminos, por ejemplo, y a cada lugar que llegaban ya llevaban, entregados por Castelli o Monteagudo, la lista de personas a quienes podían ver en cada lugar. Esa red hizo un trabajo de difusión revolucionaria extraordinaria, y de ellos se sabe porque ha quedado el diario de un agente, que está en el Archivo General de la Nación “, explicó Morisoli.
(La Arena)