Angela Heit, el largo camino de 103 años desde el río Volga a Santa Teresa.

Ángela Heit, “abuela Ana”, como la llaman todos, con sus 103 años vive en Colonia Santa Teresa con una de sus hijas, Popa, de 77 años. La Asociación Descendientes de Alemanes en La Pampa hizo entrega de medallas a dos abuelas descendientes de alemanes. Fue un reconocimiento por su trayectoria como amas de casas y como madres y por preservar la cultura alemana.

Desde hace 8 años la asociación brinda un homenaje a los mayores en el mes del inmigrante. En esta oportunidad fueron reconocidas Ángela HeitEmilia Richter.

Ángela Heit, “abuela Ana”, como la llaman todos, con sus 103 años vive en Colonia Santa Teresa con una de sus hijas, Popa, de 77 años. Popa es peluquera y no deja pasar un sábado sin hacerle la permanente a Ángela para que siempre esté impecable.

Ángela nació un 12 de julio de 1909 en Colonia San José, Coronel Suárez. Fue la cuarta de 11 hermanos. Sus padres, Juan Heit y Ana María Stork, vinieron de Rusia a mediados de 1900 con el mayor de sus hermanos, Ignacio, de 3 meses de vida.
Contó que “se escaparon de Rusia”, y que para hacerlo “las mujeres escondieron a sus maridos temblorosos bajo las polleras largas, ya que en el barco no permitían subir a los hombres”.

Explicó que una de las razones por las que escaparon fue que “los hombres eran obligados a realizar trabajo esclavo. A la mañana temprano los pasaban a buscar y a la noche los traían de nuevo a su casa. Las mujeres siempre tenían miedo de que no volvieran, mientras que los hombres nunca hablaban sobre los trabajos que debían realizar”.

Otra de las razones fue que “hacía mucho frío”. Vivían en la región de Sarátov, una importante ciudad rusa situada a unos 858 km al sureste de Moscú, sobre el lado derecho del río Volga, el cual se congelaba y debían atravesarlo con trineos. Debido a la rigidez del clima, la única actividad que desarrollaban era la cría de vacas lecheras (similares a las holandesas) en establos. Esta limitante fue un impulso para buscar nuevos horizontes.

Contó que “lo único que sabían era que cuando llegaran al nuevo país debían decir ‘Coronel Suárez’”. Se instalaron en San José, una de las tres colonias de Coronel Suárez. Al llegar se dirigieron al campo de un tío de apellido Shwab, el cual había ido a Brasil primero y de allí a la Argentina y los estaba esperando.

Ángela concurrió a la escuela de Coronel Suárez hasta 4º grado. Luego fue al Colegio de Hermanas de la misma ciudad, donde le enseñaban todo en la lengua Sarátov, dialecto alemán.

A sus 13 años, en 1922, fue cuando sus padres decidieron venirse para La Pampa, año en el que se fundó Colonia Santa Teresa. Dijo que cuando llegaron, el padre para elegir las tierras lo primero que hacía era probar el agua y decidía si quedarse o no. Lo que buscaban era que haya buena calidad de agua, requisito que cumplían los campos de Colonia Santa Teresa. Dijo que “cuando llegaron no había casa y los primeros meses vivimos debajo de los carros o chatas rusas a los cuales cubrían con bolsas para hacer reparo, hasta que construyeron la casa”.

Una vez instalados, los primeros años debían concurrir a Guatraché a la misa en carrito. La familia comentó que Ángela “no pasa un día sin rezar el rosario”.

Dijo que su abuela, Mariana Shrelt, con más de 100 años (no sabe bien la edad porque dice que cuando se vinieron de Rusia no tenían papeles como ahora), no quería venir para La Pampa, por lo tanto la dejaron en Coronel Suárez.

El 12 de octubre de 1933 se casó en la antigua iglesia de Santa Teresa con Jacobo Duckardt, ella con 25 años y él con 26. En un primer momento vivían en el campo. Recién a los 60 años de edad se compraron una casa y se fueron a vivir al pueblo. La casa no estaba terminada y fueron ella y su marido quienes la terminaron. Ella ayudó a hacer los adobes y era la encargada de revocarla con barro del lado de afuera. Adentro pintaba las paredes con brochas que ella misma construía con pasto puna. En cuanto al piso, de tierra, lo lavaba casi todos los días con agua y luego le agregaba arena para emparejarlo.
Tuvieron 8 hijos: Irene, Adela (Popa), Lidia, Amanda, Heriberto (Nene), Orlando, Alcira e Irma. Además, en la actualidad tiene 17 nietos, 36 bisnietos y 6 tataranietos. Sus hijas la definen como “una luchadora”.
A la abuela le gusta mucho cocinar y le encanta criar aves de corral. Conserva su gusto por vestirse bien y estar siempre arreglada.
Hoy, a pesar de los años, tiene una gran lucidez, su memoria está intacta y es inigualable.
(El Diario de La Pampa) 

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3 thoughts on “Angela Heit, el largo camino de 103 años desde el río Volga a Santa Teresa.”

  1. Querida tia Ana que hermoso todo lo que contaste de tu vida,y lo más importante el reconocimiento que te dieron a tu incansable labor por la vida.Verte en la compu fue muy emocionante para mí Felicitaciones Tia Ana!!!!!!Un beso grande!!!!!

  2. Cuánto enseñan estas historias. Deberíamos mostrar más historias así, la sociedad debería incluir más a los ancianos, acercarlos por que no a alguna charla dirigida a los adolescentes para que puedan apreciar más y ver con más claridad los contrastes entre estos años y aquellos… poder escucharlos y preguntarles como perciben ellos desde su sabiduría el modo en que vivimos actualmente. Una nota muy enriquecedora.

  3. Que sorpresa me llevé hoy…el hijo de un primo de mamá Héctor Atilio Heit, se contactó conmigo…hija de Florentina Heit ! me alegré mucho !! Ahora acabo de leer lo de tía Ana (según mamá) siempre ella me contaba lo de tía porque por intermedio de tío Ricardo Heit, sabíamos que aún espera a sus hijos con la comida hecha !!! Me enorgullese la hayan distinguido! un beso grande para ella y su familia !!!

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