Verna y el golpe, o hacer realidad el peor de los temores


Verna y el golpe,  o hacer realidad el  peor de los temores

Por Norberto G. Asquini

La noticia fue un tsunami para La Pampa: el gobernador Carlos Verna citó este jueves a los medios y le habló a la sociedad pampeana sobre su enfermedad y la decisión de que no afrontará su reelección. Lo que disparó una revolución en el ámbito político provincial por sus enormes implicancias, aunque cualquier análisis sobre lo que vendrá por ahora es demasiado prematuro.

Si algo caracterizó la trayectoria política de Verna fue que no temió dar noticias que le cambiarían por completo el libreto a la sociedad. En 2007 decidió bajarse de la reelección y “desensillar” durante dos años hasta lograr la senaduría. Y en 2011 sorprendió a todos con su renunciamiento a ser candidato a gobernador. Si algo también lo caracteriza, es que ejerció el poder duro y puro, como ya lo hemos dicho en otras ocasiones. A pesar de las críticas a derecha e izquierda que se le pudieran hacer, en los últimos 15 años ha sido el dirigente central de la política provincial, hasta en momentos en que parecía quedar desplazado o en segundo plano. Tener el poder, dejarlo, disputarlo y ganarlo.

Todo eso se conjugó este jueves 6 de septiembre cuando realizó el anuncio. Conmovió hasta a los dirigentes y funcionarios más cercanos, que no sabían de su enfermedad, y se enteraron en vivo y en directo. Horas antes, cuando convocó temprano a la conferencia de prensa, le dijo a su interlocutor sin adelantarle el tema: “Escuchala, no te vas a olvidar de esta”.

El anuncio revolucionó al ámbito político y al periodístico, que comenzó a elucubrar posibles reemplazantes y escenarios futuros cuando todavía queda mucho camino. No hay que adelantarse a los tiempos complejos que sobrevendrán, ni tampoco descartar la centralidad que tiene hoy la figura del gobernador en decisiones futuras. Pero el aviso dejó pensando a muchos, porque el político piensa en político, y en poder, en cualquier circunstancia. Hasta la oposición, entre los que hubo mensajes de acompañamiento hasta los que por lo bajo comenzaron a calcular cómo puede llegar a favorecerl a sus candidatos.

La decisión de Verna es un golpe de efecto para el PJ por todo lo que supone: el adelantamiento de los tiempos, no solo electorales sino también políticos. Hasta ahora el peronismo y sus aliados habían ido cerrando filas y descansaban en la segura reelección de Verna y su conducción. Ahora se abre un abismo de dudas. Deberá haber una renovación forzada tras la salida obligada de uno de los últimos grandes dirigentes de la generación del 83. De alguien central para la actual política provincial.

Esto también es un golpe en todas las direcciones. Hacia arriba, porque es uno de los gobernadores más duros con el presidente Mauricio Macri y ha enfrentado su política económica. Para La Pampa, porque es quien debe afrontar la pelea con la Casa Rosada para ponerle freno a los ajustes presupuestarios. Y para al peronismo nacional porque es un referente con sus posturas en el fragmentado escenario interno.

Verna hizo realidad para la sociedad pampeana, y no solo para el PJ, el peor de los temores. Porque los rumores, infundados pero que corrían como supuestas verdades, de enfermedades y renuncias de gobernantes en el mundo político y periodístico han sido moneda corriente. Desde los tiempos de Rubén Marín en adelante. Versiones siempre desmentidas por la realidad. En los últimos años, cuando se asociaban esas dos palabras a Verna, se descartaban por todos los antecedentes. Contra toda lógica y racionalidad, esta vez es cierto.

Con una voz que connotaba su consternación, uno de los dirigentes del vernismo consultados por el autor de la columna destacó “la entereza” que tuvo Verna de tomar la decisión de informar su enfermedad y su decisión política a la sociedad pampeana. Hasta en su momento más difícil, Verna es un animal político. Les guste o no a quienes esto están leyendo.

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