Un papelón frente a la escuela y a los chicos

El predicar con el ejemplo es una de las acciones que todos los integrantes de una comunidad debiéramos asumir de modo permanente, pero fundamentalmente cuando actuamos frente a nuestros propios hijos. Lamentablemente a veces las acciones que encarnamos van abiertamente en contra de lo que corresponde, por el hecho de vivir en una sociedad que se cree civilizada, contribuyendo así y de modo significativo a que éste núcleo del que todos somos parte, sea cada vez un poco peor.

Quizá el de ayer haya sido un hecho más, una gota de agua en el mar, apenas una de las muchas situaciones similares que se producen diariamente en General Pico, o en cualquier otro lugar, pero esta vez fue frente a la escuela, con docentes que tuvieron que dar aviso a la Policía porque en la calle había dos hombres que estaban esperando la salida de un tercero -papá de otro alumno- al que presuntamente querían golpear y ante la presencia de niños, para hacer todo un poco más bochornoso.

Por suerte, la presencia de dos efectivos evitó el papelón mayúsculo, aunque no pudo disimular el mal momento que pasaron los chicos, con varios curiosos que no querían perderse detalles del “espectáculo”.

La Escuela, ese lugar esencial donde la persona se prepara para ser alguien en la vida, fue el lugar elegido por esos individuos que creen que todo se arregla a las piñas, que el camino es la violencia y que el ‘macho’ es aquel que va de atropellada a pelear por diferencias que deben subsanarse de otro modo, porque “educación” no debe ser sólo una palabra, sino una forma de vivir y una manera de actuar.

El hecho al que se hace referencia en estas líneas ocurrió poco después del mediodía, frente a la Escuela 237, en 103 y 10, y aparentemente todo se originó a partir de las reiteradas peleas entre dos alumnos de ese establecimiento, situación que derivó en la intervención de los padres, adultos que en lugar de actuar con educación y altura, fueron en búsqueda de la venganza a través de la fuerza y la pelea callejera. La discusión, terminó siendo sólo verbal, pero no por eso debe quedar en que ‘no pasó nada’.

Deberíamos pensar, entonces, que si esos chicos de entre 10 y 12 años se mostraran violentos en sus actividades cotidianas, la actitud podría tener que ver con lo que viven a diario. Lamentable, y ojalá reflexionemos todos.

Fuente LA REFORMA 

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