El acuerdo cerrado, la disputa por lo nacional y un único ganador.
Esta semana empiezan las negociaciones, pero el acuerdo está cerrado, ante la presión de los tiempos. Quedan solo 20 días para armar el frente. Salvo que estalle lo nacional: este martes hay reuniones entre los pampeanos y Sanz, y luego con el macrismo, por las boletas al Congreso.
Norberto G. Asquini
Quedan veinte días para cerrar frentes electorales en la provincia para las votaciones de octubre, apenas treinta para armar las listas de diputados, intendentes y concejales en toda la provincia, y recién los enviados de la UCR y el PRO comenzarán a delinear en estas horas los trazos de una posible “gran alianza” que intente contener a la mayoría de la oposición y rompa el techo del 40% de los votos para intentar derrotar al PJ.
No es fácil en tan poco tiempo, y con tantos intereses en juego, conformar a todos. Sobre todo porque el armado será un rompecabezas en el que las piezas deberán encastrar bajo presión.
Apenas comenzadas las negociaciones empezaron los problemas. El radical Francisco Torroba pretende cerrar con todos los partidos posibles, sumar los votos necesarios para enfrentar al PJ. Y el PRO quiere hacer valer su espacio ascendente desde 2013 de la mano del diputado Javier “Colo” Mac Allister.
Pelea por el senador.
La semana pasada Torroba y Mac Allister hablaron. Allí surgieron las primeras alarmas para el radicalismo. El PRO pretende quedarse con el cargo de senador que pone en juego la UCR -algo a lo que buena parte del radicalismo se opone- a cambio de que el candidato a gobernador sea Torroba. Estos afirman que hubo un acuerdo nacional con Mauricio Macri que determinó que las provincias que tengan senadores y diputados de la UCR mantendrán esa prioridad en el armado. Pero desde el PRO le responden, en forma contundente, que cada jurisdicción hará su armado propio sin interferencias nacionales.
Por lo pronto, una delegación de los máximos exponentes del radicalismo pampeano se reunirá el martes con Ernesto Sanz para aclarar la cuestión, y que presione para que en La Pampa los legisladores queden para la UCR. Acto seguido vendrá una reunión con el PRO a nivel nacional en el mismo sentido. Torroba ya quiere desentenderse del problema y que los costos políticos los pague Sanz, lo que le permitiría eliminar de las listas a los competidores internos no deseados sin esfuerzo propio. Lo legislativo nacional es un problema para él, que quiere concentrarse en la boleta provincial, pero al mismo tiempo necesita entregarle esa prenda al PRO para que acepte firmar un acuerdo en el cual la boleta provincial pueda ir enganchada a varias boletas presidenciales (Sanz en la primaria, Stolbizer, tal vez Massa), no solo la de Macri que es en sí un problema, una cuestión que es el centro de la estrategia electoral de Torroba.
Torroba pretende que Sanz se haga cargo de esa negociación nacional y acuerde con el PRO tanto permitir la postulación del “Colo” como bajar a los propios -en una especie de depuración interna que lo favorezca a futuro-, y se haga cargo de los costos políticos de la decisión de perder el senador.
En ese marco estaría dispuesto a dejarle abierto el juego a Mac Allister para que vaya a una primaria contra un postulante radical a cambio de evitar que lo acompañe en la fórmula a gobernador. No le da confianza un vice como Mac Allister con juego propio, y lo prefiere lejos. Pero también podría conseguir algo que hoy no tiene gracias a ese intercambio: financiamiento para la campaña.
El vetado.
Los negociadores empezarán a juntarse a partir de hoy. Pero ya hay problemas. Los radicales vetaron a uno del PRO, el ex legislador y ex intendente de Macachín, José Luis Orozco, esposo de Josefina Díaz. Ambos se sumaron a las filas de Mac Allister molestos porque en la UCR no le dieron el espacio que dicen representar. Para los radicales es indigesto tener que negociar con un ex correligionario que “se pasó” de bando apenas unos meses atrás. El problema con los vetos tempranos es que dan una muestra de lo que puede ocurrir después, cuando se tengan que armar listas y repartir cargos. Qué pasará, por ejemplo, si Mac Allister decide que Josefina Díaz integre una nómina.
Pero el acuerdo, decimos en el título, está cerrado. ¿Por qué? Con los tiempos encima, en lo provincial ya no hay margen para nada. Nadie puede armar una boleta en tan poco tiempo. En esta situación, Torroba ha sido el más inteligente: los arrinconó a todos con los tiempos y su capital electoral y les impondrá los nombres que él quiera.
Problemas.
Desde el PRO ya se advierte que solo pretenden lo que les corresponde, y que si el acuerdo fracasa será producto de la “soberbia” radical. Ser parte de la boleta a legisladores nacionales y algunos diputados provinciales es la meta. Desde la UCR quieren ser los grandes electores y ponerle condiciones. Mac Allister tiene una gran coincidencia con Torroba: no quiere ser vicegobernador y desde la Ciudad de Buenos Aires lo impulsan para senador, el cargo que realmente le interesa a Macri para reforzar la presencia legislativa a partir del 10 de diciembre. El ex futbolista es el “pollo” del jefe de Gobierno porteño al que muestra en cuanta actividad pública realiza y preferiría verlo en la Cámara Alta.
Hay otros problemas generados por esta negociación. Mac Allister había sumado al jefe comunal de Intendente Alvear, Eduardo Pepa, a sus filas. Tenía su nombre como posible vicegobernador. Torroba también lo sondeó a espaldas del ex futbolista para que lo acompañe como vice, ya que lo prefiere al alvearense. El intendente, sabedor de que sería usado por los dos dirigentes para lograr sus respectivos objetivos, no quiere ser segundo en una lista que va a perdedor. Pretendería lo seguro, antes que volverse a su casa.
El gran ganador.
Torroba aspira alto, pero parece mirar la política con una concepción de intendente. Su estrategia es la de la acumulación de poder personal, más que de la construcción general, ya hemos dicho. Un juego en el que hay un solo ganador. Negocia con el PRO pero habla con sus aliados en Propuesta Federal por detrás, como el MID y el Mofepa. Le pone frenos al socialismo que tiene candidatos propios en las dos ciudades principales, y al Fregen, hoy reducido a su mínima expresión, tratando de contenerlos con promesas. Está cerca de lograr su objetivo: en treinta días muchos de los actores que están en el arco opositor al PJ no tendrán capacidad para armar listas competitivas por sí mismos si no es sumándose a esa alianza. Ni el PRO, ni los pocos radicales disidentes, ni los demás partidos pueden tener una boleta completa de gobernador y diputados en ese plazo. Y quedan las de intendentes y concejales. Son entre 200 y 300 nombres que solo juntos se pueden conseguir.
Torroba hace y deshace producto de manejar los tiempos y dejarlos a todos sin juego propio a esta altura. Solo escapan las listas locales, sobre todo en Santa Rosa y General Pico, donde el candidato a gobernador pisó cualquier postulante emergente para no tener presiones y producto de esa misma estrategia se quedó sin nombres propios competitivos. En todo este esquema, la ruptura del acuerdo que se va tejiendo sería improbable, aunque nunca hay certezas.
Algo cierto es que todavía perdura y sobrevuela, a pesar de tener entre manos la concreción de una alianza amplia de la oposición, el “síndrome de eternos segundos”. Que se dispute el nombre del primer senador, y no los dos primeros, se ponga énfasis en los nombres de la lista de diputados provinciales o no haya precandidatos competitivos en Santa Rosa y General Pico delata que no hay conciencia de ganador. Algo en lo que debería trabajar el radicalismo, sobre todo, para ser verdadera alternativa de poder. Todo es cuestión de convicción, pero en este caso flaquea.