Verna comenzó a  marcarle la cancha  a Macri en año electoral

Verna comenzó a marcarle la cancha a Macri en año electoral

Por Norberto G. Asquini

No son muchas las cosas en las que el gobernador Carlos Verna coincide con el presidente Mauricio Macri, pero una que es segura es que 2017 será un año marcado por las necesidades. Y hay dos centrales: por un lado, las económicas, y por el otro, las electorales. Todo movimiento que hagan o medida que tomen en sus gobiernos estarán signados por esas dos cuestiones. Afrontar un año complicado en lo económico y unas elecciones que definen el futuro de cada gestión parece ser el precepto que guiará cada paso que den los mandatarios.

En ese marco, la relación será aún más compleja y conflictiva, y enero dejó más de una muestra de que será así. Verna ya envió señales de que va a “marcarle la cancha” a Macri en cuanto pueda, una metáfora futbolera que bien podría haberla pensado el “Colo” Mac Allister. Luego del conflicto abierto entre ambos gobiernos por las responsabilidades en los incendios que devastaron el 10 por ciento de la superficie provincial, en el que ninguna de las partes ahorró críticas y acusaciones, llegó el tema de los derechos humanos.

Verna fue uno de los dos gobernadores, además de intendentes principalmente del Conurbano bonaerense, que decretó la inmovilidad del 24 de marzo y del 2 de abril en contra de la disposición presidencial que cambiaba los dos feriados más sensibles en la memoria colectiva. Macri, ante la rebelión de los mandatarios y la avalancha de repudios en contra de la decisión, tuvo que dar marcha atrás con el decreto. Dos viejos enemigos, Verna y la expresidenta Cristina Fernández, coincidieron por primera vez en este punto y hasta la exmandataria retuiteó la noticia de la postura tomada por el pampeano. Macri parece generar estas cosas antes impensadas. Poco después, el gobierno provincial, a través del secretario de Derechos Humanos, Antonio Curciarello, pidió la separación del cargo del responsable de la Aduana por los dichos que relativizaron el terrorismo de Estado durante la dictadura militar.

La polémica nacional en estos dos temas dejaron en claro que a pesar de la victoria de Cambiemos sobre el Frente para la Victoria, hay políticas públicas que se han convertido en políticas de Estado, como la cuestión de los derechos humanos, y concepciones como un Estado de amplia presencia -que regule los mercados con efectividad pero que administre con responsabilidad- que han sido adoptados por la sociedad después de doce años de kirchnerismo y que serán difíciles de revertir para quienes se oponen. Macri ha tomado nota también de esto en sus políticas, y así lo muestran sus idas y venidas.

Pero también la postura sobre esta problemática sirvió a Verna para comenzar a marcar la relación institucional, política y electoral con el presidente Macri. Ya lo habíamos dicho en esta columna el año pasado, el mandatario pampeano está entre los duros del peronismo y este año parece que profundizará su estrategia de confrontación.

Del otro lado no fue menor la reacción. Los medios “amables” con el gobierno nacional se dedicaron a mostrar en los primeros días de enero una provincia incendiada donde la responsabilidad de la crisis era cargada a la gestión pampeana. Y hasta ya hubo señales de que Nación quiere sortear la presencia del gobierno provincial y “bajar” fondos y programas directamente a las intendencias, aunque estas sean las cercanas a Cambiemos.

La próxima semana Macri quiere reunir a los ministros de Economía de las provincias para comenzar a discutir un nuevo esquema de Coparticipación. Verna considera que es atendible la postura de la Provincia de Buenos Aires de reclamar más fondos, y ya se lo dijo a la pasada en una conversación a María Eugenia Vidal, pero también entiende que esto no debe ser a costa de lo que puedan perder el resto, entre ellas La Pampa. Otro tema que seguramente tendrá a ambas gestiones a cada lado de la mesa.

Por debajo de la superficie informativa de los medios, se prolonga esa tensa relación pública entre el macrismo y el gobierno venista. Se habían prometido 400 millones de pesos para afrontar el déficit de 2016 de la caja jubilatoria provincial, pero ese dinero no llegó el año pasado. Ahora Nación envió una auditoría para determinar el total de ese déficit. Desde Hacienda afirman que es la primera provincia que recibe esta comisión, pero que igualmente la llegada de esos fondos se ha dilatado demasiado.

“Lo único que está llegando de fondos son los automáticos de la Coparticipación. Estos han ido en aumento, pero no son suficientes. En el período 2015-2016 se incrementaron un promedio del 32 por ciento, pero la inflación del año pasado fue del 40 por ciento”, indica una fuente del gobierno provincial sacando cuentas de un año que comenzó flaco. Y continúa: “No se ven dineros de programas nacionales tampoco”.

La Coparticipación es un tema crucial para afrontar una economía estancada y con problemas que no parecen solucionarse y en un año de elecciones, donde las relaciones se tensan aún más entre un gobierno nacional de un signo político y uno provincial de otro. Un período en el que los fondos comienzan a retacearse. Y La Pampa está necesitada de las arcas nacionales. El 35 por ciento del financiamiento de gastos corrientes es con plata propia y el resto con la que coparticipa Nación. En ese escenario se observa desde el entorno de Verna que hay cada vez menos fondos que llegan de Nación, la provincia tuvo que afrontar inundaciones e incendios de campos que repercuten en los ingresos, se produjeron otros gastos millonarios para paliar la situación de las zonas por donde pasó el fuego y el nivel de actividad es cada vez más bajo.

Cualquier medida que tome o anuncie Macri en 2017, cada gobernador la analizará con su propio filtro pensando cuánto tiene de ajuste económico y cuánto de competencia política. Para Verna, esto no será novedad, sino parte de una relación que hoy vive bajo la tiranía de las necesidades encontradas de ambos gobiernos.

 

 

 

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Agenda 2017: ¿una  elección de dos o  una elección de tres?

Agenda 2017: ¿una elección de dos o una elección de tres?

Por Norberto G. Asquini 

El lector de esta columna va a decir: “esto ya lo leí”, porque su argumento central ya se ha analizado en otra circunstancia política. Porque la incógnita actual, y en las próximas semanas, sobre el escenario electoral para las legislativas nacionales de este año, pasa por si será una elección de dos contendientes o será una elección de tres. Si el oficialismo provincial, el PJ, competirá con la lista del oficialismo nacional de Cambiemos (PRO + UCR), o si la oposición se dividirá en Cambiemos (o Propuesta Federal con el PRO) y Frepam (con la UCR). ¿Será una elección de dos o será una elección de tres fuerzas para competir por los tres cargos de diputados nacionales en juego? El mismo interrogante que se debatía a comienzos de 2015, hace exactamente dos años. Después fue una elección de dos.

Para los comicios de 2017 el primer dato estratégico ya está definido: el eje estructurante de las próximas elecciones será “Macri sí, Macri no”. En ese sentido, Cambiemos (cualquiera sea su conformación) será la coalición que sostenga la boleta del gobierno macrista y la necesidad de avalar al presidente y conseguir bancas para apuntalar “el cambio”. Y el PJ será la lista de la oposición a la gestión de Macri con el discurso de peronismo “más duro” que quiere ponerle freno a sus políticas económicas. En ese sentido, el gobernador Carlos Verna lanzó en declaraciones periodísticas que el rival a vencer va a ser Cambiemos, con una oposición unificada, una manera más de polarizar con el macrismo, con el que cualquier tema o problemática se convierte en una nueva disputa política. Si bien esa confrontación tendrá una lógica anclada en lo nacional, entre oficialismo y oposición, en lo provincial continuará el escenario de la tradicional división entre el campo peronista y el no peronista.

En lo concreto, en lo electoral, en ambos frentes -el PJ y la oposición en La Pampa- sacan cuentas: para los justicialistas, que la oposición se divida en dos puede ser beneficioso porque se reparten los votos y el gobierno podría quedarse con dos de los tres legisladores que se renuevan; pero también puede ser peligroso, porque podría ocurrir lo de 2013, cuando en una elección histórica la tercera banca fue para el PRO con el debutante Javier “Colo” Mac Allister, “robándosela” al PJ, y con ayuda de la feroz interna que se vivía en el peronismo.

Pensando cómo hacer

Para la oposición, o por lo menos para el PRO y la UCR, ocurre algo similar. Una parte, la que promueve la boleta Cambiemos, afirma que con una oposición unificada se le gana al PJ la elección y se mantienen los dos cargos que tienen en juego, uno de cada fuerza; la otra, que promueve que el radicalismo continúe con la sigla Frepam, pronostica que hay más chances de que por separado se repartan en tres las bancas en juego. También se debe considerar en este análisis que el resultado económico de la gestión de Macri es quien definirá en buena medida las condiciones electorales de la oposición. Los incentivos a unificarse crecerán en tanto se revierta la situación actual, mientras que si se acrecientan los problemas de gestión cada sector tenderá a distanciarse y a diferenciarse.

Pero hay otro ingrediente para esta historia. Y es ver, si Cambiemos finalmente es un hecho en el que se unan macristas y radicales, qué hará cada sector en las PASO. El PRO irá con una lista propia, bien amarilla. Por ahora el nombre es el del diputado Martín Maquieyra, que quiere renovar su banca. Seguramente esa nómina recibirá el apoyo explícito del presidente. El radicalismo también quiere tener su boleta, o encabezar la del PRO. La UCR tendrá por ahora al menos dos boletas que competirán. Una es la de Francisco Torroba y la otra será la de los hermanos Altolaguirre. En las PASO es muy difícil, sobre todo cuando hay apenas uno o dos cargos a ocupar, que se evite la presentación de varios candidatos o se unifiquen listas, como ocurrió en 2015 para competirle al PRO. Una cuestión central a discutir será, si van dos o más listas radicales, esto acrecentará las chances de la única que presentará el macrismo al dividir apoyos.

¿Y los demás?

Además, hay que ver cómo se va a comportar el resto de las fuerzas que se presentarán en las PASO de agosto. Si como ocurre en toda legislativa el voto se dispersa y a quién le puede llegar a sacar apoyos. Por un lado, se puede conformar un frente similar al que se está dando en Provincia de Buenos Aires detrás de Sergio Massa y su alianza con Margarita Stolbizer, con los massistas pampeanos y otras fuerzas progresistas. Ya algunos están pensando en esta alternativa, aunque haya dirigentes como los representantes del Frente Renovador que quieren estar más adentro del PJ que afuera. Otra coalición que se presentará será el kirchnerismo no justicialista, con Nuevo Encuentro, representando a la “minoría intensa” de los seguidores de la expresidenta Cristina Fernández. El resto será para las fuerzas de la izquierda testimonial, dividida en un archipiélago de siglas, aunque en algún momento algunos de esos agrupamientos puedan llegar a tener una mirada mucho más práctica y realista sobre la política y conformen, como ocurrió a nivel nacional y en varias provincias (y con buenos resultados), el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT).

Advertencia marinista

Volvamos al PJ. El presidente del partido, Rubén Marín, lanzó en un encuentro de fin de año de su línea, que el justicialismo debe buscar la unidad porque sino puede estar en problemas, palabras más o menos. Algunos medios analizaron de forma muy reducida que era una advertencia para tener lugares de su sector en la lista de diputados. Marín va más allá: es un análisis de lo que está ocurriendo a nivel nacional, donde ante la dispersión interna entre tribus y grupos peronistas, cada distrito va a jugar al “todo vale” haciéndole el juego a Macri. Y también una señal de alerta a nivel provincial: el PJ debe ir unido apoyando una sola lista. Ese es el pensamiento generalizado de la dirigencia de todas las líneas. El justicialismo enfrentará a Macri, que en cada provincia quiere ganar bancas para tener un Congreso con mayoría propia y revalidar así su gestión, y que a pesar del estancamiento económico y la situación social, su figura todavía tiene un nivel de aprobación alto, según indican las encuestas. En ese marco, Verna con su posición de confrontación con la gestión macrista, es el garante de la unidad del justicialismo pampeano que se encolumna detrás de su liderazgo, unificando hasta a los kirchneristas del PJ.

El vernismo ha dejado trascender que en la lista de diputados sus dirigentes no estarán presentes, ya que muchos de los candidateables detentan cargos estratégicos en el gobierno provincial. Y que los lugares expectables pueden llegar a ser de líneas internas a las que se quiere “tener adentro” para lograr un mayor consenso, como al jorgismo. En su momento se mencionaron los nombres del intendente toayense Ariel Rojas o del excandidato a gobernador, Fabián Bruna, para encabezarla. El marinismo también quiere su lugar, como socio estratégico del vernismo. De ahí las especulaciones, y por ahora solo eso, a que el diputado Espartaco Marín, su figura más competitiva, pueda ser también un nombre.

Como a comienzos de 2015, el escenario actual es un reino de incógnitas y especulaciones. Aunque las definiciones parezcan aún lejanas, en política están ya a la vuelta de la esquina.

 

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El fuego, la política  y la competencia  de los dos gobiernos   

El fuego, la política y la competencia de los dos gobiernos  

Por Norberto G. Asquini

 

No hay nada como una crisis para que afloren las tensiones que estaban disimuladas o a punto de estallar. Los incendios que devastaron el sur y oeste de La Pampa fueron un desastre ecológico y económico que tuvo repercusión nacional. No es que no hubiera habido focos en los días previos, porque los brigadistas y bomberos habían estado trabajando en varios puntos. Pero la tormenta eléctrica que pasó por buena parte de La Pampa el 31 de diciembre desató con sus rayos muchos otros incendios y en el mismo momento. A partir de allí, con las condiciones imperantes, tanto climáticas por falta de lluvias como en los campos cargados de pasturas y en muchos casos sin las picadas correspondientes, las llamas fueron incontrolables. Defensa Civil, los bomberos u otros organismos están preparados para combatir el fuego en las zonas rurales, pero lo ocurrido los superó por factores que escapan a lo humano.

El resto es política. Todo es política, a pesar de que Mirtha Legrand intente en su mesa dominguera imponer el discurso de que “la política” ensucia lo que toca. Porque cuando ocurre una crisis lo que se discute sobre ella no son solo las soluciones que se deben adoptar, sino también el papel de los Estados, la respuesta de los gobiernos, la eficiencia de una gestión y la calidad de las políticas públicas. Todo, desde anuncios de paliativos y acciones hasta el reparto de culpas y acusaciones, son parte de ese gran paquete a discutir. Los pampeanos lo hicieron mientras observaron los incendios devorando campos y los medios nacionales reproduciendo las imágenes que se sucedían de lenguas de fuego y bomberos trabajando.

Ese fue el núcleo central de los cruces ocurridos entre Nación y Provincia en el marco de la crisis de los incendios. La relación entre la gestión del presidente Mauricio Macri y la del gobernador Carlos Verna ha sido compleja y hasta confrontativa. Como ya habíamos indicado en esta columna, el conflicto fue in crescendo durante el primer año de gobierno de ambos, llegando a diciembre a su punto más alto cuando se discutió las reformas al Impuesto a las Ganancias. De hecho, el viceministro del Interior, Sebastián García De Luca, dijo directamente en declaraciones periodísticas que “es difícil” la convivencia política con Verna. En ese marco de tirantez, es que se sucedieron las acusaciones de unos y otros.

Esta vez el conflicto fue directo porque implicó discutir no solo fondos o los rumbos de determinadas decisiones políticas, sino una crisis que afectó directamente al territorio y a sus habitantes. Ante las proporciones que habían tomado los incendios que arrasaban con todo a su paso, la Provincia afirmó que Nación se había enterado tarde de su magnitud y que no se había preocupado. Lo cierto es que cuando las fotos del drama pampeano llegaron al diario La Nación, recién entonces se levantaron algunos teléfonos con mayor premura en Buenos Aires. Desde Nación se justificaron que Provincia era quien debía convocar al Plan Nacional de Manejo del Fuego, y que no lo había hecho cuando debía. Provincia se quejaba de la falta de atención, Nación contraatacaba con los equipos que había enviado. Para la oposición pampeana, la improvisación de las autoridades provinciales y la falta de control hacia quienes debían hacer las tareas de prevención, los mismos productores, fueron factores que ayudaron a que se magnificara la problemática. Para el gobierno, los incendios son propios del paisaje pampeano, pero esta vez fueron superados por la naturaleza.

Todo es política, y eso se vio reflejado en cada postura tomada frente a la crisis. Como la fallida llegada del ministro de Ambiente nacional, Sergio Bergman, su “profecía apocalíptica” y su falta de definiciones. A su llegada fue rodeado por funcionarios provinciales que le reclamaron soluciones, sin obtener mucho más que algunas palabras. En esta oportunidad, no se pudieron justificar las falencias hablando de la “herencia recibida”. La subejecución del presupuesto de Ambiente, uno de los argumentos que recayeron sobre Bergman, no es culpa de la anterior gestión.

Mientras tanto, y para dar cuenta de la dimensión política que tuvo esta crisis, en los medios se iba multiplicando el conflicto entre ambos gobiernos. El diputado del PJ, Ariel Rauschenberger, no muy afecto a declaraciones altisonantes, acusó directamente a Nación de no hacer nada. Fue el primero de varios del oficialismo pampeano que endurecieron su discurso. Del otro lado, salieron a defender al gobierno nacional todos los referentes del macrismo en La Pampa, desde el secretario de Deporte, Javier “Colo” Mac Allister, los tres diputados provinciales de Cambiemos y el presidente del PRO pampeano. La presencia de intendentes del PJ respaldando a su par de La Adela, la localidad más afectada por los focos del sureste, fue otra muestra de poder territorial del PJ.

También las medidas que se tomaron para paliar la situación del sur pampeano mostraron el papel de cada gobierno, y de cada Estado. Verna llamó a los ministros del Interior y de Agroindustria para apurar el envío de fondos. Mientras tanto, desde provincia se declaraba el “estado de desastre agropecuario”. Es la tercera declaración que se hace, una fue de emergencia a comienzos de 2016 y otra similar en octubre por las inundaciones que se sufrieron en el norte provincial. En ambas, la homologación de Nación se realizó mucho tiempo después y los fondos que debían ser destinados a La Pampa, aún hoy, no llegaron. Del otro lado, hubo anuncios de Mac Allister de envíos de ATN para los municipios y de otros beneficios por parte del Ministerio de Agroindustrias.

Lo que dejó en evidencia esta crisis de los incendios, aún más que los cruces mediáticos, es la tensa relación entre el gobierno de Verna y Nación que no parece tener por ahora una salida. El escenario político quedó abonado con este nuevo conflicto entre La Pampa y Nación para que en 2017 los votantes definan en las legislativas nacionales de qué lado están.

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La oposición pampeana:  ¿Más cerca o más lejos  del presidente Macri?

La oposición pampeana: ¿Más cerca o más lejos del presidente Macri?

Claves: La mesa de Cambiemos busca conformarse en febrero en La Pampa. Las divisiones y contradicciones al interior de la UCR, le suman incertidumbre al armado macrista para las elecciones 2017.

 Por Norberto G. Asquini

 

Javier “Colo” Mac Allister habla en Casa Rosada o en los “picados” de los miércoles con el ministro Rogelio Frigerio o el jefe de Gabinete Marcos Peña. El diputado radical Francisco Torroba cruza una conversación con el presidente de la Cámara de Diputados Emilio Monzó. “Colo, hay que conformar Cambiemos en La Pampa”, es la estrategia de unos que es consensuada con el secretario de Deporte. “En 2017 conviene en La Pampa ir por separado”, es la propuesta que se transmite desde el representante radical.

En medio, el proyecto Cambiemos. De un lado, los más optimistas hablan de que en febrero se conformaría definitivamente la mesa del frente que representaría al oficialismo nacional, impulsada por los estrategas porteños. “Para eso, hay que esperar a ver qué pasa en marzo con la UCR”, indican los del otro lado, que prefieren caminos separados y abonan continuar con el Frepam. El éxito de su conformación dependerá, por sobre todo, de cómo ande la economía y cómo le den los números de las encuestas al presidente Mauricio Macri.

 

¿De qué hablamos?

 

¿Qué es Cambiemos en La Pampa? ¿Existe un Cambiemos en la provincia? ¿Hay varios Cambiemos? La alianza macrista no solo busca conformarse en la provincia, sino también persigue en esa búsqueda lo que podría ser su identidad futura. Por ahora, sobrevuela la idea y la voluntad de unirse que impulsan los macristas del PRO (o Propuesta Federal) unidos con los radicales-macristas. Pero Cambiemos, como lo quiere el gobierno de Macri, con los dos partidos unidos, no existe por ahora en territorio pampeano más allá de determinados espacios. Esa barrera es la que están tratando de superar los operadores de la Casa Rosada.

A nivel nacional encontramos tres niveles de un mismo Cambiemos: el del gobierno nacional, todo color amarillo, sin llegar a ser una coalición de gobierno; en el Congreso la coalición parlamentaria que une a macristas y radicales en un mismo bloque; y en las provincias gobernadas por esa alianza, sobre todo Buenos Aires, donde ambas fuerzas están unidas, pero con conformaciones muy distintas según sea el peso de cada integrante. Y después está el resto, donde ubicamos a La Pampa.

Los abanderados en la provincia de “bajar” el Cambiemos nacional son Mac Allister y el intendente santarroseño Leandro Altolaguirre. Todavía pura intención pero sin concreción efectiva. Pero en la Legislatura no existe esa alianza, separados ambos bloques luego de la ruptura del PRO. En lo electoral, para 2017, por ahora tampoco: el radicalismo está dividido en cuanto a concretar o no ese frente o sostener al Frepam. En los concejos deliberantes, escasean los ejemplos de unidad. En la capital provincial, la principal ciudad que gobierna la oposición, tampoco hay un Cambiemos: Altolaguirre dice pertenecer, pero eso no se verifica ni en su gabinete ni en el Concejo Deliberante. Solamente está la alianza estratégica entre el intendente y los funcionarios nacionales macristas, y los gestos del jefe comunal para con el presidente y su gabinete, y viceversa.

Hasta la misma relación de quienes quieren conformar Cambiemos entra en tensión. A los macristas no les cayó bien que mientras en el asado que ofrecieron los hermanos Altolaguirre de fin de año ellos llevaron más de 130 personas, al que hizo el macrismo en nombre de Cambiemos apenas le contaron unos pocos del lado del municipio. Las declaraciones de Hipólito Altolaguirre al asumir como presidente del comité provincial de que no iba a “llenar de globitos” a la UCR, tampoco cayeron bien.

 

Proyectos políticos y pragmatismo

 

¿Por qué todavía Cambiemos no puede aglutinar a quienes estuvieron juntos en una misma lista en 2015? El PRO, una fuerza conformada detrás de la figura de Mac Allister, que es quien define su rumbo, no encuentra interlocutores y consensos, en la horizontalidad y el internismo de la UCR. Están los radicales que se acercan a la idea de un frente común por las expectativas generadas por Macri, por los beneficios que implica estar cerca del gobierno nacional y por el lugar que tiene el radicalismo como aliado secundario de su presidencia. Y están quienes desconfían, disconformes con los manejos que ha tenido el PRO o las consecuencias que puede tener ese acercamiento.

Todavía no hay consensos en el radicalismo porque hay varios proyectos políticos, de poder y personales, que compiten y se superponen, aún con diferentes pesos específicos. Uno de ellos es el de los hermanos Altolaguirre. Leandro, es el más popular y visible; Hipólito, todavía una incógnita. El segundo ganó la presidencia de la UCR encabezando la lista que aglutinó a varios de esos proyectos menores, pero lejos está de liderar una amplia base. Una interna partidaria del 55-45 por ciento define conducción, pero no determina rumbos aún.

El proyecto de los Altolaguirre es pragmático y personalista. Su componente pragmático es consecuencia de estar al frente de un gobierno, y en su acción es donde surgen sus contradicciones, dobles discursos o dualidades. Se presentó en la interna de 2015 en contra de la alianza con el PRO y hoy articula con el macrismo en su necesidad de gestionar. Sus dirigentes hablan de que Cambiemos ya es un hecho, pero se ponen reparos a los macristas en los actos públicos. Su discurso refiere a renovación y cambio y se conforman alianzas con dirigentes que hace décadas están en cargos públicos. Se dice impulsar nuevas formas de hacer política, pero algunas de las utilizadas se asemejan a las que se critican del justicialismo.

De ahí que también ese proyecto sea personalista, de acumulación propia. Los Altolaguirre, fortalecidos por tener la estructura municipal santarroseña, avanzan y avanzan. Una estructura propia empuja a ser más, junto con los resultados electorales, y a desafiar a los referentes actuales abriéndose paso a los codazos. Algo que algunos de sus aliados en la interna partidaria están evaluando como negativo para acuerdos futuros.

Aunque todavía es pura incertidumbre y especulación, la cuestión Cambiemos sí o no, la identidad que asuma el Cambiemos pampeano, tiene su peso en la discusión política porque llevará a repensar y reconfigurar el papel y la identidad misma de toda la oposición. O de gran parte, por el peso electoral de sus componentes. En algunas semanas, se comenzará a develar por capítulos, como en las novelas, si habrá un Cambiemos o todavía permanecerá la división entre los más cercanos y los más lejanos a Macri.

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Verna, el primer año  y la búsqueda del  mito de gobierno

Verna, el primer año y la búsqueda del mito de gobierno

Por Norberto G. Asquini

Si en algo fue efectivo el gobernador Carlos Verna en su primer año de gestión fue en su faceta política, frente al flanco más débil: la economía. Es que el 2016 fue un año de transición para el mandatario pampeano, en lo local con el recambio de una administración provincial de su mismo signo pero con diferencias en la manera de gobernar y en su relación con el gobierno nacional, y en lo nacional con la llegada de Mauricio Macri a la presidencia y las consecuencias de sus medidas económicas.

Condicionado por un contexto nacional adverso, Verna ha sabido controlar la agenda política y pública en la provincia. El gobernador estableció durante la campaña de 2015 un contrato electoral con sus votantes con el “Volver a crecer”, y una vez en Casa de Gobierno, frente a la “herencia” recibida y las medidas económicas del macrismo que limitaron su accionar y el nuevo slogan “Volvemos a crecer”, debió mostrar su poder de agenda para contrarrestar las limitaciones que le impuso la realidad. Ya en marzo, el tono sombrío de su primer discurso en la Legislatura mostró que no iba a ser un año fácil para su gestión. Y esto se confirmó con la escalada en la confrontación y el deterioro de su relación con el gobierno del presidente Macri, que llegó al punto más alto en diciembre.

En ese contexto, Verna buscó construir su “mito de gobierno”. El politólogo Mario Riorda, un referente para los comunicadores y consultores políticos pampeanos “de punta”, en su último libro “Cambiando. El eterno comienzo de la Argentina”, indica que cuando un dirigente accede al gobierno, se intenta establecer un gran mito de gobierno. Habla del relato, sin maquillaje, aunque esa palabra remita al ciclo kirchnerista. Son significados sustentados en una acción de gobierno, aceptada por la mayor cantidad de personas, y que dota de legitimidad a una gestión.

¿Cuál es la base para el mito de gobierno vernista? Una de las facetas de su narrativa, ya lo hemos abordado en otra oportunidad, se cimentó en sus proyectos de promoción de empleo privado para el desarrollo provincial. Hacia allí apuntó parte de la comunicación del gobierno. Sobre fin de año, el mandatario tuvo que admitir que sin la obra pública, en un país con la actual política económica, es imposible el crecimiento provincial solo a través del otorgamiento de créditos a pequeñas y medianas empresas.

Pero en la línea en la que el mandatario acertó fue en convertirse en defensor de los derechos pampeanos frente a la Nación y otras provincias. Un discurso que se fue armando en paralelo, por necesidad y en contraste, con los condicionamientos económicos. El mandatario apuntó toda su artillería a Mendoza en el tema del río Atuel, a esa misma provincia y a las que integran el Coirco por el río Colorado, a Buenos Aires en los reclamos por el río V y a Río Negro por las trabas a la venta de asado con hueso. Y también a empresas como Camuzzi por la falta de suministro de gas a los usuarios. Esta estrategia se observó claramente en la defensa de los ríos interprovinciales, hegemonizando la representatividad del reclamo, poniéndose al frente de las acciones e instalando la cuestión como una verdadera política de Estado provincial.

También se hizo notar en la disputa con el gobierno nacional por los fondos que no llegaron a la provincia. Verna en su relato se convirtió en el dique de contención de las consecuencias negativas de la economía macrista. Como buen interpretador de la realidad -es un consultor permanente de encuestas- dispara su munición contra una gestión nacional que le pone frenos a la provincia. De esta manera, el clivaje, el conflicto central, el eje estructurante de la política pampeana actual, ya no pasa por la disputa K o anti-K, sino por el peronismo contra Macri o, más general cómo lo presenta Verna, por los pampeanos contra las medidas que afectan los intereses provinciales. El gobernador sostiene, con su relato, la tensión La Pampa versus Nación, que ya había puesto en práctica contra CFK.

Esa estrategia lo tiene a Verna al frente de la agenda política provincial, convirtiéndolo en el gran interlocutor. El mandatario pampeano, asumida una táctica de confrontación con Nación y con sus pares vecinos, hegemoniza el escenario. Anula las críticas de la oposición, genera expectativas en sectores enrolados en estas problemáticas y logra el consenso mediático, cuando no la uniformización periodística, que se observa en los medios locales que asumen un tono acrítico hacia su gestión, salvo por su punto débil que es el Ministerio de Seguridad.

Esa táctica también cosecha, en el justicialismo, algunas discrepancias, ya que algunos dirigentes entienden que el “jugar a fondo” puede llevar a que se cierren puertas en Nación o con algunas provincias, cuando se deba acordar por otras cuestiones. Por supuesto, desde el vernismo se afirma que esa acción es la única herramienta que tiene La Pampa para conseguir ser escuchada, dado que se disputa poder con provincias con más peso electoral o con la misma Nación que parece subestimarla. Desde la oposición al PJ, aunque sean muy soterradas, hay también críticas: afirman que ese poder de agenda tapa, minimiza o desdibuja otras problemáticas que hacen a la gestión, sobre todo en los temas económicos, y hasta se sobreactúan las posturas.

Verna tejió, durante su primer gobierno entre 2003-2007, un relato basado en el “hacedor”. Se puede discutir la realidad de esa consideración, pero quedó instalada y hasta fue utilizada durante la campaña de 2015. Ahora, acorralado por la variable económica en el primer año de su segundo ciclo como gobernador, su relato se ha transformado. Verna confronta y discute con Nación y con quienes considera toman medidas que afectan los intereses pampeanos. Al oficialismo, además, ese relato le ha servido para sostener su poder y unificarse detrás de una conducción.

Riorda explica que un mito de gobierno lleva años establecerlo y requiere del gobernante que su decir sea coherente con su hacer. Verna va camino a construir el suyo, ya sea por convicción o necesidad.

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