Interna radical:  ¿el vaso medio lleno  o medio vacío?

Interna radical: ¿el vaso medio lleno o medio vacío?

Por Norberto Asquini

La UCR pampeana definió su conducción provincial. Fue una confrontación sorpresiva y que presagia debates que llegarán en 2017 en torno a conformar o no el Cambiemos pampeano junto con el macrismo. Ese fue uno de los condimentos de la interna radical, pero no fue el único, ni fue definitivo para una postura o para otra. Hagamos un balance de lo que dejó esa elección, porque según sea el sector, se puede analizar el resultado viendo el vaso medio lleno o medio vacío.

La política, ¿se cocina fuera del comité?: La cantidad de votantes fue de unos 3 mil (1.620 apoyos para la lista de Hipólito Altolaguirre y 1.420 para Daniel Kroneberger). Una cifra regular, si se la compara con la última interna partidaria en 2004 en la que participaron 3.300 personas, y la depuración de los padrones en ese lapso. Floja, si vamos a los porcentajes de afiliados y a los escasos votantes que hubo en varias localidades. El nuevo titular de la UCR pampeana se molestó porque el autor de esta columna habló de “apatía” entre los afiliados. Los números mostraron que no hubo motivación. “Fue una elección de dirigentes”, se consoló el lado derrotado; “la interna estaba instalada solo entre algunos dirigentes, pero las bases no se sentían parte”, dice uno que apoyó al ganador. Las treinta personas aplaudiendo a Poli Altolaguirre en la ventana del comité provincial mostraron esa realidad. Hasta los números se intentaron disimular lo más que se pudo. El senador Juan Carlos Marino había planteado la inconveniencia de la interna y vaticinó lo que finalmente ocurrió, dicen los de su lado. En una intendencia que recién lleva su primer año de gestión y cuyo jefe comunal, Leandro Altolaguirre -que también fue candidato- llegó al cargo con más del 50% de los apoyos, en su partido fue votado por 422 afiliados. Esto sirvió a Espartaco Marín para chicanear sobre la baja participación, al recordar cuando hace dos años el PJ eligió en la ciudad cargos partidarios y tuvo un promedio de votantes del 35%, porcentaje que se consideró bajo. Sin embargo, vamos al vaso lleno: la crisis de los partidos y de las representaciones ha golpeado a todas las fuerzas, no es un cuestión solo del radicalismo.

La era de los personalismos: las adhesiones políticas de la gente pasan en la actualidad por los personalismos. Leandro Altolaguirre, líder de su sector, tiene más apoyos en la sociedad que lo que representaron los votos conseguidos en la interna. Lo mismo ocurre con Francisco Torroba, que sin una estructura de peso propia dentro de la UCR, está instalado como referencia electoral. O el caso de Marino. Las líneas ya no son colores, son “ismos”. Y en muchos pueblos pesan más los dirigentes locales que los provinciales. Esto hizo notar, salvo en algún caso puntual como Guatraché, el poder territorial de los jefes comunales volcando las urnas para el sector que ellos apoyaban.

Un partido “territorializado”: la política argentina se ha ido territorializando. La UCR se ha convertido, como también ocurre con el PJ, en una federación de partidos provinciales. Y puertas adentro de La Pampa se proyecta algo similar. Los Altolaguirre, sin presencia en el interior, se aliaron con los de Ulises Forte en General Pico, con algunos dirigentes locales como la intendenta Roxana Lercari de Realicó y también allí aportó Marino, que se volcó por uno de los lados cuando la interna era ya inevitable. Mientras Kroneberger se recostó en Torroba. La fragmentación se observó pueblo por pueblo y estuvo bien marcada. Signos de esto: Kroneberger se impuso en Colonia Baron, Parera, Trenel, Anguil, Larroudé, Embajador Martini, Caleufú; el torrobismo en Catriló, Alpachiri; Marino en General Acha, Intendente Alvear, Ingeniero Luiggi, Quemú Quemú, Miguel Riglos; y los “locales”, como Lercari en Realicó o Chiquilito y Pregno en Eduardo Castex, en ambos para los Altolaguirre. En el interior cuando ganaba una de las listas, lo hacía por mucha diferencia sobre la otra, llegando hasta el 90% de apoyos. “El internismo radical puede ser tomado como una virtud democrática o una confrontación interna permanente no aconsejable”, dice resignado sobre este panorama uno de los dirigentes consultados. Vaso medio lleno o medio vacío.

Desdramaticemos: esta elección fue solo un aperitivo de lo que vendrá. Los Altolaguirre dominan ahora el partido, y seguirán promocionando Cambiemos más por conveniencia que por convicción. Para su sector, le tiene que ir bien al presidente Mauricio Macri para que le vaya bien en su gestión, y para los radicales es central que le vaya bien al gobierno de Santa Rosa. Para los que perdieron fue un duro trance, pero no está todo dicho. Hay que ver qué definen en 2017 los órganos de la UCR que toman las decisiones políticas: si la Convención nacional impulsa las listas comunes con el PRO o da libertad a cada distrito, y ver qué dice la Convención provincial sobre la posibilidad de esa alianza.

Para los ganadores, fue la ratificación de los Altolaguirre como dirigentes con peso propio -Hipólito condujo el comité capital y ahora pasa al provincial- y el recambio de “viejos dirigentes”. Para los perdedores, la poca afluencia de afiliados santarroseños mostraría que el capital político de los hermanos no tiene el brillo que se pretende. ¿Hay una reconfiguración interna en la UCR después de 2015? ¿Fue parte esta elección de esa tendencia? Eso parecen mostrar los números, en un escenario que ha cambiado en pocos meses, sobre todo con la llegada del PRO al poder. Hubo ganadores y perdedores, pero todavía hacer un balance definitivo de cómo van a quedar parados a futuro es prematuro. En lo que parecen coincidir todos es en algo: “hay que desdramatizar, solo fue una interna para cargos partidarios”.

 

 

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El peor momento  de la relación entre  Verna y Macri

El peor momento de la relación entre Verna y Macri

Por Norberto G. Asquini

La relación entre el presidente Mauricio Macri y el gobernador Carlos Verna a su punto más candente sobre fin de año. Podría decirse que al peor momento desde que asumieron sus gestiones. Si durante los primeros meses hubo consenso y apoyo a la gobernabilidad del presidente por parte del pampeano con el respaldo de los legisladores nacionales del PJ a las leyes macristas, poco a poco con el correr de los meses su postura comenzó a tornarse crítica para desembocar sobre el filo de diciembre en una posición decididamente confrontativa.

Verna representa el “ala dura” de los gobernadores justicialistas. Por estos días los medios nacionales hacen la lista de los mandatarios provinciales enfrentados con Macri, y en todas figuran Verna y el formoseño Gildo Insfrán, agregándoles uno o dos nombres más que varían según el periodista. Macri debería haber interpretado lo que iba a ocurrir con las señales previas que dio el pampeano mientras fue senador ante la misma Cristina Fernández, a la que no le dio respiro desde su banca. Promesas incumplidas sobre fondos por parte de Nación, posturas ambiguas en torno a temas pampeanos y sobre todo la situación económica nacional, todos elementos que le ponen límites a la gestión vernista, se combinaron para que se fuera deteriorando la relación. Y Verna, ya lo descubrió la Casa Rosada, no es fácil.

La escalada confrontativa fue de menos a más, primero con algunas señales de fastidio del pampeano para luego convertirse en reclamos abiertos. Los reproches cuando el presidente visitó Ingeniero Luiggi, las protestas directas por el río Atuel o el freno al asado con hueso hacia la Patagonia, la presión en el Congreso para tener más obras en el Presupuesto 2017, hasta directamente atacar la política económica macrista y sus consecuencias en discursos públicos frente a todo el PJ local o la prensa nacional.

El hecho más concreto, y que golpeó fuerte al gobierno, fue la oposición a la reforma electoral. Ese fue un punto de quiebre. Verna e Insfrán, principalmente, encabezaron los reclamos por mejoras en el Presupuesto para las provincias y luego hicieron caer el voto electrónico que proponía el gobierno nacional. “No sólo no apoyaron, sino que militaron contra la reforma política”, expresaron en el Ministerio del Interior. Los desplantes continuaron con el faltazo a la firma de un convenio de lucha contra las adicciones horas después de caída la reforma.

Y ahora, en los últimos días, con la ley de reforma de Ganancias, se dio el punto culmine de esa espiral ascendente. El enfrentamiento ya es abierto. La postura del gobernador pampeano fue más evidente que nunca. Luego de aprobada en Diputados la ley que no quería el gobierno nacional, el macrismo decidió, ante la inevitabilidad de que va a haber cambios en el Impuesto a las Ganancias, negociar a la baja en el Senado. Esta semana, los gobernadores fueron definiendo en la Cámara alta sus posiciones frente al proyecto y ante la Casa Rosada: el salteño Juan Manuel Urtubey y el cordobés Juan Schiaretti, entre otros, se mostraron más cercanos al gobierno y cuidando sus bolsillos; el chubutense Mario Das Neves, moderando su postura, pero apoyando los cambios; y del otro lado quedaron los “duros”: Verna, Insfrán y el tucumano Juan Manzur están del lado de los que quieren que se vote sin cambios el proyecto que fue aprobado en Diputados. Y para colmo, Verna, Insfrán, Manzur y la santiagueña Claudia Ledesma controlan nueve votos claves en el bloque del FPV-PJ, según difundieron la mayoría de los medios.

En el medio, más desplantes. Verna no fue a la reunión en el Senado a la que lo invitaron para que diera su opinión sobre la ley. Ni tampoco viajó el ministro de Hacienda, Ernesto Franco, a la reunión que había convocado la Casa Rosada con los titulares de las carteras de Economía provinciales que integran el Consejo Federal de Responsabilidad Fiscal. En medio, hubo llamados de funcionarios o contactos con legisladores pampeanos para que se diera marcha atrás con el apoyo al proyecto. Verna habló directamente de apretadas.

El diario La Nación publicó que, en este marco, el gobierno macrista busca recuperar la relación con varios gobernadores, pero que puso a la “mini-liga” de los duros como los “adversarios irrecuperables”, entre ellos a Verna, Insfrán y Alicia Kirchner de Santa Cruz. “Son aquellos en los que Macri nunca volverá a confiar, más allá de ciertas circunstancias”, avisa el medio. Pocos días antes, un columnista de Clarín había dado cuenta de las amenazas de un funcionario nacional: “Decile a Gildo que se prepare”, le advirtieron al senador Pichetto.

Verna e Insfrán, dos pesos pesados experimentados en la gestión entre los gobernadores peronistas, tienen una ventaja comparativa con el resto de sus pares a la hora de negociar o, directamente, confrontar con la Casa Rosada. Sus provincias no tienen deudas con Nación, o al menos no están entre las que participan del Programa Federal de Desendeudamiento.

En esta tensa relación, no sólo se pelea en el Congreso o a través de los canales mediáticos. La disputa se da también en lo institucional a través de los fondos ya prometidos. El miércoles 7 el ministro Franco fue a firmar el convenio por los 400 millones de pesos que debían ingresar a la provincia por la deuda previsional. “Están durísimos”, fue la respuesta que le trajo al mandatario provincial. El gobierno nacional le iba a hacer modificaciones a la letra del convenio, acuerdo que ellos mismos pedían, para ver si lo firmaban, y por un monto menor al estipulado. ¿Presión contra Verna o freno a la asignación de fondos para cerrar el año con menos déficit fiscal? Muchas suspicacias despertó esa reticencia en el marco de un conflicto abierto.

Del otro lado también se juegan las cartas propias. Es la disputa llevada al territorio. En la semana hubo una manifestación por el estado de la ruta 152 que es de jurisdicción nacional. Por debajo, el gobierno provincial respaldó la protesta, que tiene toda la razón de reclamar por una ruta que es más fácil pasarla por la banquina que por el mar de cráteres que aflora en el pavimento. La otra es la gran concentración que se hará este martes en Santa Isabel y la marcha a Algarrobo del Aguila en defensa de los derechos del río Atuel. Es contra Mendoza por no dejar pasar el agua, pero también contra Nación porque no apoya decididamente el reclamo pampeano. Por debajo, y no tanto, el gobierno provincial moviliza.

Ernest Hemingway afirmó en su obra que “una guerra no termina nunca, la guerra no se gana con la victoria”. Podrá haber reconciliación o alguna tregua pasajera entre Nación y La Pampa en los meses siguientes, pero tal como está planteada actualmente la relación, el conflicto parece se mantendrá por mucho tiempo más.

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UCR: las dos listas  y una elección  con muchos costos

UCR: las dos listas y una elección con muchos costos

Por Norberto G. Asquini

El domingo los radicales van a internas para definir autoridades partidarias provinciales, en una elección donde la apatía reina más en el grueso de los afiliados que las expectativas, más allá de los esfuerzos para movilizar votantes de quienes tienen hoy cargos institucionales o son parte de la militancia.

Por un lado, está la lista Azul y Roja, que lleva al diputado nacional Daniel Kroneberger como candidato a presidente del Comité Provincial. Es apoyado por el diputado nacional Francisco Torroba, el verdadero líder de este sector, con quien tejieron una alianza. En la nómina figuran los intendentes Sergio Arrese de Guatraché, Héctor Delahaye de Anguil, Diego Marcantonio de Parera y Emilio Soncini de Villa Mirasol. Un par más apoyan sin integrar el listado de cargos.

La otra es la Blanca-Verde-Rosa, con Hipólito Altolaguirre como postulante con el apoyo de su hermano, el intendente de Santa Rosa, Leandro Altolaguirre, que es el verdadero conductor. También están los intendentes Roxana Lercari de Realicó y Celestino Folmer de Mauricio Mayer, entre otros dirigentes.

La sorpresiva confrontación por el cargo de presidente del partido no define mucho en la vida interna de esa fuerza, aunque ganar la votación establezca qué sector o dirigente se hará con el liderazgo radical, si el de Torroba o el de Altolaguirre. Pero esta elección sí tiene importancia porque comienza a definir un momento político de cara a 2017: el rol de la UCR en el Cambiemos pampeano. Más soterradas y menos interesantes, también se ponen en juego mínimas cuotas de poder y ambiciones personales. Nada ajeno a cualquier competencia interna.

Ambos sectores enfrentados tienen sus argumentos más que válidos para aspirar a conducir el partido. Los que forzaron la elección, los de Altolaguirre, hablan de la “modernización” y la “renovación” partidaria; los otros, los de Torroba-Kroneberger de salvaguardar al radicalismo pampeano. Ambos se atribuyen representar la verdadera identidad partidaria, hoy azotada por su incorporación a la alianza Cambiemos a nivel nacional.

Son dos sectores bien perfilados. Uno, el de los “radicales macristas”, con base en la gestión Santa Rosa, con estrechos vínculos con el PRO provincial y nacional, es el que promueve Cambiemos en La Pampa para 2017con la incorporación de la UCR. Para sus integrantes, los macristas son socios estratégicos de su gobierno local y acompañan a través de los recursos nacionales. Una alianza de conveniencia tanto para radicales como para sus aliados, en la que todo fluye porque todavía no se definen candidaturas. El radicalismo continuará dirigiendo la municipalidad y su juventud vitoreando a Alfonsín, pero avanzar en esta fórmula es la integración lisa y llana con el macrismo.

El otro sector es el de los “radicales territoriales”, con mayor presencia en el interior, críticos al lugar de socios secundarios en el que el macrismo colocó a la UCR nacional y a los avances del PRO en territorio pampeano. Para este sector, hoy no es conveniente una alianza electoral en 2017 con Cambiemos, ya que diluye a futuro el espacio del radicalismo frente al PRO. Es casi convertirse en una línea interna de esa alianza, aunque no integrarla también los aleje de las tendencias que se están observando a nivel nacional.

Y podemos hablar de un tercer sector, para afinar el análisis, el de los “radicales moderados o prudentes”, como el caso del senador Juan Carlos Marino. No hablamos de quienes directamente han quedado desengañados o son indiferentes al partido, sino de quienes tratan de alcanzar un equilibrio que está muy lejano en su concreción. En una cena con la que el legislador despidió el año con sus cercanos, criticó a quienes no quisieron o no pudieron llegar a acuerdos y consensos y lo inoportuno de esta interna. Para Marino la mirada tiene que estar puesta en 2019, por eso habla tanto con unos como con otros. Y festeja tanto con socialistas como con macristas.

Como indicamos más arriba, esta elección define cosas, pero no todas. Habrá que esperar a comienzos de año para observar cuál será el rumbo político que tome la UCR, y sobre todo las elecciones primarias para legisladores nacionales y cuál será el candidato radical que la gane, ya sea dentro de Cambiemos o como Frepam.

Un peronista que se cruzó a una integrante del bloque Frepam en la Legislatura esta semana, le aconsejó: “Las internas tienen más costos que beneficios, salvo cuando se disputa el verdadero poder”. Y en este caso, las consecuencias pueden salpicar a todos los sectores, ganen o pierdan: mostrar el verdadero estado de la UCR pampeana, dar cuenta del peso específico de cada liderazgo, debilitar conducciones y gestiones. Frente a esta posibilidad: ¿Estaban dadas las condiciones para una interna en este momento? ¿Jugaron más las expectativas desbordadas de algunos dirigentes que hoy acarician algún espacio de poder, que la responsabilidad política? Son interrogantes que se responderán después del domingo.

 

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La “paz social” y  el Estado peronista  en La Pampa

La “paz social” y el Estado peronista en La Pampa

Por Norberto G. Asquini

La ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, encendió la alarma sobre fin de año al afirmar que “hay sectores políticos que quieren un diciembre de caos”. El economista Nicolás Dujovne señala que la economía sigue inmersa en una recesión en la que el PBI se ha contraído cerca del 2,5% respecto de 2015 y donde los salarios reales y el consumo fueron las principales víctimas de la unificación cambiaria y la suba de tarifas. Las provincias endeudadas con Nación sufren el ajuste que imponen desde el equipo económico del presidente Mauricio Macri para cerrar el año con menos déficit, poniendo en aprietos a jurisdicciones que gobierna Cambiemos como es el caso de Jujuy. Durante noviembre hubo un repunte de la conflictividad social en la Argentina, mes en el que se registraron 575 piquetes en todo el país, según la consultora Diagnóstico Político. Aunque los medios nacionales no lo reflejan, hay manifestaciones y paros en provincias como Santa Cruz o Chaco.

En este panorama, La Pampa ha sorteado durante el primer año del gobierno de Macri la conflictividad social. Las consecuencias de su plan económico no han impactado como en otras provincias, aunque hoy la administración pampeana esté “al día” con las cuentas, llegando solo a pagar los sueldos, como reconocen desde el Ministerio de Hacienda. Los fondos anticíclicos con los que se contaba, una de las joyas teóricas del ministro Ernesto Franco, se volatilizaron hace tiempo.

El gobernador Carlos Verna apostó en el contexto descripto a sostener la “paz social” en su primer año de gestión. Por un lado, mediante la negociación con los sindicatos estatales y de docentes. Una fuente de Casa de Gobierno explica los puntos de esta política con un informe que recibió en mano el mandatario. Durante el año hubo un 34% de aumento en la escala salarial (18% a partir de febrero, 10% en julio, 3% en septiembre y 3% a partir del mes de noviembre). Se pasaron ítems del sueldo como sumas bonificables lo que significa un aumento en el salario de bolsillo por el impacto de los adicionales. La sumas fijas, durante el año completaron un total de 8.000 pesos, lo que representaron un incremento del 7,2% en el salario mínimo garantizado del mes de enero. De ese total, 5.000 pesos se cobrarán durante este mes, cuando en otras provincias todavía se está peleando por un monto menor para fin de año. También hubo avances en algunas mesas sectoriales. Y para 2017 se piensa encarar el año con un aumento de la pauta salarial que esté por encima de la inflación esperada, y que se estima en el 17%, para que no se pierda el poder adquisitivo del salario público.

Si en un análisis anterior el autor afirmó que en el “modelo vernista” las políticas para impulsar a las Pymes y generar empleo privado eran su “pata desarrollista”, otra de sus patas es esta inyección de fondos vía empleo público a la economía provincial, uno de los efectos del Estado peronista pampeano en vigencia desde 1983, con un alto nivel de empleo público. Si bien esa misma característica tiene como consecuencias una burocracia que pesa sobre la economía provincial y el uso político de la estructura estatal.

Ese mismo modelo tiene al Estado provincial como el motor de la economía local con la generación de empleo vía obra pública. En ese sentido, el gobernador Verna anunció que en 2017 se pondrán en marcha proyectos que estaban frenados por falta de fondos y que se harán 2.000 viviendas, si bien con dineros del Fonavi, pero con fuerte apoyo de fondos provinciales. Y se espera además, promesas mediante, que lleguen obras de Nación.

La falta de obra pública durante este año no fue gratuita, muchos de esos fondos fueron derivados hacia las áreas sociales. Si el gobierno apostó a la “paz social” mediante la negociación con los gremios estatales, los que durante años mostraron su combatividad con la anterior gestión de Oscar Jorge y hoy están expectantes pero calmos, también hubo partidas para quienes reciben ayuda social por parte del Estado provincial. Y a esto se agrega que hubo medidas específicas para sectores afectados por la situación económica nacional como el de los frigoríficos.

No fue el año que pretendía el gobernador Verna durante su campaña el año pasado, pero la situación social en La Pampa, más allá de conflictos puntuales como el del gremio municipal de Santa Rosa con el intendente Leandro Altolaguirre o la protesta de algún sindicato como el de los trabajadores de los juegos de azar, está controlada. Diciembre, en este escenario, no será en territorio pampeano un mes tan caliente en lo social como ocurrirá en otras provincias.

 

 

 

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Los radicales y  el dilema de  Don Corleone

Los radicales y el dilema de Don Corleone

Por Norberto G. Asquini

Los radicales tuvieron su primera instancia de definición de espacios de poder internos de cara a las legislativas de 2017, y podría decirse que camino a 2019, luego que el fin de semana cerraran los plazos para presentar listas para cargos partidarios. Dos sectores se presentaron para presidir el Comité Provincia, situación que no se daba desde 2004. Los cargos partidarios se disputan cuando está en juego la dirección del partido, su rumbo futuro o quiénes serán los que definan los nombres para los cargos legislativos. Hace doce años sucedió cuando la Línea Blanca enfrentó a los líderes de los 90, y ahora se produce en el contexto de la definición de una alianza con el PRO.

Esta es la antesala de la discusión que vendrá en pocos meses sobre la integración o no de la UCR pampeana a Cambiemos, un debate que ya se ha perfilado. Pero también se ponen en juego liderazgos y legitimidades hacia adentro del radicalismo. Quién es el que conduce e impone su posición sobre si se conforma o no ese frente con el macrismo.

Los dos sectores que disputan el Comité Provincia tienen como principales referencias al diputado nacional y excandidato a gobernador Francisco Torroba y al intendente santarroseño Leandro Altolaguirre, aunque ellos no sean los que se postulan. Ambos con diferentes capitales políticos: uno en base a su posicionamiento y predicamento como referencia del espacio opositor al PJ; y el otro desde la gestión de la capital provincial. Es la continuidad de la disputa que se dio en la interna de 2015 en la ciudad. Aunque ahora se han trastocado algunos roles: mientras Torroba defiende al Frepam frente a Cambiemos y el avance del macrismo, Altolaguirre apuesta a conformar Cambiemos en La Pampa. Antes esos roles estuvieron invertidos. Pero la realidad define la política.

Pocos querían la interna. El viernes se reunieron los representantes de los sectores radicales y partió del torrobismo mantener con las nuevas autoridades el equilibrio interno y la representatividad. El presidente debía ser torrobista, pero se definió que fuera el diputado Daniel Kroneberger. Los “celestes” de Altolaguirre se retiraron y poco después avisaron que iban a apoyar a un candidato propio para el cargo, Hipólito Altolaguirre, hermano del jefe comunal. Para unos, hay consenso para una lista de unidad ya que una interna provincial conlleva peligros para la gestión de Santa Rosa. Para otros, es redefinir lo que consideran el nuevo mapa interno en un “vamos por todo”.

Los apellidos dan sentido a cada posición política, sobre todo en tiempos en que los personalismos se imponen y las líneas se han diluido. En esta disputa interna Kroneberger apoya a Torroba y la vía Frepam; mientras el senador Juan Carlos Marino, hoy menguado en sus referencias en el interior, respalda al gobierno de Macri a nivel nacional pero se opone en la provincia al avance del macrismo. Coincide en esa visión táctica con Torroba, aunque en la interna de la UCR apoye a Altolaguirre. En lo partidario, estuvo con la lista de consenso.

En esa tensión, buena parte del radicalismo, como ocurre a nivel nacional donde el partido integra una coalición de gobierno que lo tiene como socio minoritario, teme desperfilarse y observa las señales de una crisis de identidad, aunque ya la arrastra desde hace tiempo, en su alianza con el macrismo. En La Pampa, como principal fuerza opositora, se intenta frenar ese rumbo que se va acelerando. Los signos de esa tendencia son evidentes: hay desgajamientos, como el lanzamiento de la línea de Kroneberger, que mostró cómo se van partiendo los espacios internos, siendo cada vez más reducidos y menos representativos -aunque en los hechos la fractura de su sociedad con Marino se había dado hace varios años- o la reunión un tanto depreciada que se quiso hacer con representantes de los comités del interior; están también los “dobles juegos” como las posiciones de Marino en el Congreso y su contracara pampeana, pero también los que apuestan a la connivencia casi obscena con el PJ como el diputado Carlos Bruno, o de radicales macristas que han aceptado cargos nacionales y se muestran más con los funcionarios del PRO que con los dirigentes propios.

Hacia abajo también hay indicadores, aunque menos evidentes. En cada localidad están los que observan los beneficios de conformar Cambiemos y son más permeables a una alianza con el macrismo, pero todavía son mayoría aquellos que sostienen una línea pro-Frepam o pro-radical, si bien son críticos a los acuerdos de cúpulas o la falta de consulta y cercanía para con ellos de los dirigentes provinciales. Muchos están expectantes todavía a la espera de definiciones ante la incertidumbre que provoca el panorama que se abre hacia 2017.

La estructura, ese aparato opositor que fue la UCR, está fragmentado en este escenario. Sus dirigentes se congregan más por redes de influencias que por conducciones. Los intendentes no son un bloque unido, responden -si lo hacen- a diferentes dirigentes y solo accionan en conjunto por el pragmatismo y la necesidad de fondos.

En este marco, Torroba redefine su liderazgo dentro del radicalismo y el Frepam, pero también muestra una dirección que debe tomar la UCR en el corto plazo. Con Macri en la presidencia, el polo no peronista en el país comenzó su reconfiguración y también esta tendencia se va produciendo en La Pampa en la oposición al PJ. Y allí lo que está en juego es el rol de la UCR en Cambiemos: si dejar que en 2017 el macrismo se convierta en la referencia opositora en la provincia; o posicionar al radicalismo para que continúe siendo la principal fuerza de la oposición en 2019.

Los radicales están frente a un dilema permanente y que se hará más explícito en los próximos meses. Don Corleone, el personaje de El Padrino, le aconseja a su interlocutor durante el film: “Le voy a hacer una oferta que no podrá rechazar”. Y el que escucha sabe que la decisión que tome va a cambiar su vida, tanto si acepta esa oferta como si no lo hace, ante el obligado pedido del capo mafioso. Porque aceptarla, o no, tiene sus beneficios y tiene sus peligros. Los radicales, estén en la posición que estén, sea por decisiones colectivas o personales, están expuestos a esa oferta del macrismo. Los tienta en parte, pero también los amenaza.

 

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