Manual para entender las elecciones legislativas en La Pampa


Manual para entender las elecciones legislativas en La Pampa

El ser peronista, los eternos segundos y la gran aventura
¿Qué dejó la votación del domingo? La centralidad del PJ, ya sea marcha adelante o marcha atrás. Los peligros del voto castigo o la estrategia de la traición. La falta de lógica como elemento de la política pampeana.

Norberto G. Asquini

Hay dos miradas posibles, si simplificamos el amplio espectro de opiniones, sobre los resultados de las elecciones legislativas del domingo en La Pampa. La primera es la exitista, marcada por el fuego de las pasiones. La segunda, más reposada y de largo aliento. Vamos por este camino.

“Peronistas somos todos”.

El primer dato a tener en cuenta de estas legislativas es la centralidad del peronismo en la vida política de La Pampa. Por un lado, el PJ jorgista ganó con una mala performance -con una campaña pobre, las otras líneas en contra y un candidato insulso-, pero es tan central el peso del justicialismo que hasta los resultados de la segunda y tercera fuerza no pueden ser analizados sin su incidencia y su presencia. De hecho, la “oposición interna” en el PJ -la hubo vernista y de las otras- volcó las urnas para que el tercero, el debutante PRO, consiguiera un diputado nacional de los tres que había en juego, y ayudó a que el Frepam lograra llegar a los 69.000 votos. Pese a todo esto, el PJ jorgista ganó -aunque fuera por menos de 1.500 votos- los comicios. Y el justicialismo puede perder una elección -que no fue el caso aunque olió a derrota-, pero no el poder.

 Internismo furioso.

El resultado para el PJ no fue el mejor. La infografía que acompaña esta nota comparó las elecciones a diputados nacionales en las tres décadas de democracia y la ubican entre las tres performances más flojas del partido gobernante. Pero no estuvo detrás de la boleta todo el PJ, sino el jorgismo. Desde las otras líneas hubo quienes trabajaron y la votaron en contra.

Ese es el otro elemento: el internismo furioso que arrastra el PJ en la era posmarinista de la política pampeana después de 2003. Lo sufrió el marinismo en 2005, hubo una elección interna en 2007, tuvo que remarla el mismo Carlos Verna en 2009 y el gobernador Oscar Jorge sobrellevó una de las performances más bajas en elecciones ejecutivas en 2011 a pesar del “efecto CFK”.

 “Estrategia de la traición”.

La fractura es tan profunda que hasta se legitiman prácticas que antes eran vergonzantes como el “voto castigo” -según la versión del que lo usa- o la “estrategia de la traición” -según el que lo sufre-. El problema es que la utilización habitual de esta táctica para astillar a la línea contraria dentro del mismo partido tiene efectos nocivos a futuro. El votante pierde la noción de verticalidad y lealtad interna, y todo se vuelve relativo, hasta el valor del voto. La dirigencia deberá medir los peligros de tensar esa cuerda, porque las consecuencias las van a tener que digerir tarde o temprano todos los sectores. Gérmenes autodestructivos que hacen su trabajo. Así, la identidad peronista no solo está partida en la provincia, sino en vías de desgaste producto de la feroz interna. Aunque también hay que reconocer que está en el ADN del peronismo la regeneración permanente.

 Las culpas propias también.

La infografía muestra otro punto. Durante la hegemonía marinista el porcentaje de sufragios oficialistas cuando se elegían diputados nacionales no bajaba del 40 por ciento. Ahora, con la crisis de conducción que sufre el PJ, no hay una sola visión de lo que representa el “ser peronista” y el rumbo que debe tener el justicialismo, sino tres o más versiones. Igualmente, esta tendencia no es solo local, sino que está potenciada por lo que ocurre a nivel nacional.

Igualmente no hay que confundirse. Se puede buscar un culpable externo a una victoria tan ajustada -todos apuntaron al vernismo, que tuvo su influencia-, pero las culpas también son propias. Muchos jorgistas podrían escribir el manual de lo que no se debe hacer para ganar una elección. Sintieron la falta de una construcción política más sólida -el gran problema que tiene hoy Compromiso Peronista- por la cerrazón de los que detentan el poder, una confianza desmedida en los resultados de las primarias que hizo que muchos le escaparan a la calle y la burocratización propia del funcionarato. Esto contrastó con quienes apuntalaron las elección y fueron los protagonistas del domingo: los intendentes justicialistas. Una vez más, demostraron su desarrollo territorial y por dónde pasa el poder de la línea. Ahora piden pista para 2015.

 El elemento imprevisto.

Vamos a otro elemento más, que ya lo hemos marcado anteriormente. Hay en la política tendencias históricas que se mantienen, y a las que se debe aferrar un analista político, pero la falta de lógica en muchas cuestiones políticas ha sido un ingrediente presente en el escenario pampeano de la última década. Decíamos en una columna anterior que las elecciones de medio término eran previsibles, siempre quedaban dos diputados para el oficialismo y una para la oposición. Otra regla que se rompió en los últimos años. Pero la buena elección del PRO parece ser solo una cuestión coyuntural dentro de la continuidad y estabilidad de la política pampeana.

Igualmente, hay que ver a futuro lo que ocurre con la “gran aventura” de Javier “Colo” Mac Allister: han sido incontables las terceras fuerzas sin raíces territoriales que se desvanecieron poco después. La banca para el PRO fue un “regalo del cielo” para Mac Allister. Por primera vez una tercera fuerza de derecha consigue un diputado nacional en los últimos treinta años. Una muestra más de que el peronismo obra milagros en casi todo lo que toca en política.

 Eternos segundos.

El Frepam hizo una muy buena elección en Santa Rosa y aumentaron los votos en la provincia con respecto a las primarias. Hubo aporte propio, pero no hay que engañarse. Festejaron que el PJ perdiera un diputado, pero no lo ganaron ellos. Parte del síndrome del eterno segundo.

El resultado muestra las limitaciones que tiene ese frente para ser opción de poder. El aumento en 6.700 sufragios fue producto de una parte del voto peronista que castigó a la presidenta, a Jorge y al intendente Luis Larrañaga en la capital.

La elección realizada no fue mejor que otras que tuvo en los últimos años el Frepam, como se observa en la infografía. Se cumplió y mejoró con el piso, y a pesar de eso, no ganaron la provincia. De hecho, la mayoría de los votos que se fugaron del peronismo fueron hacia el PRO y no hacia el Frepam, mostrando una debilidad de origen en sus pretensiones. Deberían preguntarse por qué no se los elige más allá de los votantes propios. Por lo pronto, ya se lanzaron posibles candidatos al calor del resultado de una elección puntual. El mismo exitismo recorrió sus filas por los resultados de 2005 y dos años después las expectativas chocaron con las urnas. De la ilusión a la realidad de competirle al PJ en una ejecutiva, hay un paso muy grande.

¿Unidos o desorganizados?

El PJ pampeano no tiene hoy posibilidad de resolver el antagonismo que lo recorre. Las visiones entre las líneas son contrapuestas y enfrentadas. Prima la lógica binaria del amigo-enemigo. Las contradicciones internas galopan su presente. La división Santa Rosa-General Pico parece haber renacido. La confrontación final parece que se dará en 2015 y seguramente una interna podría reencauzar a la unidad la división actual. Igualmente, lo que demostraron estas elecciones es que el PJ es fuerte hasta cuando está golpeado.

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