Liderazgos, puros y agenda encallada en la política local


Liderazgos, puros  y agenda encallada  en la política local

Por Norberto G. Asquini

Hay por estos días en la política pampeana una certeza: la agenda está encallada. Todos miran acercarse las definiciones para 2019, pero al interior de las distintas fuerzas están expectantes a lo que pueda ocurrir y el escenario nacional no ayuda a avanzar entre la “tormenta de frente” y el cuadernogate.

La línea pura del vernismo

Vamos primero al Frente Justicialista, o sea el PJ y toda el arco aliado que congrega y congregará. “Estamos todos mirando al gobernador a ver qué hace, cómo juega, cómo mueve, qué define”, afirma uno de los dirigentes del PJ más consultados por el autor.

Por ahora el gobernador Carlos Verna no da ninguna señal sobre qué piensa sobre 2019, más que su reelección y el desdoblamiento electoral. El horizonte es noviembre para empezar a conversar, y en contante y sonante. ¿Para qué adelantar los tiempos? Si como indica un funcionario, finalmente en 48 horas se definen todos los cargos.

Igualmente no todos están de brazos cruzados. En el gobierno vernista hay una línea pura que trata de endulzar los oídos del mandatario con su propuesta. Son el “ala dura” de la gestión que quiera una fórmula enteramente vernista para la gobernación. Para ellos, con la centralidad y el liderazgo de Verna, todo debería teñirse de verde en 2019, aunque se ofrezcan lugares abajo a los distintos espacios. Es homogeneizar aún más una futura gestión. “Hay quienes piden más de lo que tienen”, es el pensamiento de uno de los que llevan adelante esta estrategia. Para el interlocutor, las decisiones de Verna son en este momento y a futuro indiscutibles: ningún sector está en condiciones de disputarle una interna, ha pagado a todos su lugar para que acompañen, y finalmente si alguien quiere competirle, el mandatario podría llegar a bajarse de su candidatura condicionando todo el presente, y con todo lo que ello implicaría. En este tema de los renunciamientos, ya tuvo dos en su momento (2007 y 2011), para que no queden dudas de que Verna no es alguien que se maneje con la lógica del resto de la dirigencia. Por eso algunos en la oposición hacen cuentas esperando que finalmente no participe, como para tener chance; mientras otros en el oficialismo las hacen repartiéndose de antemano cargos que llegarían con una reelección segura. Al menos en las condiciones actuales.

Los que apuran definiciones

Pero están quienes observan que los tiempos se van acelerando y por los menos tiene que haber algunas reglas básicas para encarar lo que viene. Uno de ellos es el marinismo. Ya adelantó al vernismo su intención de conversar en ese sentido. Determinar cómo se va a encarar el escenario, por ejemplo, en la compleja Santa Rosa. Verna sin dar señales ha dejado correr varios precandidatos, pero finalmente es él el que definirá el escenario. Si presenta un candidato propio o si apoya a alguno de los que están o se incorporen, desequilibrará la situación de indefinición actual. El marinismo quiere saber cómo se encarará electoralmente la capital provincial, aunque sea a grandes rasgos, una ciudad que todo el PJ quiere recuperar y se ve con altas posibilidades de hacerlo. Los naranjas quieren saber si irán juntos, con un candidato de qué sector o si cada uno deberá correr su carrera aparte. Si todos largan sin reglas establecidas, entonces se podría pensar en Espartaco Marín o  Mariano Fernández como posibles candidatos. O en algún nombre “tapado”.

En ese marco del “todos juegan” de la perinola política (un juego de épocas muy pasadas para los millennials y centennials) hay varios precandidatos con pretensiones que van posicionándose mientras los demás observan. El diputado Jorge Lezcano, Fabián Bruna, el camporista Luciano Di Nápoli, Juan Grotto y hasta el renovador Darío Hernández son de esa partida.

El factor ordenador y la división opositora

En este marco provincial, el PJ corre con una ventaja, y es la de tener un liderazgo, un factor ordenador que la oposición no tiene. Por supuesto, se le suman al justicialismo otras variables como los recursos estatales y el conocimiento de gobernar desde hace tres décadas la provincia para inclinar la balanza a su favor. La dependencia interna del PJ con respecto a Verna ayuda a encarar bajo el manto de la unidad el escenario preelectoral.

La oposición está presa de la división, una situación que es promovida además por haber quedado atrapada por la agenda económica nacional que le juega en contra. No tiene un factor ordenador, un liderazgo que puede imponerle reglas más o menos claras. En 2015 lo tuvo a Francisco Torroba, respaldado por su imagen pública y los resultados electorales previos. Definió una alianza y los lugares que iban a ocupar cada sector, aunque haya resbalado en Santa Rosa.

Esta vez parecen todos atrapados en ver qué puede ocurrir. El dedo de Macri ya no es un reaseguro. Ninguno es más que otro, aunque haya dirigentes que destaquen más. El secretario de Deporte de Nación, Carlos Mac Allister, por ahora espera que cambie el rumbo nacional y visita la provincia en un silencio preventivo organizando la tropa propia. El radical Juan Carlos Marino trata de ser noticia en todo momento, queriendo cerrar detrás suyo a la tropa radical para enfrentar a Cambiemos-Pro. Hay quienes lo impulsan enardecidos contra el macrismo, quienes lo resisten y lo resistirán, quienes recuerdan que ya perdió en dos oportunidades y es el “candidato de la derrota” y quienes por descarte lo observan como la única opción para confrontar con Mac Allister. Debajo de estas postulaciones, salvo algunos dirigentes provinciales, todo es un mar de incertidumbre y espera.

La agenda nacional, no ayuda

Si la agenda provincial está encallada, una definición que el autor de este análisis toma de un columnista porteño, la nacional no ayuda mucho más. El cruce permanente entre la crisis económica y el escándalo del cuadernogate no deja pensar con tranquilidad qué escenario podría quedar para 2019. Aunque se intuya.

El presidente Macri no logra estabilizar la crisis financiera actual mientras las perspectivas económicas para los próximos meses no son las mejores en un horizonte de ajuste, lo que pone contra las cuerdas a Cambiemos y le da aire al PJ. Pero a la vez, el peronismo está conmovido y sacudido por el escándalo del cuadernogate, un caso de corrupción sin antecedentes en el país.

Para muchos dirigentes pampeanos, es mejor cruzarse de brazos y esperar unos meses más. Otros ven que hay que apurar los tiempos para empezar a definir aunque sea los trazos gruesos de una estrategia. Dilemas del momento.

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