Alfredo Astiz. era conocido como el “Ángel Rubio” o el “Ángel de la Muerte”. Se sabe que se infiltró en la organización Madres de Plaza de Mayo para lograr la detención, desaparición y asesinato de tres de sus fundadoras de ese movimiento. Fue responsable de la muerte del periodista Rodolfo Walsh y de las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet.
Un tribunal de Buenos Aires condenó al ex marino Alfredo Astiz a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos en la antigua Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), el mayor centro clandestino de detención del último régimen militar argentino (1976-1983).
Hasta aquí la historia más conocida de unos de los emblemas del terror en la Argentina. Pero lo que poca gente sabe, o recuerda, es que Astiz estuvo en Pigüé hace 10 años y protagonizó una gresca generalizada durante una frustrada fiesta de casamiento en la Sociedad Italiana.
El hecho, fue primicia del semanario piguense REFLEJOS el 9 de Octubre de 2001, dando cuenta de un acontecimiento que tuvo lugar 2 días antes.
La pelea
«Vino porque era el padrino de la novia: EL REPRESOR ALFREDO ASTIZ ESTUVO EN UN CASAMIENTO EN PIGÜÉ QUE TERMINÓ EN UNA VIOLENTA PELEA» tituló este medio hace una década.
Agregando que «los novios no eran de Pigüé; pero aparentemente decidieron casarse aquí para que pudiera venir el represor. Muchos de los asistentes no sabían que Astiz estuviera invitado y su presencia en la fiesta derivó en una gresca con piñas y botellazos. El marino alcanzó a irse antes de que se concretara un «escrache» que un grupo de jóvenes estaba organizando para repudiar su presencia en nuestra ciudad».
La fiesta, fue un sábado al mediodía, algo que no se acostumbraba en esa época. Astiz, era el padrino de la novia. «Astiz se hospedó en un hotel de esta ciudad con otra identidad. Llegó para participar de una fiesta de casamiento que se llevó a cabo en horas del mediodía en la Sociedad Italiana local. La novia, nació en nuestra ciudad pero no residió luego aquí. Sólo viven en Pigüé un abuelo y un tío de ella. Aparentemente se habría elegido realizar el casamiento en este lugar para posibilitar la presencia de Astiz, quien como es sabido, no puede transitar tranquilo por las calles sin ser insultado o hasta agredido físicamente. Otras versiones indicaban que la novia había pedido casarse en Pigüé» dice la crónica que se publicó en la pág 10 de la edición 196 del mencionado semanario.
«La presencia del represor en la fiesta, generó malestar en varios invitados. Muchos de los cuales (la mayoría de los asistentes provenían de Capital Federal), se retiraron al encontrarlo en la celebración. Otros permanecieron en el lugar como «petrificados» ante Astiz, quien hasta bailó el vals con la novia. Hasta que una batalla campal con trompis y botellazos, hizo que el marino decidiera partir», dice la noticia.
Un periodista de ese periódico, dialogó en aquella oportunidad con uno de los invitados, quien era amigo del novio. «Cuando llegamos, vimos que estaba Astiz en el salón. Fue un momento horrible. Una de las personas se sintió mal y se fue para no compartir la comida con el represor», dijo en aquella oportunidad el entrevistado.
Más entrada la fiesta, uno de los invitados propuso un brindis «para todos menos para uno» en clara alusión a Astiz y todo derivó en una verdadera batalla campal. Hubo trompadas, patadas, botellazos dentro y fuera del salón. Astiz no participó de la pelea, «porque si él hubiera entrado al tumulto, le hubiéramos pegado todos» reconoció el entrevistado por ese medio.
Una de las invitadas se retiró de la fiesta inmediatamente. Puesto que había estado exiliada durante la dictadura y secuestraron a su marido.
Los testimonios recogidos en aquel momento por Reflejos, dan cuenta que el represor durante la fiesta intentó mantener el bajo perfil, sentándose cerca de una cortina para ser poco visto. Luego de la gresca, Astiz se retiró raudamente de esta ciudad en un Mercedes Benz sin dejar rastro.
Cuando el hecho trascendió y un cronista de ese periódico fue al salón, Astiz se había retirado. Aunque, el periodista debió soportar los reproches verbales de parte de los invitados -familiares o amigos del represor, seguramente- por haberse hecho presente en la Sociedad Italiana.
Astiz, era llamado el “Ángel de la Muerte” por su rostro bondadoso que contrastaba con los crímenes que se le señalaban. Su labor era infiltrarse en reuniones de familiares que se organizaban para reclamar respuestas de las autoridades militares sobre sus hijos detenidos.
Dicho trabajo, por ejemplo, llevó a que entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977 efectivos de la marina procedieron al arresto de nueve personas, incluyendo a las fundadoras de la organización Madres de Plaza de Mayo y a dos monjas de nacionalidad francesa.
Se presume que todos los detenidos fueron torturados y muertos en cautiverio. Incluso las monjas francesas -Alice Domon y Leonie Duquet- fueron fotografiadas en la ESMA con una bandera de la organización guerrillera Montoneros de fondo para tratar de adjudicarle a ellos la captura de las religiosas.
Hace 10 años, los invitados a un casamiento, inesperadamente se sentaron junto a tamaño asesino en una mesa en Pigüé. Muchos invitados se comportaron pasivamente y no reaccionaron ante su presencia. Pero finalmente, el represor terminó siendo el pato de la boda. Porque la condena social suele ser más rápida y contundente que la lentitud de los tribunales.
Artículo Periodístico Semanario Reflejos – 09/10/2001
Hay varios en la zona que por ignorancia o convicción se sentarían a la mesa de este personaje. Astiz no es perseguido por sus ideas sino por que es un probado torturador, violador y asesino. Muy guapo para atormentar viejas y monjas pero cuando se lo requirió para que cumpliese con su deber de militar, resultó ser un tremendo cobarde entregándose sin tirar un toscazo mientras pibitos de la secundaria sin instrucción demostraron tener más huevos