Historias: Apolinario “Chengo” Sauco, un pampeano de Villa Alba.


General San MartínEl 14 de marzo de 1918 nace en Colonia “La Juanita”, en jurisdicción de Villa Alba, hoy General San Martín (La Pampa), Apolinario Sauco, conocido en el ambiente familiar y de amigos como “Chengo”, cuarto hijo varón de Anita Bonjour y Apolinario Sauco, quienes tuvieron doce hijos. 

Hacia los años 1927/28 la familia se muda al Lote 12, este campo estaba a unas veinte leguas de Abramo, pequeña localidad donde iban a comprar víveres.
Apolinario no pudo terminar la escuela primaria, pues su padre lo dejó como niñero de unos vecinos que tenían tres hijos.
En ese interín los padres se trasladan a Bernasconi, donde sus hermanos concurren a la escuela primaria y algunos de ellos a la Politécnica, donde aprendieron diversos oficios. A los doce años de edad Apolinario decide dejar el trabajo de niñero y se va junto a su familia a Bernasconi. Como no tenía dinero, viaja en tren, pero sentado a caballito en la unión de los vagones. Consiguió trabajo en una panadería, donde aprendió el oficio y también participó en la elaboración de los primeros helados, con una máquina con batidora manual enfriada con hielo y sal, toda una novedad para aquellos años.
Se conoce, fútbol mediante, en Jacinto Arauz, con Juan y José Depaoli y con varios integrantes de la familia Muñiz: Héctor, Domingo, Raúl y Marcelo, excelentes jugadores de la zona Sur. Allí se reunía con el clan mencionado y todos eran atendidos, como si fueran sus hijos, por Doña Julia Muñiz.
En 1938, otra luchadora mujer, Doña Carmen Depaoli, con su hijo menor, Juancito, se instalan en la vecina Villa Alba, y los jóvenes mencionados, con algunos más, en Bernasconi llegan a trabajar en la Compañía Salinera “La Porteña” de Don Pablo Ferro. Pero la amistad y el cariño especial eran para “Chengo”, que luego de un trato de amigos se queda como socio de la novel Librería “Sarmiento” que fundara e instalara Doña Carmen y su hijo Juan.
Recuerda “Chengo” a Doña Carmen, la abuela, de origen italiano, napolitana y de apellido Francomano, una buena mujer, a quien apreciaba con mucho afecto.
Casi anciana -aunque seguramente no lo sería- destaca lo preocupada y ocupada que estaba por sus dos nietos, Héctor y Raúl, que quedaron al cuidado de esa santa mujer.
Hasta tuvo que concurrir a la Comisaría -no era nada común en aquellos años- para firmar el acta de tutora.
Como estaban los citados anteriormente todo el día juntos, los niños eran tratados por Sauco con mucho cariño, por tal motivo lo nombraron “tío del corazón” para toda la vida. Cuando la abuela se entera de la separación de su hija del mismo nombre, Carmen, solicita a Sauco ir a buscar a Raúl a Jacinto Arauz, comentándose que regresó con el nieto. Ambos hicieron el recorrido de regreso en bicicleta por el viejo camino de tierra paralelo a las vías del FFCC, -gesto que Doña Carmen valoró con un agradecimiento eterno-.
Posteriormente su socio y amigo Juan Depaoli forma su familia, “Chengo” parte para independizarse, ingresando en 1942 a Gendarmería Nacional, cuyo primer destino es Lago Fontana, Río Senger, provincia de Chubut. Nunca olvidó a quienes le brindaron su casa y su amistad.
Al retirarse de esa dependencia militar su destino es Bahía Blanca y se dedica -como un buen hijo- a instalar a sus padres y hermanos, haciéndolo en Villa Delfina. En 1960, el día de su cumpleaños, 6 de junio, se casa con Delma Delfina Vittaz, y el 21 de agosto de 1965, Dios Nuestro Señor los premia con la llegada de su hija, Marcela, quien toda su vida lo atendió y lo atiende con dedicación y mucho cariño, teniendo en cuenta que su esposa partió -hace unos años- a la casa del Señor.
En el año 2009, invitado por uno de sus sobrinos, volvió a Bernasconi, donde fue atendido y saludado por ex vecinos, amigos y autoridades, visitando también la casa donde vivió la familia, pasando una emotiva jornada que no olvidará.
Los valores personales trascienden por los gestos de amistad y solidaridad que cada uno lleva impresos en su corazón.
Por su entereza, por su calidad humana, por su nobleza hoy me corresponde decirle en nombre de mi familia, gracias, mil gracias… tío del corazón (colaboración: Héctor Moyano-El Diario de La Pampa).

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