Dilemas Pre-Electorales en la UCR y el FREPAM


Dilemas Pre-Electorales en la UCR y el FREPAM

Torroba y la reconfiguración del espacio opositor 

Todo parece girar en torno a la estrategia personal de Torroba: la UCR, el Frepam y hasta el PRO. De a poco, el candidato estructura una fuerza a su medida que lo erige como el líder opositor de los próximos años. Los condicionamientos a sus aspiraciones futuras. 

Norberto G. Asquini

Una estrategia paso a paso por monopolizar el poder del espacio opositor, en la que las dificultades parecen cada vez menores. Ese es el presente de Francisco Torroba, candidato a gobernador. Dilata los tiempos y arrincona a sus competidores sobre la fecha de cierre de listas. Hay que esperar la convención nacional del 14 de marzo y la provincial el 28 para definiciones más concretas. Pero el tiempo pasa y el único ganador de esta situación es él mismo. Hay en esto de manejar los tiempos una táctica estudiada, la que no está exenta de límites.

Torroba tiene un liderazgo producto del capital electoral conseguido y las expectativas que genera. En base a esto arma de a poco su estructura de poder. El ciudadano común del voto no peronista no se pregunta qué hará filas adentro, sino que lo considera como la opción al PJ. Ahí se posiciona para construir en torno suyo. O sea, un armado propio, no de conjunto que permita imponer condiciones, ser el “gran elector”.

Unos y otros.

Es el presidente del partido, un lugar orgánico desde el cual promueve y afianza su candidatura, controla sus filas. Pretende manejar la Convención provincial de la UCR para que le otorgue un “cheque en blanco”, un mandato abierto, para conformar las listas a su parecer, y hasta la fórmula. Ha sabido desactivar las líneas, y moderar el “internismo” crónico del radicalismo, aunque está latente. Ya no se habla de colores. El interés individual mueve a los dirigentes desorientados por la espera, porque no encuentran su lugar para negociar. Genera expectativas a unos, divide y distrae a otros. De esta manera, congrega obedientes y abroquela enfrente suyo a los radicales que no tiene en sus planes. Por supuesto, los tiempos también debe manejarlos por otras cuestiones que escapan a su control: las decisiones nacionales de la UCR y su acercamiento al PRO, pero también mantener los equilibrios internos y evitar los cuestionamientos de sentarse con unos y no con otros.

Los tres pasos.

Es una estrategia de tres pasos: primero acumular poder y erigirse en el líder de la UCR y el Frepam. Lograr un nuevo reordenamiento tanto en la UCR como en el frente opositor que se conforme en mayo para enfrentar al PJ. De la misma oposición podría decirse, que va a quedar estructurada, según parece, a su gusto. Algunos hablan que esta elección marcará una “limpieza” de nombres a futuro, y una alianza cada vez más corrida a la derecha. Las listas tendrán mayoría primero de torrobistas, y luego de sus aliados.

En este marco, que no haya todavía un candidato a intendente de la UCR para Santa Rosa es un tapón para cualquier malestar interno o desafío a futuro. Pronto podrá imponer el nombre que él quiere, aunque le dejará poco margen de maniobra al postulante con tan poco tiempo de campaña para instalarse. No solo para un azul, dado que si los suyos no marcan en las encuestas -Evangelista, Cuelle o Salas-, como ocurre ahora, puede poner a otro que sirva a sus propósitos. No quiere desafíos o hechos que escapen a su control, y que le nombren a Carlos Pessi como posible aspirante a esa postulación parece incomodarlo.

La lista de “todos”.

El segundo paso es atar al PRO a un frente. La alianza es un hecho y solo hay que esperar. Lo condicionan las listas nacionales, ya que -como ocurre en otras provincias- sería la moneda de cambio para el acuerdo. Macri quiere los legisladores nacionales. Pero esto generará resistencias hacia dentro del radicalismo. La convención le dirá hasta dónde puede negociar. Seguramente habrá cuatro o cinco diputados provinciales del PRO en la lista en conjunto. Torroba sueña con liderar una oposición en la que estén “todos”, de derecha a izquierda. Incluso lo mencionó expresamente en la semana, al dar un ejemplo europeo, sin contexto pampeano. Por ahora, deja decantar los acontecimientos. Da señales pero no convoca a Mac Allister, lo que hará a último momento para no dejarle margen de maniobra. Juega con los tiempos, sabedor que las decisiones pasan por él. La estrategia es acordar con el PRO, no solo para sumar votos, sino para subordinarlo a la UCR. Pasó con el Fregen, pasó con el socialismo. También evalúa un diputado provincial de Pueblo Nuevo para neutralizar al massismo y buscar apoyos en el peronismo disidente a ese gran frente de coalición opositor.

El tercer paso apunta a la cuestión central: lograr la gobernación o quedar como líder opositor si no se da. Una alianza amplia y una supuesta derrota en la interna de Carlos Verna le darían competitividad para intentar torcer 32 años de gobiernos justicialistas. Si no gana, quedará igualmente como referencia de la oposición con el control logrado en estos meses al interior de la UCR, en el Frepam y en las fuerzas no peronistas.

Contra el “acuerdismo”.

Todo parece, si consideramos lo detallado más arriba, como allanado a la voluntad de Torroba. Esto ya lo analizamos el año pasado. Hay un radicalismo desorientado, dependiente de su candidatura y que no parece hacerle frente. En su estrategia, el “acuerdismo” radical es un factor importante que tiene en cuenta para evitar internas o que lo confronten. El interés individual y a corto plazo, dijimos, parece más importante que los proyectos de largo aliento. El egoísmo prima sobre la cooperación. Torroba cerrará las listas a último momento y la desesperación llevará a que no haya oposición interna para no quedar afuera. O ser premiados, o resignarse.

Los límites.

Sin embargo, hay condicionamientos que desnudan algunas debilidades en su estrategia y que le marcan límites. Si los blancos quedaron divididos por sus enfrentamientos en torno a quién se quedaba con la próxima candidatura a senador, ahora parece que comenzaron a reorganizarse frente a la posibilidad de quedar atrapados en la estrategia torrobista. Juan Carlos Marino y Juan Carlos Olivero han tenido reuniones, entre ellos y con otros referentes. Del otro lado parece haber quedado Daniel Kroneberger. Parece aspirar a un acuerdo con Torroba que lo impulse a la senaduría para reemplazar a Marino quizá con un candidato a diputado nacional azul del riñón del torrobismo.

La desconfianza a que no haya un acuerdo racional que congregue a todos -porque además no habrá cargos para todos- lleva a empezar a buscar opciones a una negociación con pocos ganadores. Una señal fue el lanzamiento de la candidatura a intendente de Alejandro Odasso en General Acha, acto al que no asistió Torroba y donde se vio a Marino y Olivero junto a otros “ex blancos”.

 

¿Listas alternativas?

La precandidatura alternativa de Olivero muestra los dientes, pero no se sabe si se podrá sostener en el tiempo. Si hay verdadera voluntad de ofrecer una opción a Torroba a pesar de todo lo que se debe enfrentar, pondrá en una situación incómoda al diputado. Deberá afrontar una interna en la que tendrá que mostrar, con una dura lucha en el PJ que acaparará la atención del votante, cuánto es lo que tiene. Esto también puede ocurrir con listas paralelas del socialismo en Santa Rosa, General Pico y algunos pueblos más.

En este marco, una limitación con la cual muchos especulan es que Torroba no puede dejar afuera del acuerdo a los principales referentes. El sistema de internas provinciales tiene una particularidad: el candidato único se puede proclamar (gobernador), pero en diputados los que queden afuera de la lista torrobista la pueden enfrentar en ese tramo. Y el acuerdo se rompe ya que podría “abrir” la nómina a los representantes de esa boleta opositora.

Boleta nacional.

Otra cuestión es que los acuerdos que haga para cargos nacionales pueden naufragar. En primer lugar, si el radicalismo reacciona a tiempo, se puede evitar que se cedan de hecho todos los cargos nacionales al PRO, boleta que iría enganchada a Macri presidente. El precio a pagar por el radicalismo puede ser muy alto si no evalúa los riesgos de esta jugada. Y en segundo lugar, por el juego que se puede abrir a varios candidatos. Si algo tuvo de bueno el sistema de primarias nacionales, es que cualquiera puede presentarse a competir en esas votaciones. De hacerse un acuerdo con el PRO, esto no evita que haya una o más listas radicales que le hagan frente. ¿Qué pasaría si, como piensan algunos, hay una fórmula Marino senador, Martín Berhongaray diputado? Además, escapará a cualquier referencia provincial ya que esa votación se nacionalizará.

Torroba busca también referentes locales que sean candidatos a intendente que traccionen votos hacia arriba. Aunque cree que es suficiente con su nombre y una alianza con el PRO. Es una cuestión complicada: hoy las juntas vecinales no adhieren al radicalismo, apenas hay conformada una treintena de comités en los pueblos y en Santa Rosa y General Pico no hay un candidato fuerte.

En todo este análisis, no se ha hecho referencia a los aspectos ideológicos o a los proyectos y debates internos. Tampoco qué significaría para el Frepam su ampliación, superación o desaparición, con la incorporación del PRO. La mirada de la dirigencia radical hoy parece estar puesta, desde una mirada pragmática y electoralista, en la distribución de cargos por afinidades personales por un lado y en las superviviencias individuales por otro. Y de lo que quedará hacia delante de la nueva reconfiguración interna que se está procesando.

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