De diputado, al mundo de las milanesas


De diputado, al mundo de las milanesas
Por Mario Vega
El título de esta nota no tiene absolutamente nada de despectivo. Por el contrario, la pretensión es solamente señalar que el trabajo, de verdad, dignifica a las personas, sea cual fuere su naturaleza.
Ser funcionario, pertenecer a un equipo de trabajo en la función pública, supone -además de una carga de responsabilidad-, estar en el centro de todas las miradas. Para bien, o para mal… para sentir la aprobación de la sociedad, o el gusto amargo de la crítica, muchas veces justificada pero, también, hay que decirlo, otras tantas infundadas.
Pertenecer, dice una frase que alguien utilizó, tiene sus privilegios. Y vaya si los tiene el ocupar un cargo que muchos quisieran para sí. El hombre común considera que pertenecer a una planta de funcionarios es, más allá de una cuestión burocrática, la posibilidad de contar con buenos sueldos, con gozar del uso de celulares y autos, y hasta la posibilidad de cobrar suculentos viáticos. Y en muchos casos esto es así.
Obviamente todo eso conlleva una responsabilidad, un compromiso que se debiera desempeñar con honradez, con rectitud y también, claro, con idoneidad.

El trabajo legislativo.
Me ha tocado durante ocho años cubrir la actividad en la Cámara de Diputados provincial, y puedo decir que no son pocos los legisladores, y otros funcionarios, que reúnen esas condiciones de probidad que cabe exigirles.
Naturalmente hay de todo: los que son buenos, regulares o malos en su función.
Decía que durante ocho años me tocó hacer la cobertura periodística de la Legislatura y allí tuve trato diario con la gran mayoría de los diputados. Con algunos se produjo una mayor afinidad, pero creo que en general mantuve buenos términos con todos. Muchos de ellos -la mayoría- dejarán sus cargos el 10 de diciembre, y en tanto algunos pasarán a otras funciones dentro de la esfera pública, otros volverán a la vida de todos los días.

El hijo del albañil.
Seguirán militando en política, pero regresarán a sus trabajos anteriores, o quizás irán en procura de nuevos desafíos. Un poco y un poco sería el caso de Miguel Angel Tanos (55), diputado provincial kirchnerista, quien no continuará en la función pública.
Se sabe, Miguel es profesor en Filosofía, también en Pedagogía y Magíster en Gestión de Políticas Públicas.
Nacido en Río Colorado (del otro lado del río, con respecto a La Adela), Miguel es hijo de Admón y de Emilce (fallecida hace poco más de un año y medio). “Fue el mismo día en que estaba la disputa por la continuidad de Laura Galluccio (jorgista) en el Banco de La Pampa… me tocaba defenderla, pero pasó lo de mi mamá”, recuerda ahora Miguel.
Tiene un único hermano, Guillermo, que es sacerdote salesiano y ahora está instalado en Neuquén. Casado con Adriana Barona, tienen cuatro hijos varones: Nicolás, Mauro, Juan Diego y Tomás.
“Mis viejos son pampeanos, papá es de Jacinto Arauz”, cuenta. Y sigue: “Papá era albañil, de cuchara y fratacho… nunca tuvo una empresa, sino que trabajaba en forma particular. A lo mejor era él y algún muchacho para ayudarlo, pero no empresario”, revela. Y se molesta un poco al recordar cuando -siendo Miguel ministro de Educación- se le endilgaba haberle dado obras en las escuelas a su padre. “Ya digo, mi papá era albañil, ahora tiene 83 años, pero hasta los 75 por lo menos trabajó en eso”, acota.

Vivir en Bahía Blanca.
Los Tanos vivieron un poco en San Antonio Oeste, en Río Negro, y después en Bahía Blanca, siempre buscando mejores oportunidades “para el laburo de mi viejo. Nosotros con mi hermano hicimos la primaria en la escuela pública, y el secundario en el Colegio Don Bosco de Bahía. Todavía me acuerdo cuando íbamos caminando al colegio y Guillermo me confesó que sentía vocación por ser sacerdote… al principio fue un poco un impacto, pero vemos que es feliz llevando adelante su compromiso con los jóvenes, y sobre todo con los más pobres”, comenta.
Los hermanos se vincularon a un fuerte trabajo comunitario, “nos interesaba lo social -indica-. En 1976 cuando se produce el golpe yo tenía 16 años y ayudaba en los barrios… creo que no tuve demasiados problemas porque hacíamos una tarea pastoral los fines de semana en el barrio Rucci, uno de los más pobres, y pienso que ir a un colegio salesiano nos dio alguna cobertura”, se explica.

Vincularse a la educación.
Rememora que en aquellos tiempos advertía que algo pasaba, que no era un golpe de Estado más -aunque no podía imaginarse la inmensidad de la atrocidad que habría de caer sobre los argentinos-, pero que todavía era muy joven: “Era consciente pero no tanto. Me acuerdo que mientras hacíamos nuestra tarea social en el barrio se acercó un joven, y nosotros con cierta ingenuidad lo aceptamos… al tiempo nos dimos cuenta que era un enviado de los servicios. Después hubo alguna amenaza, pero no como para presumir lo que finalmente vendría”, completa.
Miguel iniciaría la carrera de Psicología, pero “en un año me di cuenta que eso no era para mí. Intenté con Pedagogía y Filosofía, y más tarde me recibí de Magister en Políticas Públicas en la Universidad de San Andrés, en Buenos Aires”.
Luego se acercó a la educación desde un lugar modesto. “Fui preceptor con 17 años, y si bien no podía imponer autoridad por la edad, conocía los códigos de los chicos… Ahí me empecé a dar cuenta que a lo mejor la educación podría ser lo mío”.

Vivir en La Pampa.
Como todos los chicos, con los amigos del barrio, además de la escuela, la música progresiva, el fútbol en los baldíos -“soy hincha fanático de Boca”, señala como si eso pudiera ser una virtud (¡!!)-, “y el baile en algún club, antes que los boliches”, amplía.
Revela cómo conoció a su esposa. “Fue en una peña folklórica, y desde entonces estamos juntos…en un momento evaluamos ir a trabajar al sur, quizás a Neuquén”, rememora.
Al final arribaron a Guatraché -allí iban a nacer sus dos hijos mayores-, donde estarían seis años (ver aparte), y luego la familia se afincó en Santa Rosa.
“En el ’89 accedo a un cargo en Educación, cuando estaban allí Jorge Rodríguez y después Miguel Solé”, relata. Con sólo 29 años, en tiempos de Néstor Rufino Ahuad como gobernador, sería ministro de Educación. Más tarde sería subsecretario de Coordinación, cuando Néstor Roldán era ministro; y en 1999 Tanos asume como ministro de Educación con Rubén Marín al frente del gobierno provincial.
“También fue un contexto difícil, con una crisis institucional argentina importante; pero por suerte logramos en ese tiempo que los chicos no perdieran días de clase…”, reflexiona.

Conocer a Kirchner.
Luego de eso Miguel volvió a la escuela: “Recuperé mi cargo de asesor pedagógico en la EPET 1; y también en el Instituto de Formación Docente. Dar clases es fantástico, y creo que para eso lo más importante es bancarse a los pibes… porque si no es así lo sufrís y los hacés sufrir… Ahora voy a volver a mi cargo y no hay ningún drama. ¿Sabés por qué? Porque tiene que ser natural esto de volver, porque los cargos públicos son circunstancias, tienen fecha de vencimiento”, dice con tranquilidad.
Miguel menciona que en 2005 y 2006 fue convocado por Daniel Filmus al Ministerio de Educación de la Nación. “Allí conocí a Néstor Kirchner… ojo, lo conocí, crucé un par de palabras alguna vez, pero nada más. No tengo ni una foto con él”, precisa. En el cargo se ocupó de poner en marcha el Plan Nacional de Alfabetización.

El proyecto K.
Refiere Tanos que fue en esa circunstancia que viene su adhesión al kirchnerismo: “Considero que fue la mejor expresión del peronismo de estos tiempos; aunque claro que, como en todo proceso político, nadie es infalible, y se pueden haber cometido errores. Pero ha sido el proyecto político más sustentable de los últimos años, con conquistas que van a quedar, y la sociedad va a luchar para que continúen”.
En su evaluación señala que “después de un proceso de 12 años, terminar una elección sólo dos puntos y medio abajo, con un enorme reconocimiento a la presidenta es algo único. Ahora con el resultado electoral no hay que dramatizar, se da una mayoría circunstancial de otro proyecto político y habrá que seguir militando pensando en la gente”, prometió.

El diputado.
Cuenta que su experiencia como diputado provincial desde 2011 hasta ahora “fue excelente. No lo asumí como personal, sino como un compromiso de militar en función de aquellas causas de Néstor y Cristina”. La semana que pasó Miguel se sentó por última vez en su banca, saludó a quienes habían sido sus colegas en los últimos cuatro años y se marchó. Para volver a sus cosas, a la docencia que es su pasión, a seguir dándole forma al libro de Filosofía que tiene como proyecto, a dedicarle más tiempo a su familia y a dedicarle algunas horas al proyecto familiar: “Planeta Milanesa”.

Emprendimiento gastronómico.
El comercio que puso en marcha hace muy poco está instalado en lo que fue el viejo bar de Don Fuertes, frente a la estación de trenes. “Nos parece algo original, innovador, y hasta tenemos el nombre registrado”, comenta.
Se lo ve contento, con ganas… la familia junta, los hijos encaminados (Mauro es abogado, Juan Diego especialista en redes sociales, y Tomás va al secundario), todos colaborando con el emprendimiento.
En estos tiempos de tanto exitismo por los resultados electorales, no faltan los que esperaban este momento, y tal vez el que apele a alguna frase revanchista y a la vez burlona -“se fue a freír milanesas”, o algo por el estilo-. Y en ese caso lo que puedo decir es que me parece que la de Miguel -más allá de cualquier diferencia- es la actitud de un tipo digno. Volvió al llano y se puso a trabajar, en lo que siempre hizo vinculado a la docencia, y a un emprendimiento que -dicen los que han ido, incluso algunos hasta ahora diputados-, resulta muy bueno porque los platos que surgen de “Planeta milanesa” son, aseguran, exquisitos.

El profesor barbudo.
Miguel Tanos relata cómo fue su llegada a Guatraché. “Necesitaban un asesor pedagógico y me llevó mi papá desde Bahía a una entrevista. Era 1983, y usaba una barba-barba… bien frondosa”, rememora.
“Salgo de la entrevista -sigue- y mi viejo me pregunta cómo me fue… más o menos, le contesto. Porque me ofrecían vivienda, y también poder viajar a Bahía cuando precisara rendir alguna materia de otra carrera que estaba haciendo… pero me tenía que cortar la barba…”, se ríe ahora.
¿Y qué hizo? “Y bueno…me la tuve que recortar por una sugerencia del director de la Agrotécnica, pero la verdad es que era un hombre que me enseñó mucho… después lo de la barba, ya se sabe… servía para que algún policía te parara y te palpara de armas”, cuenta.
Evoca esos tiempos con cariño: “Fueron seis años, y allí nacieron mis dos primeros hijos… Además tuve mi primer acercamiento serio a la política, porque fui concejal un tiempo, hasta que me vine a Santa Rosa”, revela.
Y continúa: “Iba cuarto en la lista del Partido Justicialista y entré… el intendente era un señor que era el jefe del Correo. Estuve creo que un año, renuncié a la banca y me vine”.
Cabe señalar que en 2007 Tanos fue candidato a intendente de Toay y perdió por 20 votos con Ariel Rojas, el actual jefe comunal.
Es que vive en una quinta sobre la avenida Perón, circunscripción toayense. “Nos vinimos aquí cuando no había casi nada. Sacamos un crédito y estábamos evaluando dónde comprar: por aquí entonces era más barato, no había nada, pero sí un buen servicio de micro y cable para poder ver a Boca”, sonríe en el final.

Fuente La Arena

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