Vigencia de los localismo en la Provincia
El vecinalismo pampeano: estrategia frente a los partidos tradicionales
Los primeros partidos vecinales se conformaron en 1991 y en 2003 hubo 32 que compitieron en esas elecciones. Hoy gobiernan en siete localidades y hay ocho juntas y uniones vigentes. En 2014 se inscribieron tres más para disputar las comunas en los próximos comicios.
Norberto G. Asquini
El vecinalismo, o los partidos locales llámense juntas, uniones o alianzas vecinales, mantiene su vigencia en el sistema político de La Pampa, si bien no con la fuerza que tuvo en otros momentos electorales. De hecho, en 2014 se presentaron, para competir en los próximos comicios, tres partidos locales ante la Justicia Electoral de la Provincia: en Ingeniero Luiggi, Cuchillo Có y La Adela. Ahora deben entregar los requisitos legales y luego obtendrían el reconocimiento legal. El vecinalismo hoy gobierna siete localidades: cinco con partidos o juntas en General Acha, 25 de Mayo, Ceballos, Falucho y Pichi Huinca, y dos con alianzas en Victorica e Intendente Alvear. Hay distinciones: mientras juntas y uniones son organizaciones partidarias autónomas, las alianzas son frentes electorales de varios partidos que pueden ser locales o provinciales y que deben ser renovados en cada elección. En tanto, hay ocho partidos locales vigentes que se pueden presentar en 2015, y dos alianzas comunales. Las juntas vecinales son Colonia Barón, Falucho, Corriente Social (de Eduardo Castex), Quemuense, y Por y para Ceballos; las uniones vecinales son Pichi Huinca y de General Acha; y está el Movimiento Popular Veinticinqueño, tomando el nombre del MPN neuquino.
En los noventa.
Los primeros partidos vecinales en La Pampa surgieron en 1991 cuando se conformaron dos: la Unión Vecinal de La Maruja y la Alianza por Maisonnave. La docente e investigadora Norma Medus, en uno de los pocos trabajos que se conocen sobre la vida política en La Pampa que abarcan el período democrático, indicaba en uno de sus artículos de hace unos años que “la herramienta electoral para planificar el desarrollo del ejido municipal, es una tendencia creciente, en esta provincia, en la década de 1990”.
Pero si a comienzos de esa década era parte de la política de localidades ruralizadas o con pocos habitantes, esto se fue revirtiendo con el tiempo como modelo de organización política llegando a ser gobierno en ciudades como General Acha, la tercera en cantidad de habitantes.
En esta proliferación de alternativas locales tuvieron que ver los reacomodamientos en el sistema político pampeano y los procesos nacionales durante los años noventa. En esa década asistimos a la salida del mapa electoral de fuerzas tradicionales que tuvieron representación provincial y nacional (Mofepa, MID); al debilitamiento de la UCR -sobre todo-; a la conformación de una tercera fuerza competitiva como el Fregen; y al ingreso de partidos menores que aglutinaban nuevas representaciones como Convocatoria Independiente, Modin, Acción por la República o Recrear.
Y a partir de 2001 se sumaron otros procesos más profundos para reforzar su expansión: por un lado el fracaso de la Alianza y su repercusión en la UCR, la crisis de representación consecuente con el colapso económico y social de la salida de la convertibilidad y, en lo provincial, el fin de la era marinista después de doce años consecutivos en el poder.
Arriba y abajo.
En 1995 había cuatro partidos vecinales vigentes aunque hubo ocho gobiernos locales: tres de juntas y cinco de alianzas. En 1999 hubo trece fuerzas y ocho ganaron sus comunas, y en 2003 se dio el salto del vecinalismo pampeano con 32 juntas o alianzas locales -casi en el 40 por ciento de las localidades- que fueron gobierno en trece poblaciones. De hecho, hasta hubo tres juntas que disputaron en una misma localidad: General Acha, con Unidos por General Acha, Movimiento Vecinal Achense y Unión Vecinal Achense. Los partidos vecinales se conforman para competir para las elecciones municipales, y siempre aparecen sobre la fecha de votación.
En 2007 ascendieron a 36 los partidos vecinales -si bien muchos no compitieron ya que se habían desactivado- obteniendo siete comunas. A partir de 2010 hubo una revisión por parte de la Justicia Electoral de las condiciones legales de los partidos vecinales y se determinó la caducidad de 18, quedando vigentes 18. En 2011 se depuró a otros ocho y en 2011, cinco más. Estas bajas se debieron a que no mantuvieron la cantidad de afiliados -el 4 por mil-, no se presentaron en dos elecciones consecutivas, o no obtuvieron en esos comicios un piso del 3 por ciento del padrón electoral local.
Debemos tener en cuenta que en la abrupta disminución de la cantidad de partidos vecinales entraron en juego en los últimos años el creciente poder de los intendentes en la estructura del PJ, el reacomodamiento dentro del peronismo luego de la interna entre Marín y la Línea Plural y la aparición y consolidación del Frepam como alternativa local para la oposición.
Estrategias locales.
Las juntas o alianzas vecinales aparecen en el mapa político como alternativa a los oficialismos locales, casi siempre del PJ. Siempre tiene enfrente a un partido tradicional. En muchos casos, canalizan el hartazgo hacia una gestión. Y la estrategia es que esos frentes suman más o tiene mayor agregación de votos en lo local que los partidos provinciales o nacionales y atraen el sufragio de un electorado independiente que no apoyaría a éstos. En algunos casos, dirigentes locales de fuerzas provinciales subordinan su identidad política a esos frentes para que sus espacios personales sean más competitivos. Y referentes sociales que no se identifican con los partidos provinciales o nacionales tienen con las juntas un espacio “independiente” desde el cual liderar el proceso político de sus pueblos, donde la identidad local o las figuras convocantes tienen más peso que los partidos provinciales o nacionales.
A estas lógicas locales hay que sumarles otra característica: frente a un gobierno local al que es difícil desplazar del poder, los partidos tradicionales hacen frentes para poder disputar con alguna posibilidad las elecciones. Pero también las disputas internas dentro de los partidos han impulsado estos espacios. En muchos casos, ante la falta de posibilidad de una competencia justa en la interna del PJ para intendente, referentes peronistas han preferido hacer un partido vecinal para disputar “desde afuera” a la estructura oficial. Esto ocurrió en 2003, cuando muchos dirigentes vernistas enfrentaron a los postulantes marinistas y definieron hacer un partido “paralelo”.
“Efecto vecinos”.
Medus indica en su investigación que la vecindad es el elemento fundamental de valoración de candidatos a representar los intereses locales. La docente analizó que en la escala local entra a jugar la categoría de análisis “efectos de amigos y vecinos” o también “efecto de contagio espacial”, que establece que cada elector es un foco emisor de informaciones al igual que los candidatos y es aplicable a la conformación de la decisión del voto. Cada vecino es una fuente de difusión de información favorable, en principio, de sí mismo, y luego del grupo o partido político al que representa. En los pueblos pequeños, el contacto con el electorado es directo y no mediático, o es lo primero con un poco de lo segundo.
Lo que muchos ciudadanos valoran en los candidatos locales es el grado de conocimiento que tiene del postulante. Como también de otros interlocutores.
Para Medus, el éxito electoral de los partidos locales se debe también a la valoración importante que se tiene de la persona, la relevancia que tuvo en la elección el conocimiento directo del vecino que fue candidato. Se atiende muchas veces más a los valores personales –honestidad o capacidad de trabajo– que al partido político al que pertenecían.