General San Martín: A 10 años del fallecimiento de la Maestra Hilda París.
A días de cumplirse el décimo aniversario del fallecimiento de Hilda París, queremos recordar su historia desde el primer día que llegó a General San Martín y el agradecimiento a quien fuera su vice y luego directora de la citada escuela: “Llegué a General San Martín un sábado 1º de junio del año 1946. Iba con un familiar. Fuimos directamente al hotel. A la mañana siguiente participamos de la misa e hicimos una recorrida por el pueblo. A la tarde fuimos a visitar a Flora y Goyo Hernández, viejos amigos de la familia. Inmediatamente Flora me conectó con Maruja Agra, una docente de Buenos Aires que se hospedaba en lo de Rosa Solondoeta. Muy gentil, enseguida me ofreció a llevarme a conocer a la vicedirectora: Doña Tota Pessi.
Yo conocía a Luisa Larroudé, su hermana, que ejercía en Santa Rosa y además integraba, al igual que mi madre, el Círculo de Mujeres de la Acción Católica. Siempre impecable en su presentación, sobriamente vestida, sin lujos pero con elegancia. Y qué decir del peinado, ni un solo cabello fuera de lugar.
Inmediatamente me imaginé en la vicedirectora a otra Luisa. Y cuál no sería mi asombro, cuando sin tocar timbre, sin golpear las manos y sin aviso alguno, entramos en un patio inmenso, mientras Maruja iba diciendo: ¡Señora Tota! ¡Señora Tota!…
Y cuál fue mi sorpresa cuando del interior de una carpa levantada en el fondo del patio salió un enjambre de chiquilines más o menos de la misma estatura y edad, aunque sobresalía uno bastante más alto que después supe que era Héctor, acompañado -como siempre- de Totó y Goyito, con un numeroso elenco de niñas y niños. Estaban preparando una función de circo que presentarían en pocos días.
En medio de esa chiquilinada estaba Tota, nada que ver con Luisa. Vestida con un alpino demasiado largo para ella, el peinado como es lógico para el trabajo que estaba haciendo no podía merecer muchos elogios.
Enseguida me cautivó su sencillez y su amabilidad.
Eso fue el 2 de junio. El 20, Día de la Bandera, tuvo a su cargo en el acto oficial realizado en la plaza, las palabras alusivas.
Yo, que no la había seguido tratando, dado el poco tiempo transcurrido y por estar en distintos turnos, pero no podía borrar de mi mente el alpino, el peinado, los chiquilines que la rodeaban y la carpa.
Empezó a hablar… y yo a quedarme extasiada. Nunca había escuchado y nunca volví a escuchar conceptos tan lindos, tan elocuentes, tan fervorosos y tan llenos de admiración por Belgrano y la Bandera como los que expresó Tota esa tarde.
Lógicamente, poco a poco la fui frecuentando, no sólo en la escuela, sino también en la iglesia donde enseguida me designó catequista, hermosa tarea que cumplí con entusiasmo y cariño durante mis doce años en San Martín, ya que me permitía guiar a los niños por el camino del bien y orientarlos a acercarse a Jesús con fe, con confianza, alegría y fervor.
Tota, han pasado más de 50 años de este episodio que me mostró una Tota cariñosa, sencilla, maestra de verdad, que no titubeaba en dejar el descanso dominical para ocuparse de los niños en un ensayo y posterior función de circo.
Hoy, la evoco como después la vi siempre: entregada de lleno a la misión educadora, dando todo de sí y brindando cariñoso trato a los niños a ella confiados y apoyo, consejos, ayuda a sus colegas y también padres.
Por eso, porque amó de verdad a los niños, porque dio todo por ellos, esos niños, hoy hombres y mujeres de bien, por lo menos si siguieron su ejemplo, sus enseñanzas y sus consejos, la recuerdan sin duda alguna como maestra de vida ejemplar”.
Cabe agregar que luego de algunos años, la señorita París con otras docentes fueron las que propiciaron que estos “chiquilines” que mencionaba, se presentaran en el salón de actos del establecimiento escolar y ofrecieran una función de circo con la algarabía y el aplauso de sus maestros, compañeros de la escuela y sus padres asistentes al acto patrio.
No olvidemos que la Municipalidad de Santa Rosa la distinguió, imponiendo su nombre al Museo Histórico, ubicado en calle 9 de Julio.
Por otra parte, es muy significativo mencionar que en General San Martín es recordada por todo el vecindario con mucho afecto y respeto por su dedicación a la enseñanza.
(Hector Moyano)