Cartas de Lectores: Una Navidad más sin Nestor Ruben Grill.


Una Navidad más sin Nestor Ruben Grill… y ya van 35
La primera fue la del ’76. Hacía poco más de un mes que se lo habían llevado. Un grupo armado irrumpe en la vivienda de mi tío, “Tola” Grill -que compartía con su esposa y sus dos hijos- y secuestra a Nestor Ruben, en ese momento de 23 años.

“Si hacen la denuncia, no lo ven más”. Con estas palabras se retiran los integrantes del grupo de tareas que lo secuestra. Y aunque ellos en primera instancia obedecen y no hacen la denuncia, a Nestor efectivamente jamás volvieron a verlo.

35 largos años pendiendo de un hilo, el hilo que separa el ser del no ser, la frontera entre la vida y la no vida. Entre la realidad de no tenerte y la fantasía que quizá –seguramente!- un día de estos vas a entrar por la puerta y saludar como siempre lo hacías, con la frescura, la vitalidad y el buen humor que eran tu marca en el orillo.

Porque, a pesar de los relatos, los testimonios y la innumerable cantidad de veces que hemos bajado en alma y espíritu con tantos/as compañeros/as a las cámaras del horror, no queremos imaginarnos lo que tuviste que pasar… ¿y si todavía lo estuvieras pasando?

¿Qué sería mejor? Saberte definitivamente muerto, frío y pálido, tieso y distante para siempre de este mundo terrenal que tanta injusticia te trajo o seguir alimentando esa incertidumbre que no termina nunca de ser respuesta, que jamás para de clavarnos el aguijón de la duda.

Imaginamos miles de cosas… algunas seguramente son más terribles que las que te tocaron vivir… otras, quizá de tan terribles no nos animamos a imaginarlas.

Ese es el drama que trae tu desaparición, término ridículo si los hay, ya que hasta los chicos saben que “nada puede desaparecer como si se lo hubiese tragado la tierra; en algún lugar tiene que estar”.

Es difícil también imaginarse la contraparte, pensar que un ser humano pueda ser capaz de tanta maldad y perversión; de cercenar sin más ni más una existencia tan plena de vida, altos valores y sanas intenciones. ¿Cómo fue que nos pasó todo esto? ¿Cómo fue que llegamos a esta situación? Asesinos con las manos teñidas de sangre inocente que no demuestran el menor atisbo de arrepentimiento y familiares y amigos que, incansablemente, se preguntan acerca del destino de sus seres más queridos. Entre medio, una gran muralla de silencio cómplice y la obstinada determinación de llevarse el secreto a la propia tumba.

¿Alcanzará que el peso de la justicia le caiga a alguno de los responsables de tu infortunio para cerrar semejante herida?

Queridísimo Nestor, estés donde estés, nuestro deseo navideño es idéntico al tuyo: saber qué es lo que te pasó, obtener una respuesta y poder, finalmente, tener la certeza tangible de tu existencia, se manifieste de la forma que tenga que manifestarse, para brindarte la paz que desde hace tanto tiempo, tantas navidades, estamos buscando y reclamando.

Graciela Berton

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