Las dos voluntades del PJ, los límites y las operaciones

Verna apura su lanzamiento y Jorge se define por su precandidato entre un “gestionador” y un “político”. Los límites de cada estructura y las operaciones en marcha de jorgistas y vernistas de cara a 2015.
El marco nacional que cambió y condiciona el escenario provincial. 

Norberto G. Asquini

En los últimos días del año, el jorgismo y el vernismo hacen sus últimas jugadas antes del receso veraniego, que no se sabe cuánto durara efectivamente ante las elecciones que se van acercando. El gobernador Oscar Mario Jorge pisará hoy lunes terreno piquense, bastión vernista, encabezando un acto. Del otro lado, aseguran que por estas horas el senador Carlos Verna tiene preparado su lanzamiento virtual -ya hubo amagues e instalación de que iba a ser precandidato-, seguramente en la vía pública. En tanto, el legislador tiene la intención de recorrer localidades donde hará algunas charlas y tenía prevista una reunión “secreta” esta semana en Santa Rosa, terreno muy esquivo para él y en el que no quiere mostrarse, donde reunirá a algunos dirigentes que lo siguen.

Jorge y Verna marcan las dos voluntades que recorren al PJ en su conjunto. Jorge, la de perpetuar su línea en el gobierno, y en el poder, y Verna la de retomar la gestión e imponer su corriente.

Nuevo escenario.

Algunas cosas comenzaron a cambiar en los análisis de los escenarios a futuro ante la situación nacional. Llega fin de año sin la catástrofe que auguraban muchos, con una economía que mantiene cuestiones problemática pero que es estable en lo económico. Lo que parecía a mediados de año que se convertiría en la debacle de la presidenta Cristina Fernández con la inflación, la devaluación y los “fondos buitre”, ahora se torna en lo que parece una transición ordenada. Si el vernismo pretendía desdoblar las elecciones provinciales para no pagar los “costos políticos” nacionales, ahora la situación parece confirmar la definición jorgista de mantenerlas unificadas.

Los postulantes jorgistas.

En el jorgismo se espera por su precandidato, o mejor dicho, su fórmula. El gobernador Jorge ya anunció, casi crípticamente, lo que es su idea. Fue después de un acto en declaraciones a la prensa, y algunos lo tomaron como palabras de ocasión, otros pusieron más atención. Afirmó que el postulante “debe conocer sobre la administración pública” y que se gobierna “en equipo”. Otros indicios: durante el último acto masivo de la presidenta, asistió flanqueado por el secretario de Asuntos Municipales, Fabián Bruna, y el intendente de Toay, Ariel Rojas. Solo un dato.

Hay dos perfiles claramente definidos entre los posibles elegidos: el de los “gestionadores”, que son funcionarios provinciales “conocedores de la administración pública”, como Bruna, Ariel Rauschenberger o Raúl Ortiz. Y los “políticos”, los intendentes como Rojas, Facundo Sola y Federico Ortiz, con gestiones locales y que han ganado elecciones. Unos y otros tienen puntos a favor o en contra. Los primeros saben los resortes de cómo gobernar una provincia, los segundos más de política.

Todos tienen bajo conocimiento en las encuestas. La idea que madura en Jorge sería, según su anuncio, que uno sea el precandidato y los demás apoyen públicamente en una voz coral, “en equipo”. Una especie de primus inter pares, potenciar la línea más que un dirigente, ya que ninguno parece despuntar sobre los demás ni ofrece seguridad de un triunfo.

Las cartas de los intendentes.

En este marco, Bruna parece tener una luz de ventaja por sobre los otros. Unos treinta intendentes jorgistas del norte y el sur enviaron al menos tres notas firmadas en conjunto al mandatario dando su respaldo para el secretario. Fue después de que uno de ellos lo impulsara a través de los medios. Buscaban apurar el nombre antes de fin de año, porque entienden que esa definición daría más cohesión a la línea, pero además se “trabajaría” mejor la candidatura.

Otros integrantes de Compromiso Peronista no lo piensan de la misma manera. Afirman que lanzándolo después de las vacaciones tiene menos desgaste y se concentra la disputa en pocos meses. Ocurrió con la candidatura para diputado nacional de Gustavo Fernández Mendía en 2013. El ex ministro medía muy abajo en las encuestas previas y carecía de atributos que lo hicieran un candidato carismático, pero ganó las internas y las legislativas. El respaldo de Jorge que podría transferir sus adhesiones, el apoyo al oficialismo justicialista por parte de la base partidaria y el aparato de los intendentes, como ocurrió en ese caso, suplantarían los puntos débiles de esas candidaturas.

Los límites.

Ambos sectores tienen límites claramente definidos, que van a tener que sortear. El vernismo cuenta con un candidato posicionado, pero no tiene la estructura de los intendentes -salvo sus “barones” de Quemú Quemú, Santa Isabel o General San Martín- y no pudo hacer pie en Santa Rosa. Ni Verna es fuerte en la capital, donde hay resistencias, ni tiene un postulante a intendente que ayude. Es su mayor debilidad y lo condiciona electoralmente. El escenario nacional tampoco facilita las cosas, ni siquiera podrá contar con Daniel Scioli, ya que el precandidato presidencial por el FPV-PJ no volcará la balanza por ningún sector en La Pampa.

El jorgismo cuenta con la mayoría de los intendentes, que generan lealtades y compromisos en cada pueblo para ganar las elecciones locales y empujar hacia arriba. Pero no tiene presencia de peso en ciudades como General Pico y General Acha, y en Santa Rosa el escenario está muy fragmentado, y la presencia del intendente Luis Larrañaga arroja por ahora más dilemas que certezas.

Los dos relatos.

El vernismo está lanzado a la disputa institucional desde la Legislatura para debilitar al gobierno provincial. El discurso es que “cuidan de los intereses de los pampeanos” ya que el mandatario “se subordina a la presidenta”. Del otro lado, el embate es resistido por la gestión que afirma que los diputados ponen “trabas” a la gestión. El gobernador Jorge fue más lejos dijo que “no son peronistas los que son opositores a los mismos peronistas”. Para unos, no hay diálogo por parte del Ejecutivo, para los otros, los diputados obstruyen.

Los argumentos, y relatos, de jorgistas y vernistas, entre continuidad-cambio abonan las diferencias. Para los primeros, se debe superar a los dirigentes tradicionales con la “renovación generacional” que se daría con la preeminencia de su línea. Para los segundos, volver a la senda de la gestión que dejó Verna en 2007 y que desvirtuó Jorge.

Por encima de la disputa, otros piensan en acuerdos generales: puede ser una lista conjunta o consensos para sostener al candidato a gobernador del PJ que se imponga en una interna. Se pudo hacer para la partidaria este año y lo impulsó Verna en 2009 cuando sorpresivamente convocó a Marín para ser titular del PJ.

Operaciones en marcha.

En esta disputan corren en paralelo a los hechos las operaciones políticas, o los análisis interesados. Su uso, en ambos lados, pretende apuntalar posiciones de cada línea o transformar o torcer voluntades. Por supuesto, se apoyan en datos de la realidad, pero que son moldeados según cada argumento. Veamos los pro-vernista. Estas operaciones afirman que no se puede empardar ni competir contra el apoyo que tiene Verna y que los intendentes que estaban con Jorge se están “pasando” a sus filas, o lo harán en breve. Un sucedáneo de lo que fue en su momento el “operativo clamor” en torno al senador. Pero hay otra manipulación retórica en esa línea: el acuerdismo. Se ha lanzado que hay un acuerdo subterráneo, como ocurrió con las elecciones partidarias, en el que se unirán todos detrás de la candidatura de Verna. En ese marco, Jorge será senador. Entonces, ¿para qué competirle a Verna?

Del otro lado, están las maniobras pro-jorgistas. Desde ese lugar se afirma que Verna, como ocurrió en 2007 y 2011, finalmente no se presentará como precandidato y se bajará. Por un lado, porque no quiere enfrentar una interna, ya que no tiene el apoyo unánime del Justicialismo. Y, sobre todo, porque la presidenta todavía está fuerte en el poder. Lo que fue su gran piedra en el zapato para sus pretensiones políticas en la última década.

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