Dos campos, el peronista y el no peronista, frente a frente, y la relación entre cambio y continuidad. La permanencia o no de los ciclos políticos en el PJ pampeano y la nacionalización o provincialización de cada proyecto personal.
Norberto G. Asquini
¿Qué se juega en verdad en las próximas elecciones en La Pampa? Los medios analizan los movimientos tácticos de las candidaturas y posibles acuerdos electorales, los movimientos de dirigentes centrales y cómo confluirán en los próximos meses. La mirada de la mayoría se queda en cuestiones puntuales y casi anecdóticas como si uno de los candidatos sumó a un dirigente más o menos. Pero más allá de los nombres de los postulantes, es mucho más lo que está en juego y lo que cada uno representa. Una lectura en torno a lo ocurrido con el caso Nisman y el 18F, como lo llamaron los grandes medios, da cuenta de esto: en el país se juega mucho más que la sucesión de la presidenta Cristina Fernández. No es solamente un nombre, sino un rumbo y un proyecto de país: la continuidad o no de las políticas públicas de estos años y el peligro que implica para la oposición la profundización de ese modelo.
La Pampa no está exenta de ese marco político, pero tiene también su propia lógica. ¿Qué se juega a grandes rasgos entre un nombre y otro, entre un sector y otro? Actualicemos algunas cuestiones que ya han sido planteadas.
La disputa central.
La gran confrontación se dará entre los dos campos: el peronista y el no peronista. Ese es el clivaje, el conflicto central del escenario político pampeano. Por ahora, ambos están divididos en sus propios proyectos -en el PJ dos coaliciones que no terminan de tomar forma entre el jorgismo y vernismo; en la oposición entre el Frepam y el PRO que se disputan apoyos-, pero son los dos bloques que disputarán en última instancia el poder en octubre. La hegemonía del PJ parece ponerse a prueba: en esto influye la emergencia de una posible alianza opositora, las consecuencias de la feroz división interna existente entre jorgismo y vernismo y los votos disidentes que se puedan fugar. La tendencia es que el PJ tuvo siempre la mitad de los votos positivos en cada elección, pero esa tendencia comenzó a bajar. De ahí que el radical Francisco Torroba busque no solo sumar todos los votos posibles sino también una “pata peronista” -ya sea desde el lezcanismo o el massismo- para romper con esa hegemonía.
¿Cambio o continuidad?
Otra cuestión que se pone en juego es la llamada continuidad del PJ. Pero es un tema complejo por todo lo que implica. ¿Qué es el cambio? Para la oposición es la alternancia que se ha negado en La Pampa durante 32 años de gobiernos justicialistas. Para Javier Mac Allister es, según sus declaraciones, un poco más: romper con el bipartidismo, clave en el sistema político de una provincia como la nuestra. En el oficialismo, el cambio de nombres se dará en la continuidad de los gobiernos justicialistas. Para el vernismo, el cambio de nombre sería también del rumbo de gobierno. Es terminar con el jorgismo y reencauzar al PJ en el gobierno en la senda que dejó inconclusa Carlos Verna en 2007. En las filas del gobernador Oscar Mario Jorge, se juega la continuidad de una gestión, pero en la que también se habla del cambio: los nombres que quedan, en la figura de su precandidato Fabián Bruna, marcará la renovación dentro del PJ frente a los dirigentes tradicionales.
La política pampeana se desenvuelve dentro de una matriz conservadora. Las transformaciones se dan, pero moderadas y tardías. El votante medio parece más atraído por las propuestas más tradicionales que progresistas. En ese marco, las permanencias son una constante. ¿Qué lugar dejará este proceso electoral para el cambio?
Los ciclos.
Periodizar la realidad o el pasado es un ejercicio arbitrario pero interesante cuando ayuda a entender mejor los procesos históricos. Con lo dicho más arriba, en 2015 no solo se pone en juego la sucesión obligada de un gobierno por la falta de reelección del gobernador Jorge, sino mucho más. La oposición quiere terminar con el ciclo de los gobiernos justicialistas que llevan más de tres décadas en el poder. En el PJ hay dos ciclos en juego: uno de carácter institucional, personalizado en las dos gestiones de Jorge y que puede tener su continuidad con un sucesor de su línea. A ese es al que apunta el vernismo. El otro es el de los dirigentes tradicionales. La renovación propuesta por la jorgista Compromiso Peronista apuntaría a romper con el ciclo de los “grandes liderazgos”: el de Rubén Marín y Verna, y en última instancia la superación de Jorge. La cara de un PJ tradicional con líderes que llegaron al poder en 1983 y lo mantuvieron, y que si no se da en estas elecciones se dará naturalmente en las próximas.
¿Nacionalizar o provincializar?
La política pampeana se mueve dentro de una lógica provincial. Pero no se puede sustraer a las influencias y los conflictos del escenario nacional. Tanto dentro del oficialismo como de la oposición encontramos un rasgo más que divide aguas y que se pone en tensión en la cuestión de unidad o disputa entre sus componentes. En el PJ hay a grandes rasgos dos proyectos de poder que abrevan en esa cuestión. El jorgismo se ha mantenido alineado con el gobierno nacional. La presencia de Bruna en el acto del kirchnerismo pampeano el sábado da cuenta de ello. Ese sector sostiene la continuidad del proyecto nacional hoy llevado adelante por Cristina Fernández, ya sea con Daniel Scioli o con otro candidato del FPV de perfil más kirchnerista. Del otro lado, el vernismo ha sido crítico a esa forma de entender el peronismo, y al país. Desde ese sector se ha querido “provincializar” siempre las elecciones y romper con la “dependencia” del poder central. Pero su postura va mucho más allá: mientras no sea kirchnerista, Verna tendrá buena relación con otros presidentes ya sea justicialista como Scioli -en el mejor de los casos- y opositores como Macri o Massa.
Por supuesto, el escenario nacional tendrá mucho que ver. Si el gobierno de CFK se mantiene sólido en lo político y con una economía estable en sus variables, beneficiará a unos y perjudicará a otros.
El bloque opositor también es recorrido por esa lógica. Torroba marca por sí solo en las encuestas y prefiere conformar una alianza amplia en lo provincial desprendiéndose de cualquier boleta de presidente que no sumaría por sí misma a sus chances. Pero esto limita entendimientos para un frente electoral con la tercera fuerza en la provincia, Propuesta Federal. El principal capital político de ese sector es la boleta de Macri presidente, que quiere hacer valer en las urnas y que condicionaría un acuerdo. Además, los avances que tenga Macri a nivel nacional -como fue en lo simbólico la incorporación de Reutemann en Santa Fe o las elecciones porteñas- apuntalarían un perfil propio. Pero esto no significa que no se confluya finalmente en una coalición mayor de la oposición pampeana. La conformación de un binomio electoral entre el jefe de Gobierno porteño y un radical puede ayudar, o no, a ese proceso.