Colores que se desdibujan

UCR pampeana: hacia una nueva reconfiguración interna.

La distinción entre cuatro líneas tradicionales en el radicalismo parece haber quedado licuada ante un escenario dominado por Torroba. Las tres “lógicas instrumentales” que marcan ese rumbo, no sin resistencias o prevenciones.  

Norberto G. Asquini  

El radicalismo pampeano vive un momento de reconfiguración interna. Por un lado se da la emergencia de un precandidato a la gobernación con capital electoral propio, Francisco Torroba, tras el que se alinean muchos dirigentes, y a la vez se asiste a la licuación de las líneas tradicionales que desde unos quince años se repartían el escenario interno.

Las corrientes internas empezaron a acomodarse y desdibujarse frente al nuevo escenario de cara a 2015. Casi son una virtualidad de grupos de pertenencia propios de la volatilidad de la política actual. Hacia adentro hay diferentes posturas no solo sobre lo local y lo provincial, sino hasta el rumbo que debe tomar el radicalismo a nivel nacional.

Los morados que ya se habían dividido en sus zonas de influencia, se convirtieron en rojos y quedaron relegados de las listas en 2011. Los blancos que supieron dominar el mapa interno del radicalismo, están divididos, no se reúnen desde hace más de un año y no hay conducción, amén de que los intendentes han perdido poder territorial. Hasta de sus filas surge un precandidato sin la consulta a sus pares. Los celestes han ido perdiendo cuerpo poco a poco. Y en Santa Rosa se observa la multiplicidad de actores y siglas –OTR, JR, Cantera Popular, los de unos y los de otros–. De hecho, los nombres por línea que integran la nueva conducción del Comité provincia de la UCR no representan a todos los de su sector y fueron incorporados más por conveniencia a los planes de Torroba que por consensos más amplios.

Pero la licuación interna no es una característica solamente local. El dirigente Leopoldo Moreau analiza que “la UCR ha abandonado y ha perdido su esencia: ya no pone a las instituciones por encima de los políticos. La cúpula actual que la conduce está logrando que deje de ser un partido nacional. La han convertido en una federación de partidos provinciales y municipales, que carece de una visión consensuada de la realidad. Estos pequeños partidos en los que la UCR se ha fragmentado, confrontan y no coinciden entre ellos”. Más allá de las diferencias, y el análisis personal del dirigente, hay también semejanzas con la realidad pampeana.

 

Consensos, y no tanto.

En ese marco, los azules tienen un líder posicionado para la gobernación. No tienen suficiente estructura propia, sino posibles aliados internos que se allanan a lo que vendrá. Ya lo hemos dicho: los consensos en el partido a la candidatura de Torroba son más por necesidad que por convicción. El consenso parece naturalizarse ya que tiene posibilidades de hacer buena elección por su peso electoral –es referenciado en la sociedad– y que eso representa una oportunidad “histórica” que no pueden dejar pasar. Pero esto no significa que a todos les agraden sus maniobras y manejos y que no haya resistencias y prevenciones.

En esta licuación de líneas, donde antes hubo acuerdos como ocurrió con Marino y Torroba en 2011 –que por supuesto dejó sus heridos–, ahora puede haber imposición y disciplinamiento. Todos temen que las ganancias las capitalice uno solo y las pérdidas sean distribuidas en el resto.

La conducción que construye Torroba navega en una estructura fragmentada en grupos internos e intereses personales. De allí su llegada a la conducción del partido, para intentar alinear y llevar adelante el proceso electoral frente a un partido que mantiene las instancias orgánicas y no puede avanzar sin la venia de la Convención. Este organismo partidario reúne todas las tendencias, pero esto no significa que se convierta en una instancia meramente formal. Se oye a todos, pero el rumbo lo deciden unos pocos.

El “internismo”, la “rosca”, una característica de la UCR que le ha quitado competitividad electoral al Frepam –aunque es apenas una de las causas y no la central de que no haya podido ser una alternativa de poder al PJ– parece haberse adormecido, quedando latente hasta que se empiecen a tomar las decisiones preelectorales.

 

“Provincializados”.

El radicalismo pampeano ha sabido mantener su caudal electoral a pesar del declive a nivel país. Las elecciones y el rumbo nacional fueron un camino minado por el que tuvo que transitar el partido provincial: la caída de la Alianza, el 2 por ciento en las presidenciales de 2003 y el apoyo a postulantes propios en otras listas, el primer extrapartidario como candidato en 2007 con Roberto Lavagna y la mala experiencia de Ricardo Alfonsín en 2011. Ahora se encuentran con UNEN en franca decadencia y sin un candidato propio de peso y con los dirigentes provinciales que aspiran a sus gobernaciones que ya decidieron tomar su propio camino por fuera del UNEN. Lo mismo ocurre con Torroba. La “primera” lógica instrumental y pragmática: lo provincial, y lo personal, está por encima del partido nacional, que además no ayuda en lo local.

En La Pampa, además, se puede agregar que desde 2003 la UCR, en el Frepam, no lleva un candidato a presidente encabezando su boleta. Una muestra de la “provincialización” o la “territorialización” del radicalismo pampeano, que lo ha ayudado a no quedar preso de la debacle nacional, y que es parte también de la tendencia a la disgregación que sufre la UCR.

Hay una “segunda” lógica instrumental que se impone con Torroba y que afecta a lo partidario y a las líneas. Supo poner al Frepam como bandera de su sector por encima de su identidad radical ya que le sirvió como herramienta política para compensar su debilidad interna frente al resto del radicalismo durante su intendencia. Una estrategia que diluye las pertenencias partidarias y parece superar a los partidos como instancia electoral y programática. Eso se observó en su paso por la comuna de Santa Rosa. En ese marco se van tejiendo alianzas personales que sirven a sus plantes y van disolviendo las líneas.

 

Alianza en debate.

Una “tercera” lógica instrumental es la ampliación del Frepam, un debate que ha quedado congelado por el momento. El tema divide aguas en el radicalismo, y aunque la mayoría considere que es una decisión estratégica y pragmática, no todos ven su beneficio. Pero está acorde a la definición frentista que ha hecho carne en la dirigencia provincial, ya sea por cálculo o necesidad electoral y a pesar de la resistencia del radicalismo del interior que ha sido refractario a los acuerdos. Desde la constituyente de 1998 hay una experiencia acumulada y una trayectoria en conjunto que va en ese sentido. Pero ahora la ampliación “por derecha” del Frepam no es como querer sumar al Recrear en su momento con Marino o al Mofepa con Torroba, espacios que no tenían peso específico, sino aliarse con una fuerza con caudal político propio a la que hay que “pagar” ese apoyo.

Las tendencias electorales marcan cuál es el voto “histórico” del Frepam. Se encuentra entre el 36 por ciento de 2007 y el 31 por ciento de 2011 de los sufragios positivos para gobernador. El 34 por ciento que obtuvo Torroba en 2013 para diputado nacional, está en ese marco, y compitiendo con todas a favor. Sabe que si no suma por algún lado –una alianza con el PRO, confiar en el voto “desleal” de un PJ dividido o un candidato presidencial extrapartidario que arrastre la boleta–, no puede descontar la distancia con el oficialismo. Aquí entra a jugar de lleno otra lógica instrumental de la dirigencia radical: ya no hay tiempo para pacientes construcciones programáticas, sino para alianzas electorales con la marca del oportunismo coyuntural.

En el actual escenario todavía no hay definiciones concretas hacia dónde avanzar. ¿Se irá sin boleta presidencial? ¿Se negociará con Massa o con Macri para que encabecen en La Pampa, según marquen las encuestas? Si hay alianza con Mac Allister, ¿cómo será resuelta?: algunos piensan en una primaria entre ambas fuerzas, otros temen compartir o ceder las listas de legisladores nacionales, o afrontar las resistencias y disputas que estallen en las localidades donde el PRO ya tiene candidatos a intendente.

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