Dieron comienzo las clases en General Manuel Campos

Dió inicio el nuevo sistema educativo a nivel nacional. En Gral. Campos éste lunes 8 abrieron sus puertas a los alumnos, la Escuela N°133 y el Jardín “Manitos Traviesas”.

En el marco de la aplicacion de la nueva ley de educacion de la cual todavia no se conocen los cambios significativos a los que se apunta., en una mañana nublada y con amenaza de lluvia se celebró el acto de inicio de clases, con la presencia de numerosos padres y familiares. La directora Mariela Weimberger instó a todos los presentes, padres, docentes y alumnos a aportar su granito de arena para lograr un nivel de educación de excelencia.


 
Por su parte, a media mañana llegó el turno de nivel inicial donde un grupo de 13 niños asistieron por primera vez al  edificio del jardín “Manitos Traviesas”, donde la docente Fabiana Gutierrez dio la bienvenida a los más pequeños y con juegos y sonrisas los invitó a asistir el día siguiente y todos los días del año.
Veremos con el transcurso del año como éste nuevo sistema educativo va desarrollando y estimulando el aprendizaje de nuestros niños.

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Cachirulo, un pueblo Pampeano olvidado que cumple 109 años.

CACHIRULO, La Pampa.- Este extraño paisaje tiene un nombre que parece extraído de los cuentos infantiles. Desde el acceso a lo que alguna vez fue el poblado se observan ruinas de un tiempo muerto y calles desdibujadas sobre las que avanza, hambrienta, la fronda implacable.

Bajo el tórrido sol del verano suenan las voces del silencio: silbidos de pájaros, el soplo del viento entre los árboles, ese raro ruido de agua que producen las chapas vetustas. Cachirulo es un pueblo fantasma que alguna vez se irguió floreciente a la vera del ex Ferrocarril General Sarmiento, hasta que sus habitantes lo abandonaron sin pena ni gloria cuando iniciaron el éxodo inexorable hacia centros urbanos más grandes.

Pero en los últimos tiempos ocho familias de pampeanos pauperizados encontraron en las casas muertas un nuevo sitio de esperanza, donde sobreviven con una economía básica de susbsistencia. Son la otra cara de una provincia próspera; una muestra de los desplazados por la recesión.

Mujeres jóvenes y adolescentes que fabrican ladrillos, hombres y muchachos que viven de la caza de animales silvestres, ancianos apartados del mundo más niños desnudos que juegan entre ruinas, despertaron sorpresivamente a este pueblo condenado al sueño eterno.

Aquí, a escasos 20 kilómetros de Santa Rosa, florecieron durante décadas las chacras de colonos inmigrantes. Por entonces, el tren pasaba periódicamente con su carga de granos y animales. Los días se sucedían felices, pero la decadencia del ferrocarril y la recurrente crisis de los sectores productivos condenaron al pueblo a una inexorable desaparición.

Los vecinos no resistieron el embate de la modernidad y debieron dejar atrás sus casas, veredas, esquinas, huertas, galpones, patios, una plaza y el pequeño cementerio.

Renacer
El cuarto de siglo transcurrido desde entonces se encargó de borrar aquellas huellas. Crecieron inmensos árboles y yuyales, cayeron los techos, se derrumbaron las paredes, y el pueblo adoptó esta identidad fantasma, interrumpida de tanto en tanto por la visita de algún vagabundo o la llegada de algún curioso.

Sin embargo, después de tanto olvido, un nuevo soplo de vida se exhibe repentinamente y otros rostros se adivinan en las ruinas abandonadas. Aunque no son ya los prósperos chacareros: son familias enteras de los sectores desplazados por la crisis, que huyen de los centros urbanos y llegan aquí en busca de un horizonte menos ingrato.

En pocos años se instalaron aquí cuatro hornos de ladrillos, uno de ellos sobre las vías del tren, en el mismo sitio que alguna vez ocuparon los galpones de acopio. Aunque generalmente se apartan de este rudo oficio, aquí las mujeres también ensucian de adobe sus brazos.

Tal es el caso de Carina, de 17 años, y Adela, de 13, hijas de Eusebio Miguel, un hornero llegado hace un lustro desde Toay. “Vinimos a Cachirulo porque la vida está muy difícil allá y ya no queda tierra para hacer ladrillos”, narra.

Eusebio transpira bajo el sol del mediodía y habla apoyado sobre una pala vieja y emparchada. “Me ayudan las chicas porque el único varón grande que tengo, Arnaldo, trabaja de peón en otros hornos”, comenta, mientras presenta con gestos parcos a los restantes miembros de su familia: cinco hijos pequeños y la esforzada mujer que lo siguió al destierro.

Los Miguel viven humildemente en una de las casas que eran propiedad del ferrocarril. “Hubiésemos preferido la vieja estación, pero cuando llegamos ya estaba ocupada”, recuerda, resignado. No tienen agua potable ni gas, pero la Cooperativa Popular de Electricidad de Santa Rosa reacondicionó las líneas de energía y disfrutan, como el resto de las 70 personas que viven aquí, de la luz eléctrica.

Como hace milenios
A una cuadra de distancia, aunque las esquinas aquí deben adivinarse, porque la naturaleza devoró sin piedad calles y veredas, vive Francisco Llorens, un joven de 23 años llegado hace apenas dos meses, cansado de la pobreza endémica que afecta a Toay y de la galopante desocupación que azota a la capital provincial.

“Fui peón de panadería y también trabajé en los hornos, pero en los últimos meses nadie me dio trabajo y me estaba muriendo de hambre”, dice. Mientras lía un cigarro con la mirada entornada, explica que eligió Cachirulo porque allá está su padre, “que se vino hace unos dos años” y se instaló en una de las tantas casas deshabitadas.

Francisco vive de la caza y la recolección, como los hombres hace milenios. “Aquí nadie nos molesta, si pareciera que no existimos. Salgo a peludear por las noches, con los perros, y vendo los peludos en Toay.” En una jornada de suerte tal vez llegue a cazar “6 o 7 animales”, que pueden dejarle unos cinco pesos por ejemplar. “Pero no todas las noches hay buen clima y no siempre la gente tiene plata”, advierte.

Si bien sabe que el frío hará las cosas muy difíciles, Francisco tiene buenos planes para el invierno, “la mejor época para cazar chanchos (jabalíes). Puedo hacer alguna diferencia y ganar unos pesos”, se ilusiona.

Lo que para otros puede sonar a aventura, para él es cosa de todos los días. Cuando sale a cazar jabalíes, lo hace armado con un cuchillo y tres perros. “Ellos lo encuentran y lo inmovilizan; yo lo mato de un tajo”, resume, con dramática sencillez.

En el otro extremo de la vida, aunque sólo a media cuadra de distancia, vive Ciriaco Pebé: un saludable anciano de a caballo, próximo a cumplir 78 años. Apocado y manso, este hombre es el único habitante que vio morir el pueblo y hoy asiste, casi con indiferencia, a esta extraña resurrección. “Yo pasé casi toda mi vida en Potrillo Oscuro y llegué a Cachirulo en 1974. Para entonces, el tren no pasaba más y no quedaba casi nadie”, describe.

Sin embargo, la memoria de Ciriaco aún conserva las imágenes de la primera vez que visitó el pueblo, hace casi 50 años: “Tenía más de mil habitantes y una zona de chacras muy próspera. Después llegaron los grandes (terratenientes), se compraron la tierra y empezó la decadencia”.

Los tiempos cambiaron y en pocos años no quedó nada. “Yo permanecí porque me contrató el dueño de un campo para que le cuide la propiedad.” Ciriaco vivió solo hasta que comenzaron a llegar los desplazados.

Cachirulo se fundó el 9 de Marzo de 1901.

Por Flavio Frangolini.
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Alpachiri: cinco demorados por cazar avestruces

Cinco personas fueron demoradas en Alpachiri por cazar ilegalmente avestruces en la vía pública. Los animales estaban siendo transportados muertos en la caja de una camioneta cuando personal policial los interceptó durante la madrugada de hoy lunes.

Según se informó oficialmente, el personal policial –a cargo del comisario Juan Carlos Schapp– labró un acta de infracción a la Ley 1194 y dio intervención a la Dirección de Recursos Naturales de la provincia.

Los infractores –cuatro oriundos de Santa Rosa y uno de Alpachiri– fueron notificados en libertad en la causa caratulada “sobre infracción a la Ley Nacional 22421” y también por “sobre infracción al artículo 189 bis del código penal” con intervención del Juzgado de Instrucción 1, de General Acha.

Durante el operativo, la Policía secuestró la camioneta Ford F-100, dos carabinas calibre 22, proyectiles, un reflector y un cuchillo.

Previo al informe técnico de un veterinario, los animales fueron incinerados  en el predio del basurero municipal.

D. Textual
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Renovó autoridades el HCD de General San Martín

Éste Jueves 4 de Marzo se realizó la Sesión Inaugural del presente Período del Honorable Concejo Deliberante de General San Martín.

Previamente, el cuerpo se reunió en Sesión Preparatoria el pasado Jueves 25 de Febrero para designar las autoridades para el presente año, como también los días y horarios en que se llevarán a cabo las Sesiones Ordinarias.
Por decisión unánime las mismas se realizarán los 1° y 3° Jueves de cada mes, a las 20,30 horas.

Fueron designados como Presidente Claudia Moor, Vice-presidente Sebastián Costabel, y secretario Jorge Albornoz.

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Piden reconstruir Escuela del Oeste Pampeano que demolió la dictadura

En el sitio donde funcionó la Escuela Albergue nº 286 de Paso de los Algarrobos, en el oeste provincial, hoy reina el desierto y la soledad. Allí, en 1978, durante la dictadura militar, se secuestró y torturó a una maestra. El establecimiento educativo fue clausurado y, al año siguiente, demolido.

El diputado provincial del ARI, Juan Carlos Scovenna, propuso declarar el lugar como sitio histórico erigiendo un monumento recordatorio. Además, anunció que el próximo 24 de marzo se realizará un acto en ese paraje para contribuir a la memoria del pasado histórico. Levantarán un mástil e izarán la bandera.
El legislador también manifestó, a través de un proyecto de ley, la necesidad de que la provincia reconstruya el edificio de la escuela olvidada. En conferencia de prensa mostró una serie de fotografías de las escasas ruinas de la escuela que quedan en pie, y pidió que ex docentes y empleados de la escuela acerquen documentación y testimonios para aportar más datos. El jefe del operativo está en la lista de acusados que afrontarán este año el juicio a los responsables de la represión en la denominada Subzona 14.
La maestra María Zulema Arizo tenía 30 años de edad cuando fue secuestrada, el 21 de mayo de 1978. El grupo de tareas de la Subzona 14 realizó el operativo a la una de la madrugada, cuando ella, el resto de los maestros y los niños, dormían. Lo comandaba un hermano de la directora de la escuela, el comisario Roberto Fiorucci.
La levantaron y encapucharon, esposada con las manos en la espalda. Emprendieron un viaje en camioneta y a los pocos kilómetros se detuvieron para interrogarla y golpearla. Luego retomaron el viaje y terminaron alojándola en una celda de la Brigada de Investigaciones de la Policía, la cual funcionaba como centro clandestino de detención. De allí la trasladaron a la Seccional 1º.
Una enfermera de la Policía, Hermelinda Gándara, declaró que dialogó con la maestra cuando la entregaron para su custodia. Contó que estaba desfalleciente, con un embarazo de seis meses de gestación, sucia de orina y materia fecal. La maestra le contó que había permanecido en un sótano atada en una silla durante quince días. La habían golpeado y torturado con picana eléctrica, sin comer y sin beber. Cuando la enfermera la bañó comprobó que tenía hematomas y quemaduras en todo el cuerpo y principalmente en los senos.
Arizo fue liberada sin cargos después de un tiempo. Scovenna comentó ayer que se entrevistó con la ex directora de la escuela, que aún vive y se encuentra en el Asilo de Ancianos de Santa Rosa. “Todavía escucho los gritos desgarradores de la maestra cuando era secuestrada a la una de la madrugada”, contó Scovenna que recordó la anciana.
El 14 de marzo de 1979 el ex director general de Educación, Aníbal Marcelo Zamudio, ordenó que la maestra a cargo de la dirección, Lidia Fiorucci, fuera reintegrada a su cargo titular en la Escuela nº 418 de La Humada. La escuela de Paso de los Algarrobos quedó entonces sin directora y sin docentes. “El sumario instruido, más allá de los detalles, deja al descubierto la naturalidad de la detención y posterior tortura de la maestra”, explicó Scovenna.
Al poco tiempo, la escuela fue demolida. “No abrigamos dudas de que la destrucción de la escuela tuvo por principal objetivo el hacer desaparecer de la memoria histórica aquel hecho aberrante, creyéndose que así se lograría ocultar el mismo y consagrar la impunidad”, conjeturó el legislador.
La escuela contaba con aulas, sala de estudio, dormitorios para niñas y niños, cocina, despensa, bajos, aljibe y molino. También trabajaba una cocinera, una lavandera y el portero. En 1977 tenía 30 alumnos pertenecientes a familias de Paso de los Algarrobos, Paso Maroma, Árbol de la Esperanza, y Limay Mahuida. Casi no hay noticia de los ex alumnos, los ex docentes y las personas que donaron el edificio de la escuela.
“El olvido llegó debido a la escasa densidad poblacional, las dificultades para llegar al lugar en ésa época y el escaso o nulo conocimiento que tenían el resto de los ciudadanos de la provincia sobre aquel paraje, sobre la escuela y sobre estos hechos. Jugaron también su papel la lejanía, el proceso de desertificación, el despoblamiento que se acentuó y la pacífica aceptación de una comunidad condenada al olvido”, reflexionó Scovenna.
“Y así ocurrió: las ruinas que aún perduran de aquella escuela arrasada son elocuentes. Lo único que sabemos es que allí se cometió un crimen de lesa humanidad contra una servidora pública. La maestra fue la víctima propiciatoria que el desierto entregó a los demonios. La destrucción de la escuela, a los fines de la memoria histórica ha sido tan aberrante como la consumación de aquel delito de lesa humanidad contra una docente. Si la democracia no reconstruye esta historia para construir memoria, estará parcialmente asentada sobre olvidos. Un trágico olvido y una injusticia atroz. Es el deber de la democracia dar certezas sobre el pasado para construir la historia sobre la memoria. Sin memoria no habrá justicia”.
“Es deber reparar el daño perpetrado a los paisanos del oeste. Identificar el lugar, investigar, difundir la historia y reconstruir la escuela ayudará a la reconstrucción de la memoria y la identidad de los paisanos del oeste, víctimas perpetuas de un proceso histórico de cercenamiento de sus derechos”, concluyó.

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