Utilizado en La Pampa, este sistema de votación ha sido criticado por obsoleto y por no dar garantías a todos los partidos. El “efecto arrastre” potencia al oficialismo y esperanza a los partidos “chicos” con sus presidenciables, pero también afecta a la principal oposición.
Norberto G. Asquini –
Las elecciones de este año, luego de la polémica desatada en torno a los comicios provinciales de Tucumán, quedaron envueltas en un debate sobre la mejor manera de elegir a las autoridades. A raíz de lo ocurrido en esa provincia se agitó el fantasma del fraude para deslegitimar el triunfo del Frente para la Victoria de parte de aquellos que perdieron las elecciones, y esto dio pie para buscar la venia de la Justicia para garantizar la transparencia electoral en las generales. Lo cierto es que en la democracia argentina conviven diferentes métodos en la forma en que se eligen las autoridades, entre las que encontramos los lemas, acoples, boletas únicas, electrónicas o sábanas. Igualmente el debate quedó abierto y hasta se aprovechó en La Pampa para considerar un cambio en su sistema, sobre todo el de la “boleta sábana”, para que sea más rápido y fácil para el votante, evitar el “robo” de papeletas y que sea más controlado el proceso y menos costosas. Beneficios que son enumerado por las provincias que utilizan sistemas más “modernos”.
El de la boleta sábana se emplea en La Pampa, con sus pros y contras, sobre todo los primeros para el oficialismo provincial. Es cierto que el sistema de votación por sí mismo no promueve el predominio del PJ pampeano. La garantía de gobernabilidad, el uso del Estado y sus recursos y la legitimidad electoral son más que suficientes. Pero las herramientas electorales ayudan a cimentar las ventajas del oficialismo.
Las herramientas electorales.
Las reglas electorales están, en buena medida, para garantizar oportunidades y participación en las decisiones, pero también se convierten en parte de las herramientas que tienen los oficialismos para perpetuar, reproducir y acumular poder. Es casi de manual.
El sistema electoral condiciona las estrategias de los partidos, de los candidatos y del electorado. Diferentes métodos generan distintas asignaciones del mismo resultado. En este caso, otro factor que hace al predominio del PJ en La Pampa es la sanción de una legislación electoral que ha estado en función de perpetuar el poder en manos del oficialismo. Tanto en la votación general como en las internas. Algunos ejemplos: el sistema de elección del gobernador en primera vuelta, a diferencia de otras provincias que tienen ballottage, promueve el voto útil que se reparte en las dos primeras opciones y fortalece el bipartidismo. El sistema de distribución de bancas legislativas D’Hondt favorece en el reparto a las mayorías políticas porque adquieren mayor representación legislativa. El mantener las fechas de los comicios provinciales y nacionales unificadas en La Pampa permite la simultaneidad de ambas votaciones lo que hace que se tenga la boleta presidencial del PJ para “arrastrar” los sufragios locales con los nacionales, o al menos para apuntalar la fidelidad en el voto peronista, proclive a no cortar la boleta. El no utilizar el sistema de PASO en las internas, le pone límites a los independientes en la elección de los candidatos.
Escenario pampeano.
El efecto electoral de las “listas sábanas” es el del “arrastre”. A esto apuestan la mayoría de los partidos “chicos” para poder ingresar representantes en los cuerpos deliberantes. El PJ la tiene más fácil y lo ha usado para sostener los oficialismos locales. Un candidato a intendente que la tiene disputada con la oposición le preguntó a Carlos Verna cómo la veía. La respuesta del postulante a la gobernación fue clara: puede estar empatada, pero el efecto arrastre hace la diferencia.
Verna en las encuestas y los pronósticos tiene una intención mayor de voto que el candidato presidencial Daniel Scioli, hoy en torno al 38%, según las últimas mediciones. Si bien el arrastre no será en esta oportunidad el de la boleta presidencial como la de Cristina Fernández en 2011 con su contundente 54% en La Pampa, los votos de Scioli parecen ser una especie de piso para Verna. El que sí arrastrará será Verna, junto a Scioli, a varios intendentes que cuentan con ese plus.
Más complicada la tiene Propuesta Frepam. El radical Francisco Torroba parece medir más que el candidato de Cambiemos, Mauricio Macri, un socio incómodo a esta altura. Pero el macrismo le asegura recursos económicos. La boleta de Macri empuja hacia abajo a la de Torroba. De hecho, hubo quejas del macrismo porque no se apoyó la boleta presidencial, y porque hay dirigentes radicales que ya públicamente han declarado que no votarán por Macri. Entre los socios electorales, la UCR y el PRO, no son las únicas diferencias. El PRO le reclama que no los hayan incorporado a la campaña, que Torroba se cortó “solo” y que no haya incorporado a Javier “Colo” Mac Allister en los actos y las presencias públicas cuando cosechó más de 30 mil votos y casi dejó sin banca al senador Juan Carlos Marino, de una pobre elección.
El “voto arrastre hacia arriba”, hacia el candidato a gobernador o presidente del peronismo, hace que también varias localidades donde el Pro-Frepam tiene posibilidades de competir o de retener el cargo, se promueva un voto corte. Sobre todo cuando Verna está muy bien posicionado y Torroba no. En ese sentido, las alarmas encendidas por los candidatos provinciales de la UCR que llamaron a no cortar el voto cobran vigencia. Es que en estas condiciones es mejor salvar lo local que morir con la lógica provincial.
¿Y los chicos?
Los que sí esperan que la boleta presidencial les aporte los votos necesarios para tener cargos legislativos son las otras fuerzas. Pueblo Nuevo con Sergio Massa, el Frente Pampeano para la Victoria con Scioli compartida con el PJ y hasta el GEN con Margarita Stolbizer. Tanto Pueblo Nuevo como los del GEN sufrieron en las primarias el corte de boleta, y con una diferencia muy pronunciada entre el postulante nacional y sus representantes locales. El gran problema de estas boletas es que los candidatos provinciales no tienen el capital político suficiente para hacer fuerza. En este sentido, el voto arrastre de la boleta sábana es muy menguado. Sobre todo en donde pueden obtener un caudal importante, como en Santa Rosa, donde hay un votante más complejo y que ha cortado boleta en las diferentes elecciones. Otra cuestión que también está relacionada con la boleta sábana es el control en los cuartos oscuros: sin la cantidad de fiscales que tiene el PJ o Pro-Frepam, temen que la falta de control propio lleva a las trampas habituales de quedarse sin boletas en los pueblos chicos o las mesas donde no tienen representantes.
Hasta ahí, no mucho más.
Finalmente, hay que considerar que las elecciones provinciales tienen su propia lógica, diferenciada de la nacional. Y por eso ese “efecto arrastre” de la boleta sábana puede influir, pero no es determinante en la tendencia general. De hecho, hoy el ciudadano pampeano es un votante complejo, que hace cortes de boleta entre los presidenciables y los tramos provinciales. Y hasta entre los cargos provinciales y municipales.
Pero a menos de dos semanas del 25 de octubre nos encontramos en el marco provincial con un electorado estable y poco volátil, con un candidato a gobernador del PJ legitimado por las urnas en dos internas y que se promociona como el “cambio” dentro de la continuidad del justicialismo; y con un PJ unificado detrás de una misma boleta. El único voto que le podrían descontar en este escenario es el de la disidencia peronista que vaya a la lista del massismo o a la del kirchnerismo no justicialista. El resto intentará sumarlo el campo no peronista de la política provincial, con más voluntad que eficacia.