Pigüé: Numa Ayrinhac, el retratista oficial de Perón y Evita al que sus parientes radicales le negaron el saludo.

En una entrevista que se conserva, el hijo de Numa cuenta todos los detalles de cómo y por qué el genial artista pintó las imágenes más conocidas de Perón y Evita. Para no inmiscuirse en cuestiones políticas le dijo a Perón  que era de nacionalidad francesa y se negó a pedirle favores. «Evita no se quedaba quieta para ser retratada, pero él como buen militar permanecía firme», se recordó en un material imperdible.

El viernes, se cumplirán 61 años de la muerte de uno de los artistas que más ha hecho trascender el nombre de Pigüé. Hace más de 6 décadas se apagaba la llama de Numa Camille Ayrinhac, quien dejó como legado una obra maravillosa que se disfrutará por siempre. Pero la vida y obra de Numa, tuvo inesperadamente un ribete histórico y político que agranda aún más su figura. Porque el artista fue el retratista oficial de Perón y Eva Perón, habiendo pintado las imágenes de ambos que más se conocen. Su talento y algunas casualidades, hicieron que el pintor compartiera mucho tiempo con la pareja más importante de la historia política argentina.

Numa, había nacido en 1881 en Espalion, Francia, en pleno corazón del Aveyron. Tres años después, su familia se traslada a Argentina y se radica alternativamente en las ciudades de Pigüé y Buenos Aires. Sus primeros pasos en el arte los realiza de la mano de Ernesto de la Cárcova, en su taller de Buenos Aires, con quien luego viaja a Francia para ingresar en la Academia de Bellas Artes de París, donde durante nueve años sigue los pasos de Léon Bonnat, Luc Olivier, Jean Paul Laurens, en el famoso taller “La Grande Chaumière”.

Expone regularmente en el Salón de Paris y participa en diversos certámenes artísticos de la época. Miembro de la Sociedad de Artistas Franceses de Paris, obtiene rotundos y bien ganados triunfos en el arte pictórico. En 1914 lo sorprende la primera guerra mundial y resulta gravemente herido en el campo de batalla. De regreso a Argentina, contribuye a estrechar los vínculos culturales mediante la pintura: lleva a Francia nuestros gauchos y nuestros paisajes, y trae a Argentina su terruño medieval aveyronés.
Como retratista, pinta a las damas de la época y es convocado en diversas oportunidades por el Presidente Juan Domingo Perón para retratar a Evita, sus familiares y al matrimonio presidencial. Como paisajista, realiza paisajes y grandes composiciones. En 1949 es designado Director de Bellas Artes de la Provincia de Buenos Aires. Luego de una intensa y apasionada vida, fallece en Buenos Aires, el 23 de marzo de 1951.

Recuerdos de papá
Luis Ayrinhac,
hijo del genial pintor, relató cómo llegó su padre a ser el retratista de Perón y Evita. «Mi papá tenía un estudio en Buenos Aires al que concurría mucha gente pudiente, porque hacerse un retrato no es algo barato y generalmente lo hacía gente de poder económico. En esas circunstancias se presentó una señora de Duarte y mi papá le preguntó si tenía algún parentesco con Evita que estaba en ese momento en pleno apogeo y le dijo que era la madre, mi papá se sorprendió y le pintó el retrato lindísimo que tenía Evita en su casa» . « Cuando Perón vió ese cuadro se entusiasmó y dijo que quería que ese pintor lo pintara, entonces lo citaron a la residencia presidencial, lo pintó ahí. En ese entonces la residencia presidencial se encontraba donde está hoy la Biblioteca Nacional… Papá mezquinaba un poco,  porque había mucha política de por medio. Al conocer a Perón quedó muy entusiasmado con él, al final le dijo: no tengo nada que ver con la política argentina, soy de nacionalidad francesa, así que se limitó a pintar el cuadro», recordó Luis en una entrevista que forma parte de la web de la Fundación Ayrinhac.

Perón le cayó con muchísima simpatía al pintor. «Aunque mi padre no era partidario de su política, al conocerlo cambió radicalmente. Dice que era una persona de una gran simpatía, un gran poder de atracción que le gustaba la pintura porque él había pintado un poco. Entonces lo citó que fuera durante un mes y medio o dos meses los sábados de 15hs. a 16hs. Que Perón iba a posar para él, y mientras posaba conversaban». Esos cuadros del Presidente, Numa los pintó  en 1949/50.
Pero cuando terminó los cuadros de Perón, Eva  ella quiso hacerse un cuadro. «Con ella tenía dificultad para pintarla porque se movía mucho, porque atendía gente mientras posaba. En cambio Perón, como buen militar, se quedaba firme», explicó Luis.
A Evita, Numa la pintaba «también en la residencia presidencial, ellos vivían allí. La residencia de Olivos no sé si la habrán usado mucho, la vivienda de ellos era esa, que en este momento ya no existe, se demolió para construir la biblioteca nacional».

El primer retrato de Perón, se ve al mandatario con uniforme militar. «Estaba con una chaquetilla blanca de verano, después la pinta a Eva y por último quisieron que haga un cuadro de los dos, entonces aprovechando el modelo de los cuadros que había hecho anteriormente hizo un cuadro muy lindo en el que está Evita del brazo de Perón. Ese cuadro está en el museo de la casa de gobierno. Me comentaron que el cuadro está muy bien pero tiene un agujero del lado de Eva, que suponen que ha sido un sabotaje, o no saben, porque el cuadro de allí no salió. Hay otro cuadro que lo destruyen en la revolución del 55. Después de esos dos cuadros, aparecieron una serie de pedidos, la CGT y otros ministerios querían tener un cuadro de Eva, entonces papá pintó otro cuadro repetido. Entre ellos había uno que estaba en un barco que se llamaba Eva Perón, que era de la flota mercante y otro cuadro más donde está ella con un traje rosado muy lindo, yo no sé si lo tenía la familia o una hermana de ella, a ese lo quemaron durante la revolución del 55».
El libro «La razón de mi vida», de Eva Perón, lleva en la portada un retrato de Evita que también pintó Numa. «También ese es un cuadro que pintó papá pero ese no es el que destruyeron, no sé quien lo tendrá. Lo tenía una hermana de ella, Blanca Duarte Álvarez Rodríguez, y falleció», recuerda en ese reportaje Luis Ayrinhac, ya fallecido.
Para contar como anècdota que, «cuando los amigos de papá se enteraron que mi padre estaba haciendo eso, había cola de gente para pedir favores. Mi padre no accedió en nada, incluso ese cuadro a Perón no se lo cobró, porque decía que pintar al Presidente de la República, era un honor». En Pigüé, cuando corrió la noticia de que el pintor retrataba al Presidente, también hubo quienes pretendieron que Numa oficiara de mensajero ante el primer mandatario. «Fueron a verlo para que les haga algunos favores, había un personaje muy conocido de Pigüé que tenía dos autos que estaban en Montevideo y no los podía entrar, entonces le pidieron a papá si podía decirle, pero mi padre no quiso saber nada de pedirle a Perón».

Incluso, la familia de Numa, por ser de extracción radical,  le negaron el saludo por un año por lo menos, debido a que retrataba a Perón. Con el tiempo fueron cediendo, según relató Luis, agregando que, «a mamá, que primero no quería saber nada por el momento político que se vivía, al final le pareció bien porque era un honor para papá. Pero los hermanos de mi madre que eran acérrimos radicales le negaron el saludo por largo tiempo».

Numa falleció en 1951, por lo que los retratos de Perón y Evita «fueron los últimos trabajos de su vida porque después se comenzó a enfermar, murió de cáncer. Unos 3 o 4 meses antes, una hermana de Evita le trajo unos medicamentos de Estados Unidos para ayudarlo. Ahí se comenzó a sospechar que alguien de la familia de Eva estaba enfermo, pero hasta último momento no se supo de la enfermedad de Evita», recordó Luis en la citada entrevista donde cuenta la historia de alguno de los cuadros más famosos de su padre.

ESA MUJER
Seguramente pocas figuras de la historia argentina pusieron tanto esmero en construir su propia imagen como lo hizo Eva Perón.  La imagen de Evita fue terreno reservado a unos pocos y el pintor francés Numa Ayrinhac, eje de la muestra que se puede ver desde el miércoles pasado en el Museo de la Casa Rosada, fue uno de esos escasos elegidos que gozaron del privilegio de contribuir a la idealización de su figura.

Autor del único retrato oficial de Perón y Evita, pintado en 1948, el piguense Numa Ayrinhac rompe toda una tradición: nunca antes un presidente argentino se había hecho retratar junto a la primera dama, ni mucho menos se había permitido el lujo de sonreír a la posteridad. La pintura,  presenta a la pareja como un símbolo de elegancia y distinción. El, de impecable traje de gala y ella, con vestido de seda color manteca diseñado por Dior. Con todo, en 1947 realiza el retrato de Juana Ibarguren de Duarte, otro de los trabajos que integran la exhibición. La madre de Evita aparece sobriamente vestida de negro, con una expresión firme que busca acentuar el rol de aglutinante familiar que, se dice, ejerció. Ayrinhac también pintó a Juan Duarte, el polémico hermano de Eva Perón. En su imagen hay algo de compadrito que se deja entrever en la abertura del saco: ese signo de poder que ciertamente debieron ser la cadena de oro y el llavero con el escudo peronista.

Uno de los pocos lugares en que el artista se permite alguna libertad es en el juego de tonalidades del vestido de tafeta, diseño de Jacques Fath, que Eva Perón luce en ese otro retrato de 1948. El mismo que hace un par de años el empresario Carlos Spadone compró en una subasta y ahora está en la exhibición.
Allí, ella luce espléndida y sonriente, con la pose de siempre que marcaba la misma fuente fotográfica que reiteraba el pintor. Todo tal cual había sido previsto y definido antes de la gira europea de 1947. Entonces, tenía sólo 27 años y lució en todos los puntos de su itinerario como una auténtica reina.
Perón y Evita juntos y sonrientes,  esa mujer con vestido de gala o de amplia sonrisa y una rosa en el ojal en la tapa de la Razón de Mi vida; son algunas de las imágenes que Numa nos legò para siempre. Porque su pincel y su paleta, siguen haciendo historia a 61 años de su muerte.
(Reflejos)

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