Opinión: La Memoria se instaló en Malvinas.

La Memoria se instaló en Malvinas

S
igue siendo en mi ámbito particular un interrogante a resolver esta temática hoy establecida como oficial de “Malvinas” y quienes lean este texto se preguntarán porque.

Entonces me permito dar algunas respuestas para intentar resolver mi cuestionario y coincidir con personas que también deben tener sus dudas ante lo expuesto.

No ha podido formar parte de la historia argentina ese grupo de islas cercanas a nuestro territorio, porque fueron ocupadas por europeos españoles e ingleses quienes en esos siglos de occidentalización comenzaban a transitar las rutas oceánicas en busca de latitudes donde establecer sus nuevos imperios comerciales. Ese pequeño archipiélago era estratégico en el paso al otro océano tranquilo o pacífico, porque abría otra puerta al lejano oriente, lo que puede explicar la ocupación del lugar en el marco de un enfrentamiento entre un imperio hispano derrumbado y un león inglés rugiendo fuerte. Además en esos momentos lo que luego sería el país conocido como Argentina –por los suelos de la plata- estaba en plena disputa entre unitarios y federales con guerras civiles que cobraban las vidas de jóvenes gauchos, protectores de las grandes estancias de caudillos como Rosas y Urquiza y de muchos inocentes sin identidad nacional. Sería la etapa de Organización encabezada por líderes políticos al amparo de una oligarquía terrateniente, con la presencia del Ejército quienes efectuarían bajo la premisa de Orden y Progreso la construcción de un Estado Nacional y armarían con la Educación pública y obligatoria la identidad argentina.

El territorio geográfico tomaría sus formas actuales y se incluiría dentro del mar nuestro a las islas, ya ocupadas de manera permanente por los ingleses –en ese espacio conocidos como kelpers- por lo que los reclamos de la soberanía parecían pertinentes y adecuados, dentro de las normas institucionales internacionales fortalecidas por la presencia de la ONU, luego de la gran Segunda Guerra donde el disminuido imperio inglés quedaba al cobijo del otro imperio actual construido por sus herederos Yankees.

Hago recurso de mi memoria para no olvidar ese período setentista oscuro que produjo un quiebre institucional y dio comienzo a este nuevo sistema socio económico, donde las formas de solidaridad y compromiso entre nosotros, la gran masa de trabajadores que sostenemos la democracia y sus cuerpos políticos sufrimos las mayores y peores consecuencias. Quizá la mayor expresión paradójica –léase clave- es haber establecido diferencias entre los gremios, a pesar de ser todos, parte integrante de un cuerpo de trabajadores necesarios para el sostén de la sociedad donde transitamos.

Por eso recurro otra vez a la memoria para hacerles recordar que la construcción de algunos modelos se utilizan como recursos de convocatorias generales: un ejemplo elocuente y permanente es el de “morir por la patria”, ese lema al que fueron obligados muchos jóvenes en esa década oscura a dejar sus vidas en las islas, mientras que otros murieron en sus hogares a consecuencia de las duras condiciones que atravesaron en aquellos lugares oscuros y fríos. La sociedad argentina no sabía o no quería saber, muchos apoyaron al “golpe militar”, la realidad dramática de esos soldados que volvieron ocultos y silenciados por la vergüenza de una derrota ajena. Es lamentable pero cierto además, muchas veces el maltrato provenía de los militares argentinos –padecí esa situación como “colimba” durante el conflicto con Chile por el canal del Beagle- quienes debieron cuidarnos y no lo hicieron cuando muchos de ellos eran los responsables de “tomar las islas”,  porque su Proceso se estaba destruyendo con la exposición internacional de la violación a los derechos humanos.

Mientras tanto los motivadores de esa temática, continuaban haciendo grandes negocios para instalar un sistema donde algunos empresarios obtuvieron mayores beneficios –privatizaron muchos recursos claves del estado nacional- y nosotros solo pudimos luchar con escasas defensas por un reconocimiento en forma de salario a nuestro trabajo, o en ese período algunos como soldados cumpliendo un servicio militar “obligatorio”.

Por eso resulta necesario y justificado en esta fecha recurrir al uso de la memoria para recordar a los jóvenes soldados víctimas de ese enfrentamiento que no tuvo calificado de guerra, aunque sean considerados héroes entiendo no les sirve cuando no han tenido un reconocimiento generalizado dado algunas decisiones de gobiernos posteriores para mantener distraída la atención general.

Hoy el gobierno nacional intenta captar la atención de la gente con el reclamo por la soberanía y disimular la verdadera problemática que quita mérito y reconocimiento a nuestra cotidiana tarea de mantener el hogar –país-. Hace pocos días otro trágico suceso cobró la vida de 51 personas quienes transitaban a su lugar de trabajo en medios de transportes frágiles y lastimosos, mientras que los responsables distraen la atención de nosotros eludiendo su grado de soberanía en discusiones cuyo objetivo es mantener un espacio de poder.

Reitero a modo de epílogo, recordemos estos sucesos y convoquemos nuestros intereses generales para exigirles a quienes se transforman en nuestros representantes merced al sufragio hagan las tareas necesarias –decisión política se traduce- para mejorar nuestras condiciones de vida, y no generen excusas que originen luchas intestinas o internacionales entre nosotros. Aunque estemos separados por fronteras políticas y/o geográficas somos seres humanos con distintas expectativas inmediatas, pero coincidentes en vivir en una sociedad donde podamos realizar actividades que nos hagan sentir un alto y debido grado de conformidad, y donde el respeto al vecino esté incluido.

Suena idílico pero la Memoria me recuerda que todo orden social se construye en base a un gran acuerdo, esa alternativa está latente a la vez que posible y necesaria con nosotros como actores protagonistas, sin olvidos ni omisiones.-

Por Mario Alejandro Higonet

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