Guatraché: “Por Acoso Sexual y Abuso de Poder” es la denuncia contra el Subcomisario Zúñiga.

La presentación en contra del subcomisario Darío Zúñiga se hizo el lunes en la Comisaría de la Mujer. “Siento que me hicieron culpable a mi, que la responsable soy yo”, dijo la cabo Andrea Soledad Ponce. El subjefe de Policía, Juan Domingo Pérez, quedó involucrado en un sugestivo consejo.

La cabo Andrea Soledad Ponce denunció formalmente por “acoso sexual y abuso de poder” al jefe de la Comisaría de Guatraché, el subcomisario Darío Zúñiga. La presentación la hizo el pasado lunes en la sede de la Comisaría de la Mujer, con asiento en la capital pampeana, luego de que la víctima se sintiera “defraudada” por el trato que recibió dentro de la institución una vez que trascendió el episodio, e incluso de parte de uno de los máximos responsables de la cúpula policial, el comisario Juan Domingo Pérez.

“Siento que me hicieron culpable, que la responsable soy yo… Y de hecho lo estoy pagando con el traslado. Es mentira que yo nunca denuncié el hecho… Cuando me atendieron en Servicios Sociales la primera vez, y me dieron una carpeta médica por un mes, les conté todo lo que estaba pasando”, dijo Ponce en diálogo con El Diario.

A pesar de que sigue viviendo en Guatraché, junto a su hija de catorce años, la cabo actualmente cumple funciones en la localidad de General Campos. “Por culpa del traslado estoy dejando a mi hija de catorce años casi todo el día sola… Menos mal que el encargado de la Comisaría donde estoy ahora me acomoda los horarios para poder ir y venir en colectivo. Mientras tanto el subcomisario Zúñiga sigue en el cargo como si nada”, destacó la joven de 31 años de edad.

A través de una larga charla telefónica, la cabo Ponce relató a un cronista de este diario cómo surgió todo. “Yo hace dos años y medio que vivo en Guatraché… A fines del año pasado, luego de que yo terminara una relación de pareja que tenía, este señor Zúñiga empieza con supuestos consejos. Que qué hacía con ese pendejo (sic) y que tenía que buscarme un hombre más grande”.

– ¿Te sorprendió eso o lo tomaste como una charla más?
– Por supuesto que me sorprendió… porque yo no sabía cómo responderle porque era mi jefe, si era un compañero claro que lo mandaba al diablo. Pero no sabía cómo manejarme. Trataba de evadirlo y creo que mi cara lo decía todo. Pero todo pasaba por una cuestión de miedo, de cómo podía llegar a reaccionar él.

– ¿Y después cómo fue sucediendo todo?
– Siempre se ofrecía a hacerme compañía si yo estaba sola, me invitaba a la casa de él, me invitaba a salir… Pero yo nunca acepté ir a ningún lado.

– ¿En qué momento él se enoja y comienza con el abuso de poder?
– Fue a principio de este año, cuando me hace la última invitación para viajar un fin de semana a Sierra de la Ventana. Yo le dije que no, pero siempre tratando de que no se moleste porque temía que podía llegar a reaccionar mal. Entonces se enojó y salió muy molesto de la oficina donde yo trabajaba, que era mesa de entradas, porque todo siempre se dio en ese ámbito. Entonces, creo que fue después de que me vio salir a la noche con unas amigas, comenzó a fijarme otros horarios, me sacó del lugar donde estaba y me mandó al servicio de calle. Incluso me ubicó en un lugar que no correspondía por mi jerarquía.

– ¿Cómo es eso?
– Es como una humillación… Se llama poner a alguien en “disponible”, de segundo en un cargo. Pero por mi rango de cabo yo debía estar como encargada, no debajo de otro empleado con menos rango que yo. Y a partir de ahí yo también cambié la actitud… Si me saludaba lo saludaba y si no, no. Yo ya hace cinco años que estoy en la Policía y sé dónde estoy parada.

– ¿Qué pasó después?
– Un día, a principio de enero, me llama para hablar y me empezó a humillar… Entonces en un momento yo le dije que me daba cuenta de por dónde venía la mano. Ahí me dice que si no me gusta la situación que me vaya a otro lado. Como consecuencia de esa discusión a mí se me generó un pico de estrés muy grande. Fue ahí donde luego intervino Servicios Sociales.

– ¿Ahí fue donde te dieron carpeta médica por un mes?
– Sí, y además yo me tomé la licencia anual que me correspondía… Estuve sin trabajar casi hasta mediados de marzo.

– ¿Cuándo y cómo te llegó la notificación del traslado?
– Fue el viernes anterior a Semana Santa. Yo vuelvo de un control de escuela, llego a la Comisaría y veo que me espera un oficial con un sobre en la mano. Entonces me llama y me dice que si bien no le corresponde, y que es una tarea del jefe de la Comisaría, tenía que notificarme de que me había salido el traslado a General Campos. Que firmara, me nofiticara y quedaba libre… Yo la verdad es que me puse muy nerviosa y le pedí que lo llamara (a Zúñiga) por teléfono para que viniera a dar la cara. Nunca lo hizo.

– ¿Vos presentías que te podía llegar a trasladar?
– Sí, lo presentía… Pero digamos que me quería autoconvencer que no, que la Jefatura no lo iba a permitir porque para dar un traslado tiene que haber un motivo real. Pero bueno… parece que no lo entendieron así.

– ¿Qué hiciste después?
– No me quedó otra que acatar la orden… Pero ahí nomás me fui para General Acha para hablar con el jefe de la Unidad Regional III, el comisario Paredes, quien me escuchó, me atendió muy bien y trató de contenerme… Pero me dijo que no podía hacer nada porque era una orden de arriba, de la Jefatura de Policía.

– ¿Te llamó la atención que llegara una “orden de arriba”?
– Sí, porque me extrañó la manera en que fue… De hecho a mi jefe actual tampoco le dieron una explicación. También le llamó la atención lo que dijeron después de que trascendió el tema… Desde la Unidad Regional dijeron que yo nunca había dicho nada cuando en realidad a Servicios Sociales le conté todo desde el primer día. Lo que hicieron fue mentir… Yo conté todo a los profesionales que me atendieron. Por lo menos deberían informarse antes de hablar.

– ¿Eso fue lo que te llevó a hacer la denuncia?
– Sí, porque si no hasta ahora todo era anónimo… Más allá de todo lo que pusieron mis hermanas y mis amigos en facebook. Me decidí a salir a buscar asesoramiento, a buscar ayuda y a no callarme nada. De hecho fue muy importante la ayuda que me dio la vicegobernadora Norma Durango, y también la diputada Sandra Fonseca y el diputado Adrián Peppino. Además, en la Comisaría de la Mujer me trataron muy bien… La verdad que fue el único momento donde me sentí realmente contenida.

– ¿Qué pensás ahora?… Incluso sabiendo que se va a conocer todo con nombres y apellidos.
– Que estoy haciendo lo correcto… Porque hasta ahora es como que no ha pasado nada. Siento que me hicieron culpable a mí, que la responsable soy yo… Y de hecho lo estoy pagando con el traslado mientras él (por el comisario Darío Zúñiga) sigue en el cargo como si nada.
(El Diario)

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