Irreconciliables: macristas y radicales, los socios del conflicto


Irreconciliables:  macristas y radicales, los  socios del conflicto

Por Norberto G. Asquini

Radicales y macristas muestran sus diferencias en cuanto pueden, pero ambos no tienen margen para ir por separado. Los dos sectores ya saben que serán socios en una alianza electoral, y también que se enfrentarán en una interna. En los últimos días comenzaron a verse algunas definiciones: Mac Allister se plantó como candidato y los radicales empezaron a aglutinarse.

Los pasos en una sociedad obligada

El macrismo pampeano (Propuesta Federal, Pro o Cambiemos, según la denominación que adopte) apuró los tiempos de definiciones preelectorales cuando el por ahora secretario de Deporte de Nación, Carlos Mac Allister, dijo que será candidato a gobernador, con el apoyo de la Casa Rosada, y que se instalará en noviembre en La Pampa para dedicarse a la campaña.

Un cartel de Mac Allister impulsado por un ignoto “Peronismo con el cambio” (no porque no haya peronistas que lo apoyen, sino porque se reconoce en este nombre un sello meramente publicitario), provocó a justicialistas y radicales. Por ahora, el funcionario no responde a las críticas de la dirigencia radical y espera los tiempos para los acuerdos.

A partir de esa decisión también hubo movimientos entre los radicales. Divididos en dos bandos, que se enfrentaron en las últimas elecciones (una interna en 2016 y una PASO nacional en 2017), todo hacía prever que podría haber al menos dos precandidatos de la UCR. Sin embargo, la arremetida de Mac Allister comenzó a tender puentes entre sus dirigentes para pensar en la unidad, pasajera, pero hoy obligada. Los dirigentes radicales comenzaron a entender que les puede ocurrir lo mismo que en 2017, y una segunda derrota sería catastrófica. “No los une el amor, sino el espanto”, ejemplifica un dirigente de la UCR.

Tanto el macrismo como los radicales ya han tomado la decisión de ir juntos en 2019. Una coalición electoral a la fuerza, nacida de la necesidad de ambos más que por convicción o convencimiento. Podemos encontrar en la UCR los líricos de la Lista 3, pero ganan en número los pragmáticos. Como indica el diputado Ricardo Consiglio, que ha sido un crítico a esta sociedad política, “la fuerza de la realidad empuja a estas definiciones”. Hay fuerzas con las que no se puede luchar, aunque no se esté de acuerdo.

También ambos sectores saben que se enfrentarán para ver quién encabeza o al menos coloca más diputados. El macrismo quiere tener el candidato a gobernador y los radicales sostener su espacio político como principal fuerza opositora provincial.

Ser o no ser, Cambiemos

El 27 de octubre en la convención provincial los radicales votarán la conformación de un frente electoral “amplio”, un eufemismo para decir que no quieren ir como Cambiemos, sino bajo otro nombre. Para eso piden convocar al PS (que ya avisó que no irá en una alianza macrista) o el Gen (que ya avisó que está con Mac Allister). La marca nacional pone incómodos a los radicales por el rumbo que ha tomado el presidente Macri y porque también les quita su razón de ser: el candidato de Cambiemos es Mac Allister.

Hay comités que no quieren, y lo han manifestado, la alianza Cambiemos, pero estas resistencias están más relacionadas con diferencias locales que con estrategias provinciales. Hay pueblos en los que los dirigentes de la UCR tendrían que abrir las listas porque en 2017 el macrismo le ganó a sus candidatos, intendentes que ven que con Cambiemos pueden poner en riesgo su lugar y malestar con dirigentes que son promovidos por el Pro. Y hay quienes para evitar todo esto podrían impulsar juntas locales, aunque deban contar con el visto bueno de la UCR provincial.

Divisiones en la oposición

La interna, y la división de los dos mundos, está planteada. Mac Allister levanta candidatos locales propios en los pueblos, pero no puede atraer dirigentes radicales. Uno de los precandidatos de la UCR, el senador Juan Carlos Marino, había encarado su campaña intentando atraer algún sector del Pro para quebrar a sus competidores internos, pero no pudo. Apenas se le acercó algún dirigente sin peso político. También habló de peronistas en la oposición, una idea sin mucha base cuando convoca el radicalismo. La estrategia se fue modificando abruptamente: ahora se apela a la base radical y hasta Marino buscó la foto con Ricardo Alfonsín. La marca Cambiemos, promocionada en su momento por el legislador nacional como propia, ya parece estar en declive.

En ese sentido es que el radicalismo comenzó a aglutinarse frente al macrismo y los precandidatos empezaron a ver que las diferencias internas y personales, que son persistentes, al menos se pueden moderar, subliminar o maquillar si enfrente está Mac Allister. El viernes se juntaron los tres precandidatos y empezó a verse como posibilidad una lista de consenso que permita enfrentar unidos al macrismo y recuperar el terreno perdido. Solo el internismo crónico y las ambiciones desmedidas podrían romper el inicio de la negociación.

Macristas y radicales son, por ahora, irreconciliables. Todos van marchando a una coalición electoral con una interna segura. Cosas de la política.

 

 

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