Guatrachenses por el Mundo: Claudia Burck desde Quilmes.


Nació en Guatraché el 21 de junio de 1968 y al cumplir 12 años tuvo que partir: “Regresé en varias oportunidades con mis hijos y mi marido, pero lamentablemente ya no tengo familia directa. Igual tengo ganas de volver algún dia,….me trae mucha nostalgia”, se adelanta. Es que en su lugar de orígen conserva los tíos por parte de su madre, Juan Carlos Klobertanz y familia, y gracias al facebook pudo retomar el contacto con ex-compañeras y amigas de la infancia.

Claudia nos propone una entrevista diferente; quiere reseñar su vida a través de las fotografías. Y lo aceptamos.
Es el momento de los recuerdos, como imágenes que evidencian un tiempo muerto y la imposibilidad de su repetición existencial dejando paso a la nostalgia:

Breve reseña de mi vida a través de fotografías

“Estos fueron mis compañeros que tuve durante toda la primaria, de los cuales me quedó un hermoso recuerdo, con algunos volví a tener contacto lo que me alegró mucho”.“Luego de terminar la primaria, viajé a Bahía Blanca, donde estuve tres años y luego me instalé por un período de 5 años en Río Mayo – Chubut, donde tuve la suerte de participar en el Festival Provincial de La Esquila, donde fui electa primera princesa, fue mi primera participación en un concurso de esta índole y la verdad, estaba muy nerviosa”.“En 1986 terminé los estudios secundarios en Bahía Blanca, fue un cambio muy grande debido a que pasé de cursar en una división de pocos compañeros en Río Mayo, a una división muy numerosa y sólo mujeres”.“Durante mi estadía en Río Mayo conocí a mi actual marido, Jorge. Luego de tres años de novios nos casamos y formamos una familia. En el año 1989, por motivos laborales nos mudamos a Bs. As., donde residimos actualmente con nuestros tres hijos: Gisella de 23,  Barbara de 16 y Lautaro de 14”.

Una Guatrachense en la Antártida
El año 2005 le regaló a Claudia y su familia una experiencia inolvidable. Su marido, –de profesión militar-, fue seleccionado para trabajar durante un año en la Antártida, a 3600 km. de Capital Federal.  El paisaje desértico, rocoso, cubierto por un manto blanco infinito que se asemeja a la luna, acompañó a su familia durante la estadía en ese continente. Fue una sorpresa muy grande anhelada por varios años”, nos cuenta.

“El primer día que pisamos suelo Antártico. Esta base es conocida como la puerta de entrada al Continente Blanco, un lugar muy frío y un poco triste, ya que no hay mucha gente, casi todos son científicos  y están por poco tiempo”.“Como verán el paisaje cambia, hay más colores y tenemos mucho contacto con la naturaleza, este sería nuestro pequeño mundo durante un año, la foto está tomada en el mes de enero, desde un faro que se encuentra enfrente de la base, cuando bajaba la marea, cruzábamos, y nos apurábamos para que no nos gane la marea”.
“Aquí estoy con mi hija mayor, habíamos salido a caminar, aprovechamos la oportunidad y nos  sacamos una foto, como fondo, uno de los medios de transporte que nos ayudó a llegar,  ya que fueron tres días de viaje. Desafortunadamente este, en el año 2007 se incendió y actualmente esta en reparación”.
“Así comenzaba la jornada, este paisaje nos aventuraba a un hermoso día, aunque no era muy habitual, ya que allá el tiempo cambia repentinamente y generalmente hay mucho viento”.
“Durante los meses de verano, éramos visitados por varios cruceros de distintos lugares del mundo, los pasajeros bajaban a visitar la base y nos invitaban a subir a su barco, la verdad una experiencia inolvidable, la gente muy amable y servicial”.
“En este lugar los pingüinos se bañaban, esta corriente de agua es producto de un deshielo del Glaciar Buenos Aires, muy cercano a la base. Tuve la suerte de trabajar con una científica, licenciada en biología, que viajó en los meses de verano a nuestra base, su trabajo se basaba en pesar y controlar la alimentación de estas aves, son una especie digna de envidia, mantienen una pareja toda la vida y vuelven todos los años al mismo nido, para reproducirse”.
“Esta es mi familia durante un acto del 25 de Mayo”.
“Mi casa… todo lo que hemos vivido, no se imaginan, esta foto esta tomada luego de un día de tormenta de viento blanco ( blizzar), el día siguiente, cuando volvía la calma, era hermoso”.“Este faro yo lo veia desde la ventana de mi casa, esta es una de mis primeras fotos, con la marea baja en época de verano, cuando se podía, cruzábamos hasta el faro. Todos los días se veía de diferente manera, y el cielo de distintos colores…”.
“Lo que ven de fondo es el Monte Flora, un volcán actualmente inactivo. La nieve llegó a sobrepasar el metro de altura, no hubo viento ese día, para mi fue el mas lindo del año. Las temperaturas descendieron a los 31 grados bajo cero”.
“Así quedo el mar luego de la tormenta, no podíamos pisarlo por seguridad, aunque no nos faltaron las ganas…”.

La Base

La Base Esperanza ocupa 43 edificios, cubriendo un total de 374.000 m2; aloja unos 1.100 turistas anuales que la visitan durante la temporada cálida, y  aloja hasta unos 80 habitantes durante el invierno, incluyendo dos maestros que ejercen en la escuela del poblado. Los servicios incluyen Registro Civil, Correo, Puerto, Escuela, Capilla y Emisora de radio. Sus instalaciones fueron el escenario del nacimiento de Emilio Marcos Palma el 7 de enero de 1978, el primer nacimiento registrado de un ser humano en la Antártida.
Eramos 58 personas en la base, 9 familias y 30 hombres más o menos, los chicos estudiaban a distancia, –vía Internet-, las mujeres todas teníamos una actividad programada, yo tuve que hacer un curso en el ISER, porque trabaje en la Radio local, la única que se encuentra en la Antártida, es de onda corta y los aficionados de todo el mundo se contactaban con nosotras por mail o cartas, fue muy interesante y enriquecedor”, recuerda y asegura: allá todo adquiere otro valor, desde una simple llamada hasta una pequeña encomienda que nos llegaba esporádicamente”.
A pesar del mar congelado en Invierno, las temperaturas que pueden alcanzar los 30º bajo cero, las nevadas interminables, los días cortos de Invierno –amanece a las 11 y el sol se oculta a las 16-, y lo remoto e inhóspito del lugar, Claudia destaca: Sin lugar a dudas, uno de los mejores lugares del planeta, me siento privilegiada de haber estado allí, y poder compartir mi experiencia”.

“..Y regresamos al continente, a realizar nuestras actividades cotidianas”.
“En la actualidad, (hemos crecido un poco). Espero que les haya gustado esta parte de mi vida, deseo que siga tan interesante como hasta ahora”.

Claudia Bürck, nativa de Guatraché, porteña por adopción.
Me hubiese gustado ir para el centenario de mi pueblo, pero por trabajo no pude, aunque  estuve representada con mi papa que pudo asistir y quedó muy contento al reencontrarse con familiares y amigos“.
“La ultima vez que yo fuí a Guatraché en el 2006 no fue como siempre para ver a mi mama,……fue muy duro,…….ella ya no estaba entre nosotros..…”

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