¿Fin de ciclo para el  “intendentismo” del PJ?

¿Fin de ciclo para el “intendentismo” del PJ?

Por Norberto Asquini 

Los intendentes del PJ ya no son lo que fueron. Esa sería la frase que resume la cuestión medular de esta columna. Aclaremos: durante ocho años los jefes comunales del PJ, en un número que rondó los 55, fueron un factor de poder que impulsó el ascenso de gobernadores y dirimieron la interna justicialista. Ahora ese ciclo parece haberse cerrado si tenemos en cuenta el acotado espacio que les ha quedado en el escenario político provincial.

La emergencia de ese “intendentismo” fue generada por la misma interna del PJ y la estrategia de Carlos Verna de darles como colectivo un rol central en el armado de la estructura por encima del partidario, priorizando así su poder territorial e institucional. Por supuesto, “intendentismo” es un término acuñado para los caciques y barones del Conurbano bonaerense, que se unen para hacer sentir su poder hacia afuera y adentro. Hay que reconocer que queda algo grande para la política pampeana.

Hagamos un breve repaso. En 2007 para enfrentar al marinismo, el vernismo fue armando el espacio que fue la Línea Plural, le dio fuerza a la descentralización y desde allí impulsó a Oscar Mario Jorge como gobernador. Y ganó la interna. Con Verna en el llano, la mayoría de los jefes comunales se mantuvo fiel a la espera de su segundo mandato y marcándole el espacio a Jorge. En 2011 era la vuelta de Verna, pero el conflicto con la presidenta Cristina Fernández hizo que renunciara a su candidatura y que Jorge fuera reelecto, teniendo a los intendentes como principal apoyo. Jorge como gobernador se enfrentó a Verna y su principal apoyo fueron los intendentes que conformaron Compromiso Peronista. En 2015 dos estructuras se enfrentaron en el PJ y ambas contaron uno por uno a los y las intendentes que estaban de un lado o del otro, como señal de su poder interno. Los jefes comunales jorgistas fueron quienes de hecho llevaron a Fabián Bruna como precandidato a gobernador, al que le ganó Verna.

Ahora el presente. En 2016 los intendentes parece que se han replegado, y ya no son ese bloque que supieron ser. De mostrarse casi como un poder corporativo, aunque detrás de un líder provincial, pasaron a la dispersión. Hay varios factores que influyeron en este escenario.

Por un lado, la diversidad interna. Hubo dos elecciones el año pasado que enfrentaron a vernistas-marinistas y jorgistas-kirchneristas. Después, en la general, detrás de la boleta que llevó nuevamente a Verna a la gobernación estuvieron todos, o casi todos, lo que no significa que no hayan quedado diferencias políticas y personales. Es que casi el 40 por ciento de los jefes comunales del PJ actuales acompañaron la boleta del jorgismo, y todavía hay concejales del otro sector que le hacen sentir las heridas dejadas por la interna. Y viceversa.

Encontramos en ese marco algunos desacuerdos que se sostienen soterrados. ¿Se hacen por esto diferencias en el vernismo con los jefes comunales que estuvieron de un lado o del otro? La política es interpretación, y su trama es polisémica. El autor no puede discernir el interrogante planteado a pesar de la charla con varios esos protagonistas. Algunos hablan como un ejemplo que al intendente de Algarrobo del Aguila, que jugó para el jorgismo, lo dejaron fuera del comité de crisis por el río Atuel; en el otro sentido, hay jefes comunales que detallan la presencia permanente de los funcionarios de Asuntos Municipales ante las necesidades diarias.

Un segundo factor es la nueva relación económica entre Provincia-municipio. Los intendentes vieron cerradas sus cajas deficitarias ante la cantidad de empleados públicos que tenían. Hubo supervisión de Provincia de las cuentas en Santa Rosa, General Pico y 25 de Mayo y una “bajada de línea” muy firme del gobernador a todos los intendentes para que actúen con responsabilidad y austeridad. Al menos un funcionario habló con algunos jefes comunales de reducir la planta de empleados donde la situación es más complicada. No se quiere mencionar la palabra ajuste en Casa de Gobierno, pero hubo que ordenar las cuentas. Los primeros resultados de esta política se vieron reflejados en el último pago de los aguinaldos donde no hubo ayuda a ningún municipio -en Hacienda no se recuerda cuando fue la última vez que esto sucedió- y todos pudieron hacer frente al pago sin ayuda provincial

Y esto nos lleva al tercer factor: la centralidad de Verna y la centralización política. En ese escenario de reconfiguración interna y ajuste, la foto del mandatario en su escritorio recibiendo a los jefes comunales de a uno ha sido una constante. Esa imagen tiene todo un significado político: los recibe y atiende sus pedidos -haya o no soluciones-, y con eso se diferencia de la queja más importante que tenían muchos intendentes para con Jorge. Hay además un doble juego en esa relación: Verna descentraliza programas y fondos, pero a la vez centraliza poder. La Secretaría de Asuntos Municipales está más presente en cada localidad, lo que genera que también esté más presente el Estado provincial en cada gestión comunal, por dar un ejemplo.

Aunque es una estructura dormida por ahora, el justicialismo ha tenido en los intendentes y presidentes de comisiones de fomento su estructura de poder territorial en la última década. Seguramente despertará, una vez que se reordene nuevamente el campo peronista provincial con una nueva configuración, cuando lleguen los tiempos electorales. Solo queda como incógnita saber si conservará el poder que tuvo en otras coyunturas.

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Verna, sobrevolando  la corrupción y el tarifazo

Verna, sobrevolando la corrupción y el tarifazo

 

Por Norberto G. Asquini

En política se afirma que el que gana es quien tiene la razón. La única verdad es la realidad, según la máxima peronista. Para el perdedor siempre está la autocrítica -aunque se da en pocas oportunidades- o ser criticado -la mayor parte de las veces-.

Es en ese contexto que se debe analizar el resultado y alcance de la estrategia política y discursiva desplegada por el gobernador Carlos Verna a la luz del escenario político actual del país. En 2015 el mandatario no solo fue el más votado en la provincia, por encima de todas las boletas nacionales y provinciales de la lista del PJ, sino que hoy sostiene su liderazgo dentro del PJ y una imagen con un alto índice de aprobación en la provincia, según las usinas vernistas. Además de ser considerado, a nivel nacional, como permanente referencia por sus posturas de autonomía ante el presidente Mauricio Macri.

Al columnista no le escapa en su análisis la mirada crítica sobre su metodología de conservación y reproducción del poder, las limitaciones económicas que hoy tiene su gestión y que le han puesto freno a sus pretensiones o el perfil controversial de algunos de sus funcionarios. Sin embargo, la situación actual del escenario provincial y nacional muestra cuánto le han ayudado en su estrategia la lectura que hizo de la realidad y su aplicación a un rumbo político.

En su momento, Sergio Massa habló de la “ancha avenida del medio” para intentar posicionarse en forma equidistante del kirchnerismo y de Mauricio Macri. Dentro del PJ, Verna hizo algo similar, lo que le permitió no dejarse arrastrar por el “efecto comparativo” de ambos términos. Ni la corrupción K ni los tarifazos macristas lo han salpicado. Cuando el exsecretario José López arrojó los bolsos, dirigentes del PJ quedaron manchados por las consecuencias del caso, sobre todo aquellos que habían ido en las listas del FPV. Cuando los tarifazos en el gas golpearon los bolsillos, el mandatario confrontó a la empresa y reclamó al gobierno nacional.

¿Se puede decir que Verna fue el que mejor leyó la realidad nacional y provincial en 2015 y lo sigue haciendo? Cómo se indicó en la primera frase, su triunfo y su actualidad parecen darle la razón. Al menos la que se reduce de la posición de ganador.

Argumentemos. Verna provincializó y confrontó con el kirchnerismo en su discurso, una estrategia simbólica de doble juego. En la provincia y a nivel nacional se lo observa como una de las voces autónomas al presidente Macri. Frente a gobernadores que no reclamaban durante el gobierno kirchnerista y centralista, como ocurrió en La Pampa, cuyo alineamiento llevó a que se mantuvieran deudas que no se cobraban con Nación, Verna inició el camino contrario. Fue contestatario a esa situación de subordinación y en su campaña confrontó con la Casa Rosada. Se ubicó como defensor de los intereses pampeanos y contrario a la intromisión kirchnerista. Eso fue parte de su activo político personal y una de las variables por las que el votante pampeano lo eligió. En ese marco, mantuvo luego que asumió como propio de su perfil el reclamar por los intereses provinciales por sobre cualquier injerencia o avance. Las exigencias permanentes a Macri por fondos o contra Mendoza por el corte del río Atuel son parte de esa estrategia. Una posición que además debilita el discurso de la oposición y unifica hacia dentro del justicialismo.

Pero esa situación también está vinculada a su ubicación ante el kirchnerismo y el peronismo. Desde una posición disidente a Cristina Fernández su campaña en la interna del PJ y las primarias de 2015 se basó en el clivaje kirchnerismo-anti kirchnerismo. De hecho, relacionó a la lista opositora en las primarias directamente con La Cámpora, el ultrakirchnerismo, y se arrogó ser el representante de La Pampa. “La Cámpora o La Pampa” fue el slogan utilizado.

¿Leyó Verna de antemano lo que vendría durante y luego de esa campaña? Las derrotas de Aníbal Fernández en Buenos Aires y de Daniel Scioli en el balotaje fueron un mensaje, aunque fuese ajustado, de que buena parte de la sociedad reclamaba un cambio y del agotamiento del proyecto kirchnerista. A pesar de que CFK se fue de la Casa Rosada con un alto consenso y de la resistencia posterior del kirchnerismo al gobierno de Macri, hoy ese sector del peronismo parece disminuido luego del caso López.

Con la dispersión del kirchnerismo, el poder en el PJ nacional, fragmentado a nivel país, pasó a manos de los gobernadores que son quienes negocian con el presidente Macri. Con el debilitamiento del kirchnerismo, el peronismo quiere cerrar filas para ser el polo que enfrentará al campo no peronista identificado con Macri y sus aliados. Nuevamente, con ese rumbo, el mandatario logra consenso social y unidad en el PJ pampeano.

Tal vez solo quede en el debe en este juego de equilibrios la advertencia que hizo el presidente del PJ pampeano, Rubén Marín, sobre la postura de los gobernadores de “no jugarse” ante Macri o de no ser protagonistas en la reconfiguración del peronismo nacional. Verna discute pero negocia con Macri, de hecho garantiza la gobernabilidad de ambos, y el PJ nacional no ha sido una preocupación muy suya.

Nuevamente, se pude criticar la figura o la gestión Verna, pero a la luz de los resultados, supo tener una lectura política, una astucia de encontrar la clave de estos tiempos con una lógica provincial con la cual navegar por encima de las ruinas del kirchnerismo y las trampas del macrismo, que lo mantiene en la cima de la política pampeana.

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El kirchnerismo en el llano, de la resistencia a López

El kirchnerismo en el llano, de la resistencia a López

Por Norberto G. Asquini

 El kirchnerismo en La Pampa vive momentos de repliegue y atomización. Puede haber todavía sectores que reivindiquen la figura de Cristina Fernández o el “proyecto nacional y popular”, minorías intensas que se congregan en actos y hasta medios que tratan de disimular el bochornoso caso de los bolsos con dólares del ex secretario José López. Pero en el escenario pampeano la “etapa posinstitucional” del kirchnerismo es compleja.

La reaparición de CFK en la escena pública en abril y el porcentaje de adhesiones que conserva dentro del peronismo nacional le dieron todavía aire. Pero ese panorama que se va desdibujando compite con las investigaciones de corrupción a ex funcionarios y los dichos de dirigentes como José Ottavis, Fernando “Chino” Navarro o José Alperovich, por nombrar algunos al azar, que afirman que “el kirchnerismo ya no existe como tal”.

En La Pampa el kirchnerismo tuvo entre 2012 y 2015 su etapa institucional. El apoyo del gobierno de Oscar Jorge al de CFK y los cargos institucionales que lograron desde La Cámpora en el Congreso y la Legislatura provincial fueron el paraguas para el crecimiento de sus filas. Esto llevó a la unidad de acción con el mandatario provincial. Los dos golpes de 2015 que le propinó el peronismo pampeano, en la interna dentro del PJ y en la primaria nacional, los dejó sin nada. Solo sobrevivió en los cargos institucionales el frente no justicialista Nuevo Encuentro, con un diputado provincial y concejales en Santa Rosa, General Pico y algunas localidades más. O algunas voces aisladas como el intendente de Telén, Saúl Echeveste. Los demás espacios detentados son apenas testimoniales.

Desde ese momento pasaron por distintas etapas. De la resistencia rabiosa a las medidas del macrismo y los despidos al dejar el poder en la Casa Rosada, cuando se hicieron actos públicos en las plazas; por la euforia con la reaparición de CFK para defenderse de los avances judiciales en su contra; por la resignación después de la nueva conducción del PJ, el desmembramiento legislativo del FPV y las acusaciones de hechos de corrupción sobre ex funcionarios y empresarios cercanos al poder. El caso López, la evidencia clara de corrupción de un ex funcionario K, fue un golpe muy duro que muchos están intentando digerir.

El periodista José Natanson afirmó que hoy el kirchnerismo es tanto una cultura política, que no necesita a la figura de CFK, como una minoría intensa. Desde quienes todavía reivindican los doce años de gobierno de los Kirchner, hubo críticas a esa postura, porque afirman que todavía hay apoyos importantes de la población y tienen una conductora que disputará poder con el peronismo. Todo está por verse.

¿Quiénes representan al kirchnerismo hoy en La Pampa? Está el kirchnerismo a ultranza, el no justicialista de Nuevo Encuentro y los resabios de La Cámpora en el llano. Los inorgánicos y los que apuestan a un muy difuso Frente Ciudadano con algunas actividades.

Encontramos al PJ K o “nacional y popular”, aquellos que tienen como principio de identidad al peronismo pero todavía reivindican al anterior gobierno, pero que han decidido seguir su camino por dentro del justicialismo. Muchos de los que estuvieron en la jorgista Compromiso Peronista, desde los más moderados a quienes como el intendente Echeveste, que postula su adhesión y se muestra como referente de ese sector en la provincia. Los que se muestran autónomos del gobierno actual y los que ya quedaron sumidos en una lógica provincial de alinearse al conjunto aunque tengan simpatía por CFK.

Y están quienes se fueron resignando y tomando al kirchnerismo como una etapa superada. Quienes dejaron de militar, quienes lo hacen desde un muy segundo plano sin mostrarse o directamente decidieron seguir su camino en otras líneas internas del PJ como el marinismo. Hubo entre estos últimos quienes fueron virando públicamente en sus posturas. El ejemplo es el diputado por el Parlasur del PJ que de reivindicar a Milagro Sala en diciembre se fue volcando a una postura más “justicialista” para desmarcarse de su anterior adscripción.

Dentro de esa “cultura” nacional y popular, aunque no se puedan llamar kirchneristas, pero sí apoyaron al proyecto de los Kirchner, están los que dentro de la estructura del PJ todavía reivindican los lineamientos de ese gobierno, aunque enfrentarían al FPV, y que disienten con la crítica a ultranza del vernismo.

En 2017 todo ese heterogéneo campo con distintas miradas presentarán una alternativa, que estará ligada al apoyo que conserve CFK y al devenir del gobierno macrista. Podrá ser por dentro del PJ con un candidato propio al Congreso, y seguramente por fuera con Nuevo Encuentro, como las dos opciones para frenar el repliegue frente a un justicialismo hegemónico.

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La interna infinita: las dos CGT de Santa Rosa

La interna infinita: las dos CGT de Santa Rosa

Por Norberto Asquini

Si hay una interna que es indisimulable y que arrastra una larga historia de desencuentros es la de los sindicatos de la CGT Delegación Centro-Sur de La Pampa, la agrupada en Santa Rosa. En momentos en que en el escenario nacional los líderes de las distintas centrales obreras avanzan hacia la reunificación y llevan adelante medidas en conjunto, y a pesar de disputas y diferencias mutuas, en territorio pampeano se mantiene el conflicto.

Son unos cincuenta gremios, de distinto peso político, económico o en afiliados, de trabajadores del sector privado o de los empleados públicos, nuevos o históricos, peronistas de distintas vertientes que están en el PJ, son kirchneristas o macristas, que se dividieron en dos sectores. Aunque se busca la normalización de una central sin conducción efectiva desde hace meses y se menea la palabra “unificación”, ese escenario está muy lejano.

Si bien el sindicalismo local ha sabido sortear los conflictos nacionales de la CGT, las diferencias entre ambas corrientes son políticas por su ubicación en la interna del PJ pampeano y sobre todo de intereses y criterios personales entre los mismos gremialistas. Si lo analizamos desde una perspectiva más larga, la disputa del peronismo de La Pampa de los últimos años y cómo se han alineado unos y otros dirigentes según los bandos tuvo mucho que ver con la situación descripta. En ese marco, la mayoría de los sindicatos hoy son empujados por una coyuntura nacional a agruparse para afrontar una etapa de desempleo que los afecta y por una provincial en la que el PJ se ha encuadrado detrás de la figura del gobernador Carlos Verna.

Es así que dos grupos se disputan el sello. Uno es el que se conformó en torno a los diputados Jorge Lezcano (UPCN) y Roberto Robledo (UOCRA), y que promovió a José Faggiani de AFIP como secretario general de la CGT. Lezcano y otros sindicalistas fueron los que organizaron el primer encuentro de sindicatos con Verna luego de que el mandatario asumiera el cargo. De ese grupo es del cuál surgió la posibilidad de la normalización. Se habló con el metalúrgico Antonio Caló quien les recomendó que avanzaran con un plenario que constituyera las autoridades ante una delegación acéfala. Hay 42 firmas avalando ese espacio, en la que observamos distintos sindicatos que a nivel nacional están enrolados en los tres sectores de la CGT. Tienen cercanía con el gobierno provincial y la conformación de la nueva delegación les permite posicionarse para coordinar políticas y defender o promover medidas ante los funcionarios de Verna. Pero también para acompañar al mandatario y tener su espacio de poder.

Del otro lado están los que afirman que son dueños del sello de la CGT ya que eran parte de la conducción anterior. Frente a la constitución del otro sector que avanzaba con una línea propia, crearon el Movimiento Sindical Pampeano. Entre los principales gremios que lo integran están Camioneros, UTA y Comercio. Son la parte minoritaria.

La interna se pudo saldar, ya que hubo algún acercamiento entre ambos sectores para intentar unificar criterios, pero chocaron con las pretensiones y las diferencias de unos y otros.

Es que esta división es crónica e histórica en la CGT de Santa Rosa, y de ahí las diferencias. En 2010 cuando se debía normalizar la delegación pampeana, un sector encabezado por el diputado nacional Robledo desplazó al entonces secretario general, Jorge Lezcano, y los suyos. La titularidad quedó para Camioneros, cuyo representante renunciaría luego y se haría cargo entonces la UTA. La CGT se fue vaciando en los años siguientes producto de la interna entre el vernismo y el jorgismo. Un grupo de gremios se quedó con ese sello y sus principales referentes consiguieron cargos como funcionarios en la gestión de Oscar Mario Jorge. La interna entre el vernismo y el jorgismo terminó de fragmentar a los dirigentes que quedaron de un lado o del otro. Los que tenían la CGT apoyaron a la línea Compromiso Peronista, pero perdida la interna contra el vernismo, se replegaron. De ese vacío, y de la nueva reconfiguración del PJ provincial, nacieron los dos sectores actuales.

A diferencia de la delegación piquense, con muchos menos gremios,  donde el peronismo es más homogéneo y la política provincial no repercute de la misma manera, por lo que siempre ha logrado una conducción unificada, en Santa Rosa la interna es una condición permanente.

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Macri-Verna: ¿federalismo de socios o equilibrio inestable?

Macri-Verna: ¿federalismo de socios o equilibrio inestable?

Por Norberto G. Asquini

Las distintas autoridades, de traje, se disponen sonrientes en torno a la mesa de la oficina en el organismo nacional de turno, sonríen, y tras los flashes está la foto que recorrerá poco después los medios de La Pampa. Es la imagen que retrata a los funcionarios nacionales con el gobernador Carlos Verna y sus colaboradores cada vez que va a Buenos Aires. Un hecho que no es ajeno a otras provincias y que algunos analistas han dado en llamar el “federalismo de socios”. Lo que algunos califican del “toma y daca”. Pero no es la única lectura.

Cada encuentro es significativo para ambos términos, Nación y Provincia. O para ambas gestiones, la nacional y la pampeana. Es que para los gobernadores, la foto con el presidente Mauricio Macri, el ministro del Interior Rogelio Frigerio o cualquier otro funcionario nacional, es un activo en sí mismo, indica el periodista Facundo Matos.

Verna interviene de esta manera en la escena nacional, solo o con sus pares, mostrándose con los reclamos provinciales en la Casa Rosada, y cuando regresa, vuelve a hacerlo con declaraciones favorables y soluciones. A falta de inauguraciones, son buenos los pedidos y los anuncios de lo que se consigue, algo que ocurre con un gobierno nacional que cimenta la relación con los mandatarios provinciales y el apoyo de estos en el Congreso y ha cedido (o retrocedido) en varias oportunidades a sus reclamos sobre medidas ya tomadas. Verna cuenta como propio todo lo conseguido ante Nación. En esto, su comportamiento no dista de otros pares. Pero el pampeano también tiene perfil propio. No le escatima a la crítica a decisiones o dichos de funcionarios nacionales. Sus posturas muestran distanciamiento, el juego autónomo o el no alineamiento, como fue con el tema de las subas en las tarifas de gas en la Patagonia o la ley antidespido, que fue una iniciativa de los senadores que le responden, entre otras. Verna negocia, dialoga y consigue, pero es también el menos macrista de los gobernadores justicialistas. Lo que deja en evidencia el poder de veto que también tienen los mandatarios provinciales.

De ahí el enojo del macrismo pampeano, que ve que se toman medidas favorables para la Provincia en Casa Rosada, las que son capitalizadas por el gobernador, y que a pesar de eso siempre hay alguna crítica a Nación. Además, los referentes del PRO “bajan” programas y fondos que son conseguidos en paralelo a las gestiones del gobierno provincial. Como ocurrió la semana pasada con el secretario de Deporte Carlos Mac Allister y el diputado Martín Maquieyra quienes anunciaron 200 millones de pesos para obras en La Pampa. Conseguidos esos dineros y programas por el PRO local en sus diferentes niveles, y beneficiados todos los colores partidarios, el gobierno vernista los recibe y deriva a los municipios que han sido beneficiados, pero no por eso deja de molestar esa “intromisión” territorial. De esta manera, está planteado en tierras pampeanas un vínculo político de presión y tirantez entre ambos términos.

El periodista Matos en la revista El Estadista analiza que esa relación planteada con los gobernadores también es beneficiosa para el gobierno nacional. Macri sale ganando como los mandatarios porque quiere ser el presidente del federalismo. Le sirve como punta de lanza para plasmar en acciones el cambio en las formas de hacer política respecto del kirchnerismo, que es uno de los objetivos pilares de su gestión. Además ayuda a construir mayorías en un Congreso adverso al PRO en términos de su composición y contribuye a subsanar el déficit de ser una fórmula y un gabinete plenamente compuesto por porteños. Según la óptica del PRO, los gobernadores y el presidente no deben ser adversarios ni contrincantes sino pares en la gestión y en la solución de los problemas del país.

Ese juego entre Macri-Verna, como con la mayoría de los gobernadores, les permite a ambos aislar al kirchnerismo, cada vez más distanciado de los gobernadores peronistas a medida que avanza la reconstrucción del partido pos derrota electoral. Todo ello se condensa en el concepto de “socios”, al que el presidente, ministros y funcionarios acuden, que responde a la noción macrista de que los objetivos nacionales solo se pueden lograr si los gobernadores también los incorporan a sus agendas provinciales y aprueban el rumbo nacional.

Hablamos al comienzo de la columna de la foto en la que aparecen los funcionarios dando cuenta de una relación cimentada en mutuos entendimientos. Pero esa imagen idílica también tiene su otra cara.

¿Hasta cuándo durará esta política? Para otros observadores ese escenario descripto es transitorio, sobre todo en Verna y su postura autónoma a pesar del diálogo permanente, y está atado a una coyuntura determinada: la crisis de liderazgo en el peronismo y la necesidad de los mandatarios de mantenerse cerca de la caja nacional. Bien se puede usar la metáfora matemática del “equilibrio inestable” para describir el vínculo que está pendiente por un lado de la marcha de la economía y el bendito segundo semestre que no parece llegar y por otro de las definiciones electorales de 2017, cuando la gestión de Cambiemos se enfrente al recambio legislativo y pueda mejorar o empeorar su posición en el Congreso. Hasta entonces, todos seguirán sonriendo a la cámara.

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