Los “concejos rebeldes”,  resultado no deseado  de la interna del PJ

Los “concejos rebeldes”, resultado no deseado de la interna del PJ

 

Por Norberto G. Asquini

Un experimentado dirigente justicialista, marinista para mayores datos, afirma que la consecuencia más grave de una interna en el PJ provincial que enfrenta a dos listas son las huellas que deja en cada pueblo. A partir de ahí, las divisiones, heridas y resentimientos entre sectores del justicialismo, que se trasladan al plano de las relaciones personales, quedan latentes tras la votación y la dinámica de esa rivalidad lleva hasta perder localidades gobernadas por el oficialismo. El análisis no es errado.

Si bien luego de la interna del PJ que enfrentó en 2015 al vernismo-marinismo con el jorgismo hubo muchas localidades en las que las relaciones entre esos sectores se compusieron, en otras el conflicto, más soterrado o más explícito, ha persistido. Donde la fractura es evidente se han dado casos de “concejos rebeldes”, Concejo Deliberantes en los que justicialistas disidentes al intendente se han hecho cargo de la presidencia mediante acuerdos con la oposición. Esas maniobras, inéditas hasta entonces, rompieron con el tradicional alineamiento “automático” de los cuerpos deliberativos locales con el ejecutivo local. Esto ha provocado que el municipio justicialista pierda gobernabilidad y que desde el CD se gane en control y transparencia al ponerle coto al poder y los manejos de los jefes comunales.

La pérdida del control oficialista de los Concejos mediante estos acuerdos ya se había dado en localidades grandes y con cuerpos deliberativos numerosos como Santa Rosa y 25 de Mayo. Ocurrió con los justicialistas Néstor Alcala y Luis Larrañaga en la capital y con David Bravo en el oeste. Ahora, aunque no son muchos los ejemplos, esto se ha replicado en otras localidades.

Uno de los casos es Eduardo Castex, donde lo padece el intendente Julio González. En la elección de 2015 el cuerpo deliberante quedó conformado por cuatro ediles del PJ y cuatro del Frepam, una paridad que mostró los rastros de la interna. En la sesión preparatoria, Marina Baigorria, que había ingresado en la lista oficialista por la minoría de Compromiso Peronista, conformó sorpresivamente el bloque Frente Castense. Y fue apoyada por el bloque del Frepam para convertirse en presidenta del concejo por cinco votos a tres. A partir de ahí estalló el conflicto entre los ediles con fuertes cruces en los debates y un mayor control por parte del concejo sobre los manejos del intendente y de las cuentas públicas.

Se desaprobaron balances y cuentas de inversión considerados “desprolijos” y hubo pedidos de informes por cheques emitidos sin orden de previsión antes de las elecciones, se hicieron modificaciones al Presupuesto y se votaron proyectos como la presentación de declaraciones juradas para autoridades comunales o de acceso a la información pública y se controló el destino de los fondos de las regalías hidrocarburíferas. Si bien el jefe comunal vetó total o parcialmente algunas de estas iniciativas, desde el CD se afirma que esta situación ha llevado a que el ejecutivo se haya visto obligado a presentar los balances de forma más ordenada y a medirse en sus atribuciones. Mientras, el intendente González trata de mostrar públicamente un consenso inexistente con el deliberativo.

Pero no solamente un jefe comunal vernista sufrió las secuelas de la interna. En La Maruja se dio el mismo escenario. Allí la interna del PJ la ganó el entonces intendente, Gustavo Cein, del jorgismo. Las elecciones fueron conflictivas, llegando al enfrentamiento con piedras y palos entre una patota del oficialismo y militantes del Frepam. Hasta tuvo que intervenir en la localidad el Grupo Especial de Operaciones de la Policía provincial. Cein fue reelecto y el CD quedó integrado por tres representantes del PJ y dos del Frepam. En esta oportunidad, la representante que ingresó por la minoría del vernismo, Virginia Sava, acordó con los dos ediles de la oposición y fue designada presidenta del cuerpo.

Desde entonces el concejo comenzó a tener una dinámica muy distinta a períodos anteriores, contrastando con la pasividad previa, y de hecho, sus integrantes empezaron a reunirse todas las semanas cuando antes eso no era habitual. Se desaprobaron varios balances con irregularidades, se sancionó a un funcionario municipal y se puso el ojo sobre los gastos.

Si en los casos de Eduardo Castex y La Maruja el resultado de la división del justicialismo llevó a que un sector disidente se hiciera del control del concejo deliberante con el acuerdo de la oposición, hay otros espacios en los que sin llegar a esos extremos las diferencias existen, aunque se disimulen. En Catriló el intendente Ricardo Delfino tuvo un revés cuando todos los concejales le cambiaron el nombre al SUM local. En General Pico, que siempre mostró un bloque del PJ alineado al intendente y sin fisuras, una de los siete concejales de esa bancada anunció hace algunos días su alejamiento. Graciela Sánchez, del sector tiernista, molesta porque el intendente Juan José Rainone no le había concedido algunos pedidos, informó que iba a conformar un bloque unipersonal dejando con un voto menos al oficialismo y al concejo deliberante partido en seis y seis. Un llamado “de arriba” la reconvino y dio marcha atrás con esa decisión.

 

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La oposición bajo  el dilema de unidos  o separados

La oposición bajo el dilema de unidos o separados

Por Norberto G. Asquini

La oposición está en estado deliberativo, o por lo menos sus dirigentes, cuando comienzan a asomar los tiempos preelectorales camino a 2017. Esta semana se sucedieron varias reuniones organizadas por unos y otros: de un lado Cambiemos, del otro Frepam. El raid del secretario de Deporte, Javier “Colo” Mac Allister fue incesante. Recorrió varias localidades y en cada reunión bajó un mismo mensaje: “Cambiemos va sí o sí en La Pampa”. Del otro lado, el Frepam. El sábado 15 hubo un encuentro de formación convocado por el diputado socialista Luis Solana, que si bien no tenía marco partidario, congregó concejales con una clara identificación con el Frepam. Este sábado los presidentes de comités del radicalismo se juntarán en Santa Rosa aglutinados por el diputado Francisco Torroba. Por otra parte, los intendentes radicales se reunieron en la municipalidad de Santa Rosa con los principales referentes del PRO, si bien fue un encuentro más institucional que político ya que no se habló de Cambiemos, y ahora la UCR está preparando otro encuentro, este sí más político, con los mismos jefes comunales.

El gran dilema hoy de la oposición es si es mejor estar unidos o separados. O al menos unidos con quien. Mac Allister está en el primer término y aplica la seducción, la “zanahoria” de la historia, para conformar Cambiemos con la UCR adentro. Agita la promesa de una victoria a futuro con su invitación a la unidad. Para los intendentes radicales esa relación es también la posibilidad de que lleguen fondos de Nación. Los 50 millones recibidos por el santarroseño Leandro Altolaguirre es todo un símbolo: “Miren lo que recibirán si me siguen”, pareció decirles el jefe comunal a varios de sus pares. Hay un sector radical, que lo tiene a Altolaguirre y al diputado Martín Berhongaray como caras visibles, que profesan su fe en Cambiemos.

Del lado radical la apuesta es a que ambas fuerzas se mantengan hoy separadas y así vayan a las legislativas de 2017. Esto lo impulsa Torroba y lo sigue el grueso de los sectores internos, hoy identificados más con dirigentes que con colores. Más decidido Daniel Kroneberger, más ambiguo Juan Carlos Marino. Dentro del Frepam hay dos visiones. La más apocalíptica que observa cómo Cambiemos avanza hacia dentro del partido con su plan de seducción, y cómo esto ha dividido sus filas. Y hay una posición más templada, que afirma que el radicalismo hará valer su institucionalidad para frenar la avanzada PRO y apuntalar así la alianza actual con el socialismo. Sus referencias explican que los que han tomado el rumbo de Cambiemos son expresiones individuales y que una vez que la UCR defina su camino por separado, no habrá espacio afuera para aquellos, como Altolaguirre, que hoy profesan la unidad con el macrismo.

Finalmente en este dilema de unidos o separados encontramos como cuestión de fondo, más que la disputa por cargos o los intereses personales, el perfil que se pretende imponerle a la oposición al PJ. Todos unidos en Cambiemos tendrá la impronta del macrismo, con una clara referencia nacional y con un radicalismo diluido o convertido en línea interna de esa fuerza. Separados mantendrá al Frepam, con su impronta provincial y crítica al macrismo, con la UCR como cabeza del arco opositor, aunque más no sea en la coyuntura actual.

Esto no significa que en 2019 la oposición no avance en una alianza en conjunto, algo que ya se da por descontado. Pero la pregunta llegado ese momento será si la unidad se dará bajo la impronta de Cambiemos o con una lógica más provincial.

Dos cuestiones al margen para finalizar, en todo este maremagnum que presagia lo que vendrá. Una anecdótica, pero que muestra cierto estado de cosas. Si bien hay dirigentes definidos de un lado y del otro, no es cosa extraña observar a las bases cómo se reúnen tanto con macristas como con frepamistas. Un día pueden estar caminando con el diputado del PRO Martín Maquieyra y al otro juntarse a tomar un mate con un legislador del Frepam. No son la mayoría de los casos, pero los hay.

El otro detalle es más de fondo. La oposición parece tener la brújula en su propia interna. El clivaje PJ-oposición se ha desplazado por el de Cambiemos-Frepam. Enfrascados en definir el escenario electoral de 2017, hay quienes observan que se va diluyendo el perfil opositor frente al gobierno justicialista de la provincia. De esta manera es más importante frenar a una funcionaria del PRO para que no asuma un cargo, que confrontar con el Ejecutivo. Y del otro lado, ocurre algo similar. Esto es una crítica, y no tanto. La oposición ha sido llevada a este escenario porque en 2017 define dos de los cargos más importantes que tiene, los de diputados en el Congreso. No es mucho el espacio institucional que le queda por fuera del peronismo y en esta elección de medio término se juega mucho.

Además, retomando un poco el hilo central, también cada fuerza disputa sus chances de cara a 2019: si en las legislativas gana el candidato del Frepam, ese frente encabezará los acuerdos en los próximos años; si gana Cambiemos, habrá desequilibrado el escenario a su favor con repercusiones hacia dentro del Frepam. Y finalmente, ya que el final es de donde partí, dice la letra de La Renga, si se impone Cambiemos y la unidad, se analiza que el radicalismo quedaría como el segundo de un frente provincial, bajo una referencia nacional que lo tiene como aliado de segunda.

 

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PJ: el frente soñado y  la convivencia interna

PJ: el frente soñado y la convivencia interna

Por Norberto G. Asquini

 

El politólogo José Natanson analiza que actualmente hay tres peronismos: el kirchnerista, el massista y un tercero que es mayoritario y que se sitúa entre la oposición dura del primero y la negociada del segundo, que es el que aglutina a casi todos los representantes institucionales del PJ. En este último grupo se puede incluir al gobernador Carlos Verna.

Estos tres sectores conviven y disputan espacios en un peronismo que se sigue reconfigurando tras la derrota de 2015. Sobre todo en Provincia de Buenos Aires, distrito en el que el kirchnerismo y el massismo se enfrentarán en 2017. De ese resultado dependerá la orientación que asuma el partido y el destino del peronismo, indica Natanson. Si ingresamos a ese territorio, el análisis se complejiza: vemos la renovación massista y la del ortodoxo Grupo Esmeralda; los cristinistas, los neokirchneristas y los poskirchneristas; y hasta los peronistas filomacristas cercanos a la gobernadora Vidal. Ese escenario de un peronismo completamente fragmentado es el que le interesa al gobierno nacional para imponerse en las legislativas, y sobre todo si se concreta la candidatura de la expresidenta Cristina Fernández, para polarizar el resultado. Por eso es que todos estos grupos buscan un líder que los aglutine y ofrezca un escenario electoral competitivo, al menos en el corto plazo.

En el medio de ese lodazal político, Verna recibió a Massa. Fue un encuentro más político que protocolar. Verna está en el lote de dirigentes nacionales que apunta a la renovación del peronismo acercándose al único postulante que hoy tiene posibilidades de competir y ganar en la Provincia, y así derrotar definitivamente a los kirchneristas.

Verna y Massa hicieron un acuerdo para que los legisladores de ambos unifiquen posturas en el Congreso, una estrategia que devendrá en un beneficio mutuo ya que los dos suman poder de presión y negociación frente al presidente Mauricio Macri. Pero además, Verna da señales del camino que él considera como el necesario para unificar y fortalecer al peronismo bonaerense, y nacional: el frente soñado entre el PJ y el Frente Renovador. Cabe preguntarse si su idea es concretarlo primero en La Pampa a modo de modelo exportable. Hoy las coaliciones electorales son cosa corriente y necesarias para ganar elecciones. “Nadie hoy llega solo”, analiza un dirigente peronista consultado al respecto. Y hasta el sello PJ que le sirvió para enfrentarse fronteras adentro al Frente para la Victoria, hoy puede mutar en otro que sea más amplio.

Verna baja línea por ahora en ese sentido y Massa es recibido hasta por la Legislatura marinista. Se verá después de 2017 hacia dónde se encamina el peronismo y si Massa sigue siendo presidenciable para tomar definiciones más de fondo.

De los posicionamientos estratégicos de cúpula, pasemos a los movimientos tácticos en el terreno. El PJ santarroseño se mostrará unido este 17 de octubre, como no se veía desde hace años. Los sectores internos consintieron al congregarse en la mesa política de la capital que su conductor natural es Verna. El mandatario aglomera todas las voluntades del arco peronista por ser la figura con mayor capacidad de liderazgo y quien ejerce el poder. Hasta para los kirchneristas. Hay un criterio común en ese sentido, si bien la verdadera unificación llegará recién en 2017 con los tiempos electorales.

Ahora veamos el vaso medio vacío de la cuestión para tener una mirada más crítica y matizada de la realidad. Por debajo del “consenso vernista”, el PJ santarroseño está conformado por diferentes líneas y agrupaciones que más allá de coincidir en una acción unificada, disputan y se van posicionando en la ciudad. No son pocos los que se diferencian por adoptar diferentes metodologías políticas. Así en la mesa santarroseña están sentados quienes reprochan la sobrepoblación de funcionarios vernistas, los que critican la autonomía marinista o los que hacen mala cara por la sobrerrepresentación kirchnerista. Están los que afirman que la mesa sirve para coordinar, pero no debe imponer criterios de acción comunes para todos, y los que observan un “doble comando” entre lo que propone Verna y lo que ordena Rubén Marín. Están los “dolidos” del jorgismo, sobre todo ahora que el exgobernador Oscar Jorge es investigado por la licitación de la segunda parte del Acueducto del Río Colorado. La tensión latente ahora se hizo visible. Ante este panorama, un legislador jorgista se reunió con el gobernador Verna y el mandatario afirmó que desde el gobierno no se alienta ninguna “persecución”. Menos cuando no ha habido rispideces entre unos y otros en espacios institucionales como la Legislatura.

Por último, para completar el marco, no hay que dejar de mencionar la presencia de algunos subgrupos barriales y periféricos, que resisten directamente la mesa. Y los que decidieron sacar los pies del plato justicialista, como los macristas del Espacio 22N.

El justicialismo encontró en Verna un conductor, pese a sus diferencias internas, y Verna quiere hallar a su vez uno para el PJ nacional. Habrá que ver si después de 2017 se replica el consenso pampeano en el fragmentado peronismo nacional. Todo es cuestión de encontrar un liderazgo que le dé sentido y posibilidades de ganar en 2019.

 

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Los tres colores y la  normalidad de la turbulencia

Los tres colores y la normalidad de la turbulencia

Por Norberto G. Asquini

La dinámica política planteada entre la Nación, la Provincia y el municipio de Santa Rosa en 2016 ha estado cruzada por acuerdos y confrontaciones. Una relación de tres condicionada por pertenecer cada esfera a una fuerza política distinta, tres colores políticos (PRO, peronismo y radicalismo), aunque el municipio santarroseño ya sea parte del gobierno nacional. Y cruzada además por relaciones de subordinación y dependencia.

En esta dinámica, ¿la confrontación es la norma o la excepción? ¿Los consensos pesan más que las diferencias? Lo que sí encontramos, y sobre todo se ha hecho evidente en las últimas semanas, es un escenario en el que la normalidad de las relaciones es la turbulencia. Hay acuerdos, pero se navega constantemente en el desentendimiento y la tensión. Lejos se está, como contraste, con el alineamiento entre el gobernador Oscar Jorge con Cristina Fernández como presidenta.

Pensemos primero Nación y Provincia. El gobernador Carlos Verna ha asumido una postura crítica hacia la presidencia de Mauricio Macri. Los acuerdos de gobernabilidad se mantienen, pero son frágiles. No ha recibido lo que esperaba. Por eso golpea y reclama. En el Congreso molesto por el Presupuesto 2017 que no considera a La Pampa como se pretende desde la administración provincial o ante el ministro de Agricultura disconforme con las medidas que frenan el ingreso del asado pampeano a la Patagonia. Reclama porque cae el cupo de viviendas sociales, porque las medidas nacionales afectan al empleo provincial o por los fondos adeudados para hacer frente al déficit previsional de la caja jubilatoria pampeana. Confronta y abiertamente. En lo discursivo y en los gestos. Reta a un ministro y recibe al diputado opositor Sergio Massa, a quien quiere dentro del peronismo, con el que se muestra y coordina esfuerzos en el Congreso entre los legisladores de ambos. Por supuesto, desde la oposición también hablan de cierta proclividad al acting, ya que luego los representantes pampeanos en el Congreso votan las leyes macristas en un entendimiento cargado de pragmatismo.

Vamos ahora a la relación entre el gobierno provincial y el municipio santarroseño, que ha ingresado a un terreno complejo, aunque se mantengan las formas. El último choque fue por los fondos para pagar la suma fija de 2.000 pesos a los municipales. Desde Provincia habían avisado que no iban a ayudar a las comunas. El intendente Leandro Altolaguirre hizo su jugada y avisó por los medios que le iba a pedir la plata a Verna durante una reunión en Casa de Gobierno. Al mandatario no le gustó la presión pública de encontrarse antes del encuentro con la prensa que había asistido por ese motivo. El “no” provincial lo dejó mal colocado a Altolaguirre.

Hay una conducta errática o ciclotímica del jefe comunal para con Provincia. Reclama o lo hacen sus funcionarios o concejales en duros términos, para después bajar el tono. “Se pelea y luego arregla”, grafican desde Casa de Gobierno. Esa actitud no es privativa de esa relación: se ha enfrentado a los empleados municipales y a la cooperativa eléctrica de Santa Rosa. Este manejo, ¿es una estrategia o se deja llevar por la improvisación o los impulsos del momento?

Verna cuando asumió afirmó que iba a ayudar a Santa Rosa. El mandatario ha manifestado en su entorno que Altolaguirre “le cae bien” y según una fuente vernista “mantiene casi una relación paternalista”. Pero la relación política es tensa porque se cruza lo político, lo institucional y lo económico. Por supuesto, son las reglas del juego de la política. Las buenas intenciones se miden según los intereses. Hay temas que enmarañados en esa telaraña no han avanzado, o se han empantanado en las suspicacias y los constantes tironeos políticos. El municipio toma como una pérdida de autonomía cuando la Provincia avanza con un tema local, y la Provincia encuentra resistencias al querer “bajar” sus proyectos para la ciudad. Ocurrió con el acuífero del que quería hacerse cargo Aguas del Colorado o en la entrega de créditos provinciales. Las tratativas para las futuras obras para la red cloacal están inmersas en esa atmósfera de desconfianzas. En la Provincia se quejan porque el municipio no acuerda y se frenan todas las iniciativas, en el municipio ven con ojos muy críticos las pretensiones de la Provincia.

En este contexto, Altolaguirre se recuesta en el presidente Macri. Ya es parte de Cambiemos, de los radicales pampeanos que conforman esa fuerza, aunque el partido en la provincia todavía no haya decidido qué camino va a tomar en 2017. El jefe comunal viaja a la Ciudad de Buenos Aires y se reúne con los funcionarios nacionales, cosecha promesas de fondos para el municipio y es parte de los intendentes que se reúnen para bajar Cambiemos a sus territorios. Por supuesto, desde Nación también se plantea el “puentear” a la Provincia en esa relación política. Aunque para el gobierno provincial, la “tabla de salvación va a estar en Verna y no con Macri”, de acuerdo a palabras de un alto funcionario. De hecho, ha sido una relación más que asimétrica. El esfuerzo por acercarse a la Casa Rosada no ha sido debidamente compensado en las arcas municipales. O al menos con creces.

Finalmente, hay que ver si estas diferencias entre las distintas gestiones tienen como base solamente un carácter político o el ingrediente personal, o tienen como fondo lo económico, el gran motor de la historia en la visión marxiana. Y también cómo van a evolucionar este escenario de turbulencias cuando lleguen los tiempos electorales.

 

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¿Macri usará el ancho de espadas en 2017 en La Pampa?

¿Macri usará el ancho de espadas en 2017 en La Pampa?

Norberto G. Asquini

El presidente Mauricio Macri y su entorno ya preparan la estrategia para afrontar las decisivas elecciones legislativas de 2017, una coyuntura que definirá la suerte de la última parte de su gestión, ya que se juega en el Congreso ampliar su base de sustentación o dejarla en manos de la oposición. Es ganar o ganar.

Desde la Casa Rosada se quieren armar las listas de Cambiemos en todo el país, sobre todo en las provincias donde se eligen senadores. La Provincia de Buenos Aires en ese sentido es un territorio medular además por la cantidad de diputados a repartir. En La Pampa, aunque es un distrito menor, Macri tiene dos representantes en el Congreso con los que cuenta, un radical, Francisco Torroba, que aunque crítico ha acompañado con su bloque la mayoría de los proyectos del gobierno; y uno del PRO, Martín Maquieyra.

Por ahora, Cambiemos, como está constituido a nivel nacional, no cuaja en territorio pampeano. O al menos el Cambiemos con el radicalismo adentro. Puede haber radicales que se sumen al Cambiemos-PRO, pero esa mesa de conducción tendría que tener a los principales referentes de la UCR integrándolo para legitimarse.

En ese marco de pensar estrategias para sumar bancas propias al Congreso, el gobierno nacional quiere que buena parte de su gabinete y funcionarios de primera línea encabecen las listas provinciales. La casi sorpresiva llegada de Macri a la presidencia y de María Eugenia Vidal a la gobernación bonaerense hizo que muchos de los dirigentes que tenía el PRO tuvieran que asumir cargos en las gestiones. A lo que se suma la Ciudad de Buenos Aires. El PRO necesita más referentes para afrontar una estructura nacional, una cuestión que “nunca le había pasado a un partido nacional en el gobierno”, afirma el politólogo Julio Burdman. Y explica que ese déficit se va a agravar con las elecciones de 2017, porque sus principales jugadores están todos ocupando hoy puestos de importancia.

Sin embargo, está avanzando la idea de utilizar la visibilidad y el conocimiento que tienen esos funcionarios a través de su cargo público para reforzar las listas de Cambiemos. ¿Ejemplos? En la Ciudad de Buenos Aires los ministros Sergio Bergman (Medio Ambiente), Patricia Bullrich (Seguridad) o Alfonso Prat Gay (Hacienda y Finanzas). En la Provincia de Buenos Aires Esteban Bullrich (Educación) y Jorge Triaca (Trabajo). En Córdoba Oscar Aguad (Comunicaciones).

En La Pampa, los medios nacionales especulan que Macri jugaría con su “ancho de espadas”, el secretario de Deporte, Javier “Colo” Mac Allister, quien le abrió camino al PRO. Sería su mejor carta, sin embargo el funcionario y exfutbolista, cómodo en su función, no querría dejarla para anotarse en una nueva campaña, que sería la tercera consecutiva. “Renunciar luego de haber empezado a conocer el funcionamiento de una secretaría tan compleja es un contrasentido”, afirman voceros del PRO consultados. Y sobre todo abandonar un cargo que le da visibilidad nacional cuando apunta a 2019. Tampoco valdría en su caso con una candidatura testimonial, herramienta a la que le ha escapado históricamente el PRO. Pero el que define es Macri. Las pérdidas y ganancias se sopesan en cada decisión.

La otra carta del macrismo es el actual diputado Martín Maquieyra. Se quiere desde el PRO que el joven legislador renueve su banca en el Congreso. De hecho, ya hay merchandising preparado para comenzar su campaña y mejorar sus chances. El problema es que no tiene el suficiente conocimiento del electorado. Lo ayudaría, por supuesto, la foto con Macri, si es que los avatares de la economía no devoran las posibilidades de los candidatos ungidos por el presidente.

La estrategia de la lista del presidente en La Pampa también depende de si se conforma la mesa de Cambiemos con la UCR adentro o no. Por ahora, hay muchos radicales que se muestran reacios a la posibilidad. Otros no. En el primer rumbo está Torroba, en el segundo un diputado provincial que pretende igualmente convertirse en la cabeza de la lista de Cambiemos aprovechando su exposición pública. No se sabe si sacará o no los pies del plato partidario llegado el momento.

La otra cuestión en el armado de una lista de Cambiemos, suponiendo se unan el PRO y el radicalismo, es intentar mantener los dos cargos en juego que tiene el oficialismo nacional. En La Pampa hoy tiene uno y uno, y se quieren renovar esas dos bancas de las tres en juego frente a un PJ unido. Para conseguir retener nuevamente ambas, ¿es mejor juntos en una sola lista de Cambiemos o separados entre el PRO y el Frepam? De ir juntos, pronostican los consultados por el autor, sí o sí se enfrentarán en la primaria una o dos listas radicales y una del PRO. La renovación no es automática para ninguno de los que intentan llegar al Congreso.

Por último, algo que deberán tener en cuenta los posibles candidatos en 2017, es que las próximas elecciones se nacionalizarán, y el candidato de Cambiemos va a tener que estar en condiciones de defender la gestión macrista durante la campaña, porque ese va a ser el tema central en la legislativa. Muchos radicales no van a estar muy cómodos en ese papel de concretarse Cambiemos.

“No está fácil. El oficialismo necesita un ejército de candidatos pertenecientes al gobierno, identificados con él, mejor macristas que de partidos aliados, y en condiciones de ganar las elecciones en los 24 distritos. Y no los tiene”, sentencia Burdman. Uno de esos distritos es La Pampa. De ahí que el “Colo” siempre esté presente en los planes de Macri.

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